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Los jesuitas entregan la parroquia de Mérida

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fatima-127Arz. Baltazar Porras

La presencia de la Compañía de Jesús en tierras merideñas hunde sus raíces en las primeras décadas del siglo XVII con la creación del Colegio San Francisco Javier, dando pie a la vocación estudiantil y académica de la ciudad de los Caballeros. La expulsión por parte del rey Carlos III en 1768 dejó un profundo vacío y una añoranza por su vuelta. El Obispo Rafael Lasso de la Vega, en 1816, abogó por su pronto regreso a tierras de su diócesis. La vuelta definitiva a tierras andinas tiene fecha de 1928. De entonces para acá, son diversos las presencias de los hijos de San Ignacio. Es, pues, la Compañía de Jesús, parte de la identidad merideña y se ha consustanciado con esta región principalmente en el campo educativo.

Desde 1979 los padres Jesuitas se hicieron cargo de la populosa barriada merideña aledaña al aeropuerto donde está enclavada la parroquia de San José Obrero. Cuatro han sido los párrocos que han estado al frente de la parroquia: el recordado Padre Fernando Bilbao (1979-1981); el villorro de Bailadores P. Epifanio Labrador (1981-1991) muy recordado por la feligresía; el P. Juan Carricaburu (1991-2001), exigente y bondadoso; y en los últimos quince años el P. Clive Mendoza (2001-2016), con quien me une, además de la amistad, el que ambos fuimos conducidos al Seminario de Caracas por el mismo párroco, Mons. Hortensio Antonio Carrillo, párroco de Santa Teresa.

Junto a ellos formaron parte de la comunidad jesuítica que atendían parroquia, hospital universitario, confesiones y retiros, los RR.PP. Pagaza Ortundúa, Juan José Madariaga, Juan José Bilbao, César Astiz quien fue además por muchos años director del secretariado catequístico, Ramón Aúz, José María Franco, Alex Salom, Francisco Percas, Mario Moreno y el Hermano Amadeo Odriozola. Las necesidades de la Orden los han llevado a entregar parroquias en varias partes de la geografía nacional. Muy significativa la entrega oficial de la parroquia pues contó con la presencia del P. Provincial Arturo Peraza y concelebraron una veintena de Padres Jesuitas, señal del aprecio y valoración del trabajo realizado.

La comunidad de San José Obrero expresó de manera sentida y sincera el agradecimiento a quienes estuvieron en la animación de la pastoral parroquial. En la persona del Padre Clive, se congregaron como en un haz, los sentimientos de la gente sencilla y de los movimientos existentes en la parroquia. Sigue la Compañía de Jesús presente en San Javier del Valle, desde donde continuarán ofreciendo la espiritualidad ignaciana y el discernimiento tan necesario siempre y más hoy día en medio de la crisis que vivimos.

Que todo sea para la mayor gloria de Dios y que el Señor bendiga abundantemente a la Compañía de Jesús para que su carisma siga siendo parte de la identidad merideña. ¡Dios les pague, queridos padres Jesuitas!

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