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Segunda Carta a los miembros del Foro de Sao Paulo

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Reinaldo Quijada

¿Hacia dónde debería ir la izquierda latinoamericana?

Estimados Partidos y Movimientos de la Izquierda Latinoamericana, y bases populares:

Una semana antes de la realización del Foro de Sao Paulo, en Caracas difundimos un documento titulado “Carta a los delegados al Foro de Sao Paulo – Crítica a la Revolución Bolivariana desde la izquierda venezolana”. Ambos documentos los estamos difundiendo internacionalmente y tienen la intención de generar la discusión y la reflexión en el espacio de la izquierda latinoamericana y a lo interno de nuestras bases populares. Intentaremos manejar, en la medida de lo posible, la accesibilidad del lenguaje y la capacidad de síntesis en aras de una mayorcomunicación.

La primera Carta no se elaboró, como algunos quisieron señalar malintencionadamente, para cuestionar al Foro de Sao Paulo como espacio de encuentro, integración y construcción de los partidos y movimientos de izquierda y progresistas de América Latina (y realmente del mundo). Nosotros valoramos el espacio que desde el año 1990 ha construido el Foro. La Carta sí reclamaba la decisión de haber escogido a Caracas como sede para la realización de su XXV edición y, sobretodo, por haber hecho del gobierno del Presidente Maduro, el epicentro de la lucha antiimperialista. Es decir, haber hecho de una farsa, un EJEMPLO, para las luchas de liberación y emancipación de los pueblos. ¡Qué mayúsculodespropósito!

El pobrísimo discurso del Presidente Maduro, en la Clausura del XXV Foro de Sao Paulo, que debería analizarse, de escaso brillo y nulo rigor, es una evidencia más de nuestro firme reclamo. La ausencia de rigor fue, sin duda alguna, su signo distintivo. La reflexión que buscamos motivar parte de un hecho que nos parece incontestable: El retroceso en América Latina de los gobiernos de izquierda. Y una reflexión que es perentoria: ¿Cómo recuperar esos espacios perdidos? Y también: ¿Cómo hacerlo desde una perspectiva ética? Y agregaríamos hoy, después de todos los errores cometidos, y luego de una evaluación de los resultados obtenidos: ¿Cómo hacerlo desde una perspectiva nodogmática?

El mismo Presidente Maduro, en la ocasión antes señalada, admitió el “retroceso”, aunque con la falta absoluta de rigor que mencionamos: “Vendrá una nueva etapa de contraofensiva de los gobiernos de izquierda y progresistas, etapa de liberación de nuestros pueblos”, terminando con una de sus acostumbradas coletillas: “¡Estoy seguro!”. ¿Qué pensarían los delegados, congregados en el Cuartel de la Montaña, de esa afirmación tan gratuita, sin base alguna, del Presidente Maduro? ¿Alguien, permítasenos la expresión popular, “con dos dedos de frente” o con un pequeño rezago de honestidad, puede pensar que la llamada Revolución Bolivarianapuedeserelejemplodelrelanzamientooelpuntodepartidaparaunanuevafase

de gobiernos de izquierda o progresistas en algún confín, o en algún lugar recóndito, del planeta tierra?

Es necesario recalcar que este agregado, “¡Estoy seguro!”, al igual que otra coletilla, “¿O miento?”, expresado con gran frecuencia y con total desfachatez, ante cualquier auditorio, se ha hecho parte intrínseca, casi endógena, del discurso presidencial. La mentira transformada en política de Estado. Y lo es, en la misma medida que cualquier mentira es replicada, de manera inmediata, por cualquier funcionario público, desde un ministro o un gobernador, hasta un concejal o un jefe de Clap. Este grave hecho, de ilimitadas consecuencias sobre un proceso político, y sobre el cual tenemos derecho de indignarnos, es expresión inequívoca del abandono, de la entrega y la claudicación moral de ese “algo”, repetimos expresado así con un pronombre indefinido, que tiene la pretensión de llamarse “revolución”. Otro elemento más para enfatizar el “mayúsculo despropósito” quereclamamos.

Las mentiras caracterizaron el discurso presidencial de cierre, al igual que la falta de rigor, “aceptada” por un auditorio impasible, que debería haber reaccionado de manera inequívoca. Los ejemplos son más que elocuentes:

Calificó al evento del Foro de Sao Paulo como un “encuentro de la verdad” y solicitó “que se conozca la verdad, que se defienda laverdad”.

Hizo un llamado a la unidad en torno “a un gran proyecto de transformaciónhumana”

Pidió ser “originales”, construyendo “un modelo autóctono contrario al modelorentista”.

Citó a Chávez, en el “Libro azul”, en su crítica a las “organizaciones de corte populista, vacías de contenidoideológico”.

Señaló que “hemos demostrado nuestra capacidad para democratizar nuestropaís”.

Les solicitó a los delegados “vayan al pueblo, a las calles, hablen con la gente” para constatar que el pueblo venezolano se siente bien y estácontento.

En pocas palabras buscó – y lo hizo realmente – hacer cómplice al auditorio de delegados de las mentiras. No tuvo respeto hacia los asistentes. Nada de lo señalado por el Presidente Maduro está sucediendo en Venezuela. Ni un atisbo, ni un indicio de ello. El gobierno y su partido, el PSUV, son – por el contrario – totalmente “populistas” y no existe “contenido ideológico” alguno en ellos. ¿De qué “encuentro” habla el Presidente Maduro, de qué “proyecto”, de qué “modelo autóctono”, de qué “democratización”, de qué país? ¿De qué “verdad”? Nada de esto existe, ni existirá con un gobierno cuya única preocupación es conservar el poder y seguir usufructuando de él, y que ha traicionado un proyecto político que generó grandes expectativas en el mundo. ¿Y qué decir de alguna crítica u autocrítica del Presidente? Sólo un vago: “Quizás se han cometido errores”, expresado con un adverbio como “quizás” que denota lo “poco preciso” o “lo no definido”, como es propio de toda la acción degobierno.

No queremos hacer mofa al discurso del Presidente Maduro con relación a los señalamientos a la serie norteamericana de televisión “Misión imposible” (que, ciertamente, miramos de niños), ni su pobre ironía de “sacarse el pasaporte español e ir a competir electoralmente con Pedro Sánchez”, ni los “saludos” al avión espía norteamericano. Tampoco podemos obviarlo. Se trata de un evento trascendental y, creemos, que uno tiene derecho a exigirle un mínimo de respeto y rigor a sus palabras. No sólo hacia los delegados asistentes, también hacia, nosotros, losvenezolanos.

De Cristina Fernández de Kirchner celebramos, cuando dijo en una oportunidad, en la toma de posesión presidencial del año 2007, “Al fin, América Latina tiene presidentes que separecen a sus pueblos”. Ciertamente así lo parecía, pero no lo fue. Y Maduro es un ejemplo de ello. Citaremos palabras del intelectual norteamericano de izquierda, Noam Chomsky, en una entrevista del año 2017, para buscar respuestas a lo que ha pasado realmente, en Latinoamérica, en las últimas dos décadas, con los gobiernos de izquierda. Dice Chomsky, sobre Venezuela: “Venezuela tiene realmente una situación de desastre. La economía sebasa en el petróleo, probablemente en mayor medida como nunca antes. Y la corrupción y el robo han sido extrema, especialmente después de la muerte de Chávez”.Y sobre las iniciativas económicas en varios países de América latina: “Casi todos – Venezuela, Brasil,Argentina y otros – se apoyaron en el alza de los precios de las materias primas, que es un fenómeno temporal. Los precios subieron principalmente debido al crecimiento de China. Así que hubo un aumento en el precio del petróleo, la soya, entre otros. Y en vez de tratar de desarrollar una economía sostenible con la manufactura y la agricultura, simplemente confiaron en las materias primas que podrían exportar”.En una dirección similar, el fraile dominico brasileño, Frei Betto, uno de los principales exponentes de la Teología de la Liberación, en un escrito suyo del año 2016, de título significativo, “Brasil: nos equivocamos”,si bien destacaba que los 13 años del gobierno del PT habían sido los mejores para 45 millones de brasileños, para salir de la miseria, beneficiados por los programas sociales, también señalaba:“A pesar de todo nos equivocamos. El golpe (parlamentario, contra DilmaRousseff) fue posible también debido a nuestros errores. En 13 años no promovimos la alfabetización política de la población. No tratamos de organizar las bases populares… No adoptamos una política económica orientada hacia el mercado interno… Fuimos contaminados por la derecha… Cambiamos un proyecto del Brasil por un proyecto de poder. Ganar elecciones se volvió más importante que promover cambios a través de la movilización de los movimientos sociales… Llegó pues la factura de los errores cometidos. Y en las calles del país la reacción al golpe no tuvo fuerza para evitarlo”.Sin duda, este análisis pudiera extenderse y pudiéramos enumerar otras causas del “retroceso”, pero las críticas de Chomsky o de Frei Betto, centradas en la ausencia de un liderazgo honesto, en la falta de claridad política e ideológica, en la incapacidad para resolver el tema del desarrollo económico y en la corrupción, son lo suficientemente elocuentes para evaluar las causas fundamentales del fracaso de varios de los gobiernos de izquierda latinoamericana. Un liderazgo político más preocupado por el poder que por asumir una responsabilidad histórica,unaindolencia cómplice para enfrentar la corrupción y una encubridora incapacidad para lograr un crecimiento económico armónico que pudiera llevarle bienestar a la población. Los intereses económicos individuales, personales o grupales han privado por encima de los intereses colectivos del pueblo, tanto en la mayoría de los gobiernos de izquierda, como en los de derecha, como norma, mientras ambos sectores compiten, en una confrontación de culpabilidades, en busca de endosarse los mayores males y las más repugnantesmiserias.

No estamos olvidando los casos del golpe militar contra Zelaya, en Honduras (2009), el golpe parlamentario contra Lugo, en Paraguay (2012), el golpe parlamentario y judicial contra Dilma Rousseff, en Brasil (2016) o la condena sin pruebas, la prisión y la inhabilitación política contra Lula (2018), entre otros casos evidentes de la ofensiva imperialista contra gobiernos contrarios a los intereses de los Estados Unidos, ni tampoco estamos obviando el actual bloqueo y las sanciones económicas contra Venezuela. Ni las campañas de desinformación masivas. Estos últimos son elementos ciertamente importantes, los expresados en el párrafo anterior son los fundamentales. Y, por supuesto, hay excepciones: Cuba y su revolución que es una revolucióntantoen“loshechos”,comoen“larealidadexterior”,en“laestructuramentaldela

gente” y en “el lenguaje”, lo cual puede constatarse fácilmente para quien quiera viajar a Cuba y confrontar la realidad, al igual que la Bolivia de Evo Morales y el Ecuador de Rafael Correa que han tenido logros relevantes. Pero lo de Venezuela y el gobierno de Maduro es totalmente distinto… Sobre ese “algo”, de inmensa mediocridad, que no se sabe bien qué es, de significado vago o difuso, es imposible construir.

¿Hacia dónde debería ir la izquierda latinoamericana? Expresaremos algunos puntos de partida:

Los errores y las contradicciones deben ser reconocidos, expuestos y no ocultados o disimulados. Aceptar que “nos equivocamos”, como lo admite Frei Betto en Brasil, cuando nos hayamos equivocado. Esto es medular. Es necesario dejar de actuar de manera oportunista e hipócrita, y dejar de alcahuetear cualquier inconsistencia con el falso razonamiento que “ejercer la crítica” es “favorecer al adversario ideológico”. Es decir, debemos reencontrarnos con la verdad o, como venimos diciendo desde la UPP89, desde los inicios de nuestro proyecto en el año 2011, reencontrarnos con “la dimensión ética de lapolítica”.

El anhelo de cualquier acción política debe ser el ser humano. El escritor mexicano Octavio Paz cuestionando el rol que la política ha venido teniendo en los tiempos actuales y observando su pérdida de rumbo, señalaba: “Debemos encontrar– o reencontrarnos –con una visión del hombre y la mujer que nos devuelva la concienciade la singularidad y la identidad de cada uno… Visión que vea a cada ser humano como una criatura única, irrepetible y preciosa”. Esto significa que ni la política, ni el Estado, ni el propio partido político pueden estar por encima de la sociedad, de las comunidades o de la gente sino al servicio de ellos. Una organización con fines políticos o partido debe ser un mero instrumento de participación. Y se debe poner el acento en el concepto de “persona humana” como el elemento central de la acción política y la dimensión ética de la política como expresión deella.

La visión antropológica no debe ser exclusiva, y menos excluyente de una visión ecológica. La capacidad de ver la vida, sin duda infinita, y las “infinitas capacidades de ser” que constituye el ser humano, deben verse como el encuentro armónico del hombre y la mujer con la naturaleza, con la idea de “tierra viva”, en convivencia y en correspondencia entre sí, sin que el primero sea el verdugo del segundo, como suele suceder en nuestros tiempos. La gravísima crisis ambiental debida al recalentamiento climático global, la reducción de las fuentes de agua dulce, la esterilización de los suelos, las desforestaciones indiscriminadas, la acumulación de residuos atómicos bajo la corteza terrestre y en las aguas subterráneas, los diversos tipos de contaminaciones y, en general, a los múltiples abusos contra la naturaleza, producto de un desarrollo indiscriminado y de un consumismo sin freno que pone en peligro la sobrevivencia de la especie humana debe enfrentarse condeterminación.

Lo anterior nos lleva consecuentemente a diferenciar, en el contexto de la vida misma, el alcance del “espacio público” y del “espacio privado”, un tema poco tomado en cuenta, donde cada uno de ellos debe tener sus propios límites y donde el “espacio público” no puede subordinar, ni subyugar, ni anular al “espacio privado”. Ambos son imprescindibles o, si se quiere, complementarios. Y la ausencia de ello, ha hecho que vastos sectores del electorado, de cualquier país, se hayan alejado de la política, han dejadodeidentificarseconella,lesesajenaoextraña,ynosesientenrepresentados.

O, expresado de otra manera, la política, y pudiéramos agregar la economía, o – en términos generales – las ciencias ciertamente “finitas” en su alcance, no pueden apropiarse del espacio “infinito” de la vida. Esto en sí debe constituir un cambio de paradigma de la práctica política actual.

Una concepción de la política misma, como la hemos definido anteriormente, ajena a una política del “poder por el poder en sí mismo” y una concepción del “partido político” como el ya señalado, requiere también de una concepción del “ejercicio de la función pública” y de una concepción del “poder en sí mismo”, al igual que, como ya lo hemos expresado, una concepción “del ser humano, de la naturaleza y de la vida misma”. Una política distinta debe sustentarse en todos estos elementos conceptuales, son las bases de cualquier acción política y que luego, sólo luego, se materializa en un programa de gobierno. Una acción política, o un programa de gobierno, no antecede estos elementos conceptuales, es posterior a ellos o quizás, para expresarlo mejor, debe fundamentarse en ellos.

Ya expuestos estos cinco elementos – centrados en el anhelo de emancipación del ser humano, en el equilibrio ambiental y ecológico, en la búsqueda de una mayor justicia e igualdad social, en la desmitificación del poder y, en términos generales, en una forma distinta de hacer política – debemos ir un paso más allá, que lo valoramos como fundamental: enfrentar el “dogma”, que contiene la noción de “lo que es oscuro para sí mismo” y “es aceptado sin mayor restricción”, y que le ha hecho un inmenso daño a la política. Y, en política, el primero de ellos es la falsa dicotomía “izquierda” – “derecha”. Propicio, en este sentido, recordar las hermosas palabras del escritor alemán Tomas Mann, de significado profundo que llama a la reflexión: “Vosotros los políticos partidistas sois como gatos con unsolo ojo. Algunos de vosotros veis únicamente con el ojo izquierdo y otros con el derecho; por eso, vuestra visión nunca podrá ser estereoscópica, sino unilateral y plana”.Ciertamente, se requiere una visión del ser humano, de la naturaleza y de la vida más amplia e integral, no tan reduccionista como suele darse en la política tradicional y en el político de oficio, para lograr, desde la comprensión y el reconocimiento, hacer una política distinta. Más cerca del ser humano y de la naturaleza, más lejos del uso y abuso del poder o de la explotación indiscriminada de la tierra. En Latinoamérica las prácticas políticas de la “izquierda” y la “derecha” se asemejan mucho, al menos las últimas expresiones que hemos vivido. Una de ellas, muy significativa, es la del infame gobierno del Presidente Maduro y del partido Psuv. Nada de lo aquí expuesto es posible con ellos, las inconsistencias trascienden incluso el plano propiamente ideológico y están absolutamente distantes del planoético.

Nosotros hemos buscado insistentemente abrir la discusión sobre el proceso político venezolano cuando menos, desde la creación de la UPP89, en el año 2016 (y, a título individual, de varios de nosotros, desde mucho antes) y tanto el gobierno, como el Psuv han rehuido el debate de ideas. Nadie podrá reclamarnos no haber hecho múltiples esfuerzos en este sentido. Sólo ha habido “silencio” por parte de ellos, al cual se le podría responder con el dicho popular: “el que calla, otorga”. La certeza es que han tenido un miedo innegable en discutir, y particularmente un miedo terrible de hacerlo desde una perspectiva de izquierda. La preeminencia de la dignidad, como principio eterno irrenunciable, marca nuestro esfuerzo. No seremos alcahuetes de una mentira.

Fuente UPP89 unidadpoliticapopular89@gmail.com

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Crédito: François Gérard

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