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La productividad, un eterno desafío

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paquetazoAndrés Cañizález*

En abril de 1984 la revista SIC se dedicó a hacer un balance del primer mes de gobierno de Jaime Lusinchi (1984-1989), el cual justamente comenzó con el anuncio de un conjunto de medidas económicas y la propuesta política de un pacto social para Venezuela. Hay que recordar que Lusinchi inició su gobierno apenas un año después del bautizado como viernes negro (18 de febrero de 1983), cuando se puso fin a casi una década de bonanza petrolera y se devaluó la moneda, en el marco de una caída significativa de los precios internacionales del petróleo.

La era de precios bajos del crudo en el mercado internacional llevó a medidas en dos direcciones: por un lado la devaluación monetaria (rentabilizar los pocos dólares para mantener un gasto público cuyo recorte tendría consecuencias políticas) y por el otro incentivar una política y especialmente una práctica industrial de producción nacional. Debe decirse que sobre lo segundo hubo mucho debate en las páginas de SIC de hace algo más de tres décadas. Efectivamente la caída en los precios del petróleo era vista por no pocos no como un problema, sino como una excelente oportunidad para que el país se abocase a la producción nacional de sus alimentos y otros bienes de consumo masivo.

La palabra clave entonces era la industrialización. Debe decirse, a la luz de los años de distancia, que se habló mucho y se hizo, en verdad poco. Los decisores políticos mantuvieron un discurso a favor de la industrialización solo en momentos de bajas en la cotización del petróleo, pero que rápidamente resultaron abandonadas apenas se evidenciaban repuntes en ese ciclo de alzas y bajas que ha caracterizado al petróleo en cuatro décadas, tras el primer boom de mitad de los años 70.

En un artículo publicado por SIC en ese abril de 1984 y titulado “Las medidas: apenas el comienzo”, M. Ignacio Purroy, alertaba al gobierno de Lusinchi que las medidas económicas no podían limitarse a lo cambiario y que en verdad el foco debía estar en la producción nacional: “La urgencia (de tomar medidas) reside en el germen inflacionario de toda devaluación. Devaluar es bueno, siempre y cuando conduzca a una expansión de la producción. Si esta expansión no se produce, la devaluación genera única y exclusivamente inflación, y de las más perversas”.

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Según Purroy, en Venezuela resultaba de prioridad absoluta que se avanzara en una política de sustitución de importaciones, para ello veía como necesario “una política industrial que contemple fundamentalmente los problemas tecnológicos de fases avanzadas de sustitución, problemas de integración inter-industrial, capacitación de recursos humanos, etc.”.

En su análisis, Purroy ya dejaba en claro que los empresarios privados tenían que cumplir un rol clave en esa anhelada reactivación económica en la mitad de los 80. El gobierno de Lusinchi había hecho una apuesta, ya que en el balance inicial el autor llegó a esta conclusión: “El sector empresarial ha obtenido los mejores beneficios de este primer paquete de medidas”.

El editorial de aquel mes de abril de 1984, por su parte, también desmenuzaba la propuesta del pacto social que había presentado Lusinchi, junto a Acción Democrática, como su principal eje político de gobierno. A juicio del editorial de nuestra revista, el sector empresarial había resultado ser, sin duda ninguna, “el interlocutor privilegiado del pacto” y a la hora de tomar las medidas económicas “el sector empresarial ha conseguido ser escuchado en la fijación de las reglas del juego”.

Cuestionaba la revista SIC en su posición editorial sobre el pacto social de Lusinchi que en este el convidado de piedra era el pueblo, puesto que si bien el discurso oficial de entonces hablaba de la necesidad de crear canales de diálogo, no se abrió ninguno con los sectores populares, ya que la participación de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) en las discusiones del pacto no significaba una genuina representación del mundo popular venezolano. La principal central obrera del país sencillamente había pasado a funcionar como un apéndice del entonces poderoso Buró Sindical del partido Acción Democrática.

*Miembro del Consejo de redacción de SIC

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