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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Impacto económico del coronavirus

4.1._Issei Kato REUTERS
Foto por: Issei Kato | REUTERS.

Por Víctor Álvarez R.*

La crisis que desató el COVID-19 puso fin al mayor ciclo de crecimiento económico que vivió el mundo en la última década, con expresas excepciones. Las drásticas medidas adoptadas por varios países al cerrar sus fronteras, impactan a miles de empresas en todo el mundo que forman parte de cadenas productivas internacionales y han visto afectados su oportuno aprovisionamiento. En tales circunstancias, no pueden reponer a tiempo los inventarios de materias primas, insumos y productos terminados, cuestión que origina la desaceleración, estancamiento y contracción de la actividad económica.

La peste negra enseñó que virus preexistentes se multiplican y dispersan cuando se crean las condiciones apropiadas. Para prevenir y enfrentar estas patologías es necesario detener el deterioro de los ecosistemas, la reducción y fragmentación de hábitats y el cambio climático. La saturación de seres humanos en espacios reducidos –al aire libre o cubiertos–, es un factor propagador de la enfermedad, más no su causa fundamental.

El coronavirus es altamente contagioso y no solo afecta a los seres humanos, también está teniendo un impacto cada vez mayor en la economía mundial, la cual cerró 2019 con un crecimiento moderado de 1,5 %, y hoy se enfrenta a la amenaza de una fuerte recesión.

Pasajeros dejan de viajar y el sector transporte pierde

Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), la industria de aerolíneas podría perder 113 mil millones de dólares en ingresos por el impacto de las medidas preventivas tomadas por los Estados para evitar la propagación del coronavirus.

El número inicial de la IATA en pérdidas era de 29.300 millones de dólares, cálculo que se quedó corto ante la rápida propagación del virus. Su impacto en la aviación se ha reflejado en la volatilidad de los mercados bursátiles en las últimas semanas, con caídas generalizadas en torno al 10 %.

Se desploma el sector turismo

Según datos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), la industria turística representa un 10,4 % del crecimiento económico mundial y genera cerca de 319 millones de puestos de trabajo, es decir, el 10 % del empleo a nivel global. La desmovilización de los viajeros debido a la pandemia también golpea fuerte a este sector.

Las pérdidas globales según la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad) se elevan a 2 billones de dólares y aumentarán hasta que se detenga la propagación internacional del virus.

Se derrumban las bolsas de valores

El 2019 fue el mejor año de las bolsas de valores en mucho tiempo. En el caso de Estados Unidos se estima que el principal indicador bursátil, el Dow Jones, tuvo un rendimiento superior al 30 %, cifra esta que se compara favorablemente con cualquier otra actividad económica.

Con la acelerada propagación del coronavirus en más de 114 países, la economía entra en un período muy difícil. En apenas dos meses, las bolsas de valores han perdido más de un tercio de lo que ganaron en los doce meses de 2019. Las autoridades económicas no tienen instrumentos eficaces para encarar esta crisis.

Se hunden los precios del petróleo

Las restricciones globales al tráfico de pasajeros para combatir la propagación del coronavirus causan una contracción en la demanda de combustibles. Los mercados futuros de gasolina alcanzan su nivel más débil desde 2005. Las previsiones de la demanda mundial del petróleo se reducen al ritmo de las medidas gubernamentales para frenar la propagación de la pandemia. Mientras más países limiten la movilidad pública, cierren sus fronteras y cancelen vuelos, mayor será el impacto en la demanda de petróleo.

El consumo que promedió poco más de 100 millones de barriles por día en 2019, puede contraerse este año. Por si fuera poco, la sobreproducción de los grandes productores está causando una caída en los precios que la OPEP no ha podido contener y arrastran la cotización del crudo venezolano, que además está bloqueado por los EE.UU. en los mercados internacionales y para poder venderlo Pdvsa ofrece enormes descuentos.

En 2019, Venezuela exportó aproximadamente 600 mil barriles diarios de petróleo a un precio promedio de $ 56 por barril, para un ingreso de aproximadamente $ 10.950 millones. Para igual volumen de exportaciones, pero con un precio reducido en un tercio, Venezuela recibiría apenas $ 8.000 millones en 2020. La situación puede ser peor si Pdvsa se ve obligada a rebajar aún más los precios debido a las sanciones impuestas a su comercializadora Rosneft Trading.

Según el Ministerio de Petróleo de Venezuela, la cotización del crudo venezolano cayó más de 13 dólares por barril, una baja de 32,41 % durante la semana comprendida entre el 9 al 13 de marzo, al caer a 27,19 dólares luego de haber cotizado en 40,24. En 2019 el precio promedio fue de 56,83 dólares por barril. Esta baja está influida por el impacto que está teniendo la pandemia del coronavirus en la economía global y en la demanda energética.

Ganan el sector de entretenimiento en línea

Si bien la expansión internacional del coronavirus ha significado un duro golpe para el sector del transporte aéreo y la industria hotelera y turística en general, para los sectores de generación de contenidos y entretenimiento en línea ha significado una inusitada oportunidad con jugosos beneficios.

El aislamiento en casa para no correr el riesgo de contraer la pandemia se traduce en un aumento de los suscriptores y la facturación de empresas como Netflix, las cuales registran cómo aumenta el valor de sus acciones en los mercados bursátiles.

Industria farmacéutica: la gran ganadora

Este sector ha crecido empujado por la demanda de aditamentos y tratamientos para la prevención, diagnóstico y control del coronavirus. Antes de que ocurriera el brote de COVID-19, las proyecciones de ganancias para producir vacunas para este virus entre 2011-2018 estaban por encima de los 30 mil millones de dólares.

Pero el crecimiento de la industria farmacéutica es inversamente proporcional a los niveles de acceso de la población. La alternativa es la aplicación de una medicina preventiva y de atención primaria para evitar la exclusión de la población más vulnerable.

Medidas que anunció el gobierno: se declara el estado de emergencia

Según la OMS, ningún país está lo suficientemente preparado, menos aún aquellos que sufren sanciones comerciales y financieras que entorpecen el acceso a los mercados. El control mundial de la pandemia del coronavirus está desincronizado. Mientras China anuncia el principio del fin de la epidemia interna, otros países sufren una acelerada expansión de la enfermedad.

En el caso venezolano, la batalla contra el coronavirus podría darse en desventaja y con mucha desigualdad debido a las trabas que imponen las sanciones para tener acceso suficiente y oportuno a los insumos y medicamentos que se necesita.

Las gestiones que hacen empresas del gobierno y otros entes públicos para adquirir los insumos para el diagnóstico del virus y su tratamiento no se concretan debido al temor de los proveedores internacionales de ser sancionadas por el Gobierno de EE.UU., si mantienen negocios con entes del gobierno venezolano. Y aunque se trate de medicinas o alimentos, las empresas internacionales prefieren no correr el riesgo.

Para enfrentar esta amenaza es necesario fortalecer los sistemas de salud de cada país. En Italia, en los últimos diez años se perdieron 70 mil camas hospitalarias, se cerraron 359 departamentos y numerosos hospitales pequeños fueron abandonados1. Entre 2009 y 2018 el gasto en salud creció 10 %, frente a 37 % de la OCDE. En Italia hay 3.2 camas por cada mil habitantes, en Francia 6 y en Alemania 8.

En plena expansión del coronavirus, entre enero y febrero de 2020, el sector sanitario español perdió 18 mil 320 trabajadores2. Los sindicatos del sector denuncian “abuso de la contratación de interinos y la precariedad en el empleo”, mientras las condiciones de trabajo son cada vez más duras.

El gobierno de Maduro declaró el estado de emergencia permanente en el sistema de salud para la prevención de la pandemia y la protección de las personas que resulten afectadas. Suspendió por un mes los vuelos provenientes de Europa y Colombia en el marco de las medidas preventivas a nivel internacional, ordenó la cancelación de concentraciones masivas de cualquier tipo en el país y no descartó cerrar todas las fronteras con Colombia y Brasil, aunque se pronunció a favor de la cooperación entre las autoridades sanitarias de los tres países.

La medida de cierre de las fronteras y la prohibición de reuniones públicas pueden considerarse extremas, pero están en el marco de las prácticas adoptadas por la mayoría de los países. Se trata de medidas preventivas que exigen a todos los ciudadanos permanecer en sus hogares, razón por la cual se han suspendido los trabajos, las clases y todas las manifestaciones de carácter público, incluyendo los actos de cultos de todas las religiones.

Precariedad de la infraestructura hospitalaria

Ante la precariedad de la infraestructura hospitalaria, si la expansión del coronavirus se escapa de control, el sistema de salud no estaría en capacidad de atender esta emergencia. Por lo tanto, el Gobierno se enfoca en medidas preventivas para inmovilizar a todo el país. Si bien habilitó 46 hospitales para diagnosticar y atender a las personas afectadas, la mayoría están en una situación muy precaria. En estos hospitales se observan los siguientes déficits:

  • Ascensores en mal estado, escaleras sin pasamanos adecuados ni cinta anti-resbalante.
  • Instalaciones sanitarias deficientes en número y condiciones de uso, falta de agua y tanques de almacenamiento.
  • Insuficientes depósitos para recolección y tratamiento de desechos hospitalarios.
  • Carencia de plantas eléctricas de emergencia, instalaciones eléctricas e iluminación adecuadas.
  • Salas de cirugías sin la adecuada dotación instrumental ni tecnológica requerida.
  • Salas de terapia intensiva sin la totalidad de los equipos necesarios.
  • Laboratorios de bioanálisis sin la dotación de equipos y reactivos.
  • Déficit de salas de Rayos X y otros equipos de obtención de imágenes en condiciones operativas.
  • Escasez de salas de aislamiento preventivo especialmente habilitadas y con suficiente dotación.
  • Unidades de transporte especial, ambulancias, en condiciones operativas para traslados masivos.
  • Equipos de cocinas y dotación insuficiente para suministrar la alimentación adecuada a pacientes y personal que labora en centros de atención.
  • Insuficiente personal médico especializado, enfermeras, bioanalistas, técnicos operadores de equipos, psicólogos, camilleros, personal obrero y administrativo, con la dotación suficiente y adecuada de protección.

Ante la gravedad de la pandemia que nos sorprende en semejante estado de vulnerabilidad, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) se pronunció:

Ante la gravedad que conlleva la situación que estamos pasando, desde la Conferencia Episcopal Venezolana se está tomando la decisión de posponer todas las actividades […] Sólo se celebrarán las exequias y el sacramento de la unción de los enfermos, tomando muy en cuenta los lineamientos ya dictados.

¿Cómo atender el coronavirus sin descuidar la economía?

El coronavirus llega a un país con una economía en ruinas y un sistema de salud colapsado. La cuarentena social para reducir el contagio del COVID-19 afecta a la producción y el comercio, y puede agravar la escasez crónica que castiga a los hogares, empresas e instituciones. Venezuela está atrapada en un círculo vicioso: no va al trabajo para sobrevivir, pero si no produce tampoco podrá vivir.

El sector privado nacional reclama ayuda. Pequeñas y medianas empresas paradas, sin producción, sin ventas y  sin poder cobrar facturas pendientes, comienzan a sufrir problemas de flujo de caja y se les hace difícil hasta pagar la nómina. Voceros de Fedecámaras, Conindustria, Consecomercio y Fedeindustria han planteado posponer y disminuir el cobro de ISLR, IVA y otros tributos. Las compensaciones económicas que piden los gremios empresariales incluyen el pago de nóminas en las empresas que se han visto obligadas a interrumpir su actividad.

Pero la lógica del Gobierno es diferente, toda vez que necesita que las empresas terminen de pagar el ISLR lo antes posible para contar con recursos que le permitan encarar la amenaza del coronavirus. Venezuela es un país cuyas finanzas públicas están quebradas por la prolongada contracción económica que ha llevado a miles de empresas a cerrar cada ejercicio fiscal con pérdidas, sin poder pagar mayores impuestos. La hiperinflación ha desembocado en una creciente informalización de las operaciones de compra-venta en las que no se pide la factura fiscal para ahorrarse el pago del IVA. Y las exoneraciones arancelarias también han mermado los ingresos fiscales. La Tesorería Nacional está seca y no tiene recursos para compensar la postergación del ISLR o rebajas en el IVA, a no ser con emisiones de dinero por parte del BCV que atizarían nuevamente la hiperinflación.

Los ingresos fiscales no alcanzan para todo y el Gobierno se enfrenta al dilema de concentrar los escasos recursos en el control de la pandemia o compensar el impacto económico de la cuarentena sobre las empresas. El Gobierno necesita ingresos para pagar a los trabajadores que se quedan en su hogar, sobre todo a los del sector informal que no están en ninguna nómina y ponen comida en la mesa de su casa con lo que se ganan día a día. Pero conjurar la amenaza del COVID-19 impone la necesidad de alcanzar una masa crítica de fondos que se deben destinar de manera prioritaria a las medidas preventivas para evitar un contagio masivo y acelerado que no pueda ser atendido por el precario sistema hospitalario del país.

El margen de maniobra que tiene el Gobierno para atender la economía está en las medidas monetarias y financieras. Hay que reducir el encaje legal para reactivar el crédito y dar oxígeno financiero a las empresas. Es necesario comprender que esta no es una crisis económica sino una crisis sanitaria. El sacrificio fiscal resta recursos a la lucha contra el coronavirus y no servirá de nada si no se consigue controlar antes la pandemia. Tener claras las prioridades es la clave para concentrar los esfuerzos en la causa del problema, en vez de distraer recursos en paliar unas consecuencias que seguirán manifestándose si no se controla la propagación de la enfermedad.

*Premio Nacional de Ciencias.

Notas:

  • Coronavirus, lo studio: in un decennio 37 miliardi in meno alla sanità italiana. Disponible en: https://bit.ly/39BjkMC
  • La Sanidad pierde 18.320 profesionales en plena crisis del coronavirus. Disponible en: https://bit.ly/2wJIR7W

Fuente: Revista SIC | Abril 2020 | N° 823.

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