Mercedes Pulido
El impacto del significado de las imágenes de violencia, cinismo e impunidad generalizada son evidente muestra de la ausencia de un Estado de Derecho. Y sin embargo, la persistencia en la búsqueda por refundar el país está presente y busca abrir caminos.
Reconocer las dificultades es un paso mínimo pero decisivo. La violencia evidente ante la ausencia de límites éticos y de ambiciones personales está a la orden del día. La “matazón” de policías y guardias nacionales, el robo de armamento en donde no escapa la complicidad entre aquellos que supuestamente deben resguardarlo, los homicidios a boca de jarro por cualquier reclamo entre vecinos, sin importar familiares o niños presentes; padres asesinados que dejan un sinfín de huérfanos, es el pan de la información desde lo poco que sabemos todos los días.
No hay reglas de convivencia y mucho menos árbitros que nos den confianza para enfrentar el caos. La desconfianza generalizada es la muestra de la ausencia de un “Estado de Derecho”. Paralelamente, contra todo este cinismo, dimos el paso de buscar propuestas y esfuerzos mancomunados para refundar el país. El primero de ellos fue asumir la capacidad de decir “Basta” y actuar en consonancia.
Sin desconocer la diversidad de ideas e intereses, optamos por el pragmatismo. Se construyó la unidad y con ello se abrieron los espacios para reconocer que el monstruo del totalitarismo tenía mil cabezas. Y ahora hay que lidiar con las secuelas, como son refundar instituciones y transformarlas de manera tal que respondan y evolucionen con visión de derechos y responsabilidades para el ejercicio de la ciudadanía democrática. Será una acción sin prisa ni pausa, exigente de firmeza y persistencia.
La realidad no espera. Hay dolor y sufrimiento en la gente. Ello implica acción cotidiana. Los debates que la Asamblea con dificultades ha retransmitido al país evidencian hechos impostergables. Las muertes por carencias de medicamentos y servicios de salud se multiplican a pesar de las muestras de infinita vocación social médica y sanitaria por atenderlas aun con los elementos más rudimentarios. A lo cual se suma la crisis de dirección e información sobre los casos más recientes de zika, dengue y guanarito.
La búsqueda de alimentos y, en especial, lo referente a niños y ancianos se ha convertido en una estrategia de supervivencia, especialmente en el interior del país. El abuso de controles tales como la prohibición de envío de medicamentos y alimentos hace que la situación de guerra se expanda. Para nadie es un secreto que los problemas del “agua” y de la electricidad es ausencia de previsión de gobierno. Por ello no es posible callar sino que requiere acción.
Está planteada la necesaria transición de visión y conducción a la cual pragmáticamente se dio un paso adelante. Es triste el vacío generado por las ansias de “pontificar” en lo que se debe hacer, por demás ridículas como el caso referente a la enmienda o revocatorio, aduciendo legalismos utilizados por el actual régimen.
Las transiciones requieren caminar y construir con la gente. Es legitimar el futuro con los testimonios de integridad hacia el objetivo esperado, transparencia en las motivaciones que sustentan la palabra y la acción. Continuar siendo pragmáticos al aceptar que refundar la República y enfrentar el dolor humano no son excluyentes ni pueden esperar utopías. Retomando aquel decir de las luchas de los derechos civiles: pensemos globalmente, pero actuemos localmente.