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Universidades en Venezuela: formar en ausencia de normalidad

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Javier Contreras

Las protestas de los miembros de la comunidad universitaria, en sus distintos grupos, (alumnos, docentes, personal obrero y administrativo) se han hecho constantes. Cada evento tiene una motivación puntual, pero en el fondo se pueden explicar a través de dos elementos que por su permanencia en el tiempo configuran la estructura en la que hacen vida las casas de estudios superiores.

Estado ausente

En cuanto a la asignación de recursos, la línea es la de la asfixia al cuerpo profesoral y el deterioro de las condiciones de los beneficios que recibe el estudiante (bibliotecas, comedor, rutas de transporte, entre otros); en cuanto a la seguridad de los recintos, la actuación de los cuerpos encargados va, pendularmente, del exceso de atribuciones y uso desproporcionado de fuerza hasta la absoluta inexistencia de su presencia.

Respecto al tema financiero, no hay duda de la intencionalidad política de las medidas tomadas: el Gobierno percibe en las universidades, sus autoridades, profesores, sindicatos y buena parte de sus alumnos, a enemigos de su proyecto. Cuando de la seguridad se trata, hay dos claves de interpretación: por una parte, existe el deseo de reprimir cualquier manifestación de desacuerdo con sus políticas, esto más que evidenciado en reiteradas ocasiones, y, por otra parte, está la incapacidad en dos niveles, para abordar positivamente este sensible tema.

Cuando se señalan dos niveles de incapacidad se alude, en primera instancia, a la mala formación profesional de los agentes de los organismos de seguridad y a la improvisación de los planes que se quieren implementar; en segunda instancia, y como derivado de lo anterior, las agrupaciones delictivas – criminales que tienen a la comunidad universitarias como sus víctimas rutinarias, gozan de una organización y equipamiento mayor en comparación a los cuerpos de seguridad del Estado, y obviamente superan en todo sentido a la seguridad interna de las universidades. En otras palabras, el Estado perdió espacios que hoy no puede, más allá de tener o no la voluntad de hacerlo, recuperar fácilmente.  

Mafias presentes

Difícilmente pueda encontrarse un término que describa mejor la situación de las universidades hoy. Mafias de bandas criminales, con o sin vinculación político – partidista; mafias en los centros de estudiantes; mafias en las agrupaciones gremiales; mafias de miembros de los cuerpos de seguridad que obtienen rédito de negocios ilegales, relacionados con robos y micro tráfico de droga. Dura afirmación, pero comprobable en el día a día; por suerte no es la única cara de la moneda, la universidad también alberga sueños y proyectos, honestidad y profesionalismo, características que luchan agónicamente contra una realidad adversa.

 El ambiente enrarecido que configura la atmósfera da las universidades tiene su origen en erradas políticas de Estado para tratar la complejidad del hecho universitario en su integralidad, esto sin dejar de reconocer las equivocaciones de algunas autoridades en cuanto a la toma de posturas que sin dejar de ser legítimas no han representado, necesariamente, actitudes constructivas y superadoras.

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