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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Si mi morral hablara

Luisa Pernalete

Hace unos años, cuando comenzaba a preocuparme por este problema de la violencia en las escuelas, leí en un libro que presté y no me devolvieron, un poema titulado así: “Si mi morral hablara”. Olvidé su autora, pero recuerdo una frase “Si mi morral hablara, diría que a veces corro por miedo a que me hagan daño en el salón”, y es que, con dolor lo digo: las escuelas han dejado de ser lugares seguros para niños y niñas. Reconocer que tenemos violencia en los planteles, es un buen comienzo para que, con humildad, abordemos el asunto.

En este año escolar que empieza, creo que educar para la convivencia pacífica en las escuelas venezolanas, no debe ser sólo un buen deseo, o un buen lema, es una urgencia, por el bien de los alumnos y por el bien de los educadores y educadoras, pues la violencia no deja ni aprender en paz ni enseñar en paz. Desde el primer día, los maestros debiéramos expresar nuestra apuesta por la paz, lo cual supone, entre otras cosas:

  • Coherencia: – que lo que digamos, lo sintamos y lo hagamos -, recordar que los niños aprenden más por el ejemplo que por el discurso y saben descubrir nuestras incoherencias;
  • Normas de convivencia consensuadas, mejor si son pocas y realistas;
  • Escuchar. La naturaleza es sabia y nos dio dos orejas y una sola boca, para que escuchemos el doble de lo que hablamos. No sería mala idea dejar hablar a esos morrales escolares, a ver qué contarían;
  • Convertirnos en comadres y compadres de los padres y madres, puesto que esos somos los maestros, segundos padres de los alumnos. Ser compadres nos pone a jugar en el mismo lado de la cancha y no en equipos contrarios. La relación debe ser de cooperación y no de confrontación con la familia;
  • Aceptar e incluir y, por ende, evitar comparar, discriminar… los excluidos siempre serán lo más tímidos, los menos rápidos, los menos queridos en sus casas. La escuela no puede profundizar sus heridas sino mas bien proporcionar posibilidad de experiencias exitosas;
  • Estar dispuestos a ensayar estrategias para educar para la paz, para prevenir, reducir y erradicar la violencia, y para eso no hemos sido formados, en esta materia todos y todas estamos en primer grado.

Si los morrales hablaran esta semana en la escuela, dirían que los apodos hieren, dirían que ya a veces se llega con susto a la escuela porque en las calles atracan, dirían algunos que han llevado navajas y hojillas y hasta armas de fuego para usarlas contra otros, y por eso ahora cada vez más se piden que sean transparentes… si los morrales hablaran dirían que quieren que las escuelas sean lugares para el encuentro y que quieren tener manos para hacer una ronda y no piernas para correr.

Hacer las paces en la escuela es posible y es urgente. Se que hay muchas manos de educadores y de padres y madres extendidas esperando solo que alguien de el paso para estrecharlas y proteger a los alumnos/ahijados de la violencia.

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