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Andrés Cañizález: “¿Duerme usted, señor ministro?”

Andrés Cañizález

Señor ministro Tareck el Aissami, le escribo desde el dolor y la indignación. Desde el dolor que comparto con amigos y colegas muy cercanos que en los últimos 100 días han perdido a seres queridos en hechos claramente vinculados con la delincuencia o con acciones al margen de la ley por parte de funcionarios.

También le escribo desde la indignación y la impotencia que me embarga como venezolano, el país se desangra, señor ministro, tal como lo dijo el cónsul chileno en Maracaibo tras ver caer muerta a su joven hija.

Usted debe saber, señor ministro, que este caso ha recibido mucha atención mediática por el cargo que ocupa el padre de la víctima; empero me pregunto si usted duerme y no se percata que los excesos y abusos policiales son pan cotidiano en los sectores populares, aquellos que usted dice defender y, lamentablemente, no hay ningún escándalo que le obligue a su despacho a actuar con celeridad, como ha tenido que hacer en este caso.

Era la hija del cónsul y ¿qué pasa cuando la víctima no lo es? Señor ministro, en los últimos 100 días han sido asesinados familiares directos de colegas y amigos queridos. El más reciente fue el homicidio del hermano de Piero Trepiccione, en El Tocuyo, estado Lara. La víctima era un comerciante que se había negado a pagar vacuna y fue asesinado por un sicario sin que mediara palabra.

Cuando finalizaba 2011, fue muerto en Maracaibo el hermano del académico Jairo Lugo por delincuentes que querían despojarlo de su vehículo.

Al sobrino del profesor Marcelino Bisbal también le dispararon recientemente, pese a que cooperó con sus victimarios; en este caso, el joven pudo sobrevivir.

El nieto de mi amigo Freddy Afanador fue abaleado y calcinado hace escasas semanas, meses después de que el joven tuviese problemas con un grupo de policías. El hijo del respetado poeta Alfredo Chacón también recibió un disparo que lo puso entre la vida y la muerte.

Estas son apenas mis cuentas personales, la mayoría de venezolanos tiene cuentas similares. De allí provienen, dura y lamentablemente, las cifras que colocan al país, y en particular a Caracas, entre los lugares más violentos de América Latina que, en su conjunto, es de por sí una región violenta si se le compara con otras.

Señor ministro, el país se desangra y lamentablemente la respuesta principal de su ministerio, así como de otros “formadores de opinión” ligados al Gobierno, es sostener que se trata de una matriz mediática, que los medios crean la sensación de inseguridad. A partir del 27 de febrero de 1989, cuyo aniversario fue celebrado por usted y su gobierno con algarabía y música estruendosa en Guarenas, nuestro país entró en el callejón de la violencia desmedida y sin sentido, en el cual un par de zapatos pueden costarle la vida a un ser humano. Su gobierno heredó tal violencia, pues la inseguridad estaba en el top de las preocupaciones de los venezolanos cuando el presidente Chávez asumió el poder en 1999.

Durante 13 años de mandato, sin embargo, lo que hemos tenido es un uso político del problema más grave que tenemos como sociedad, con medidas aisladas y reactivas ante hechos que escandalizan a la opinión pública, con un manejo “situacional” de la agenda. Usted, señor ministro, tiene los días contados como el principal responsable de garantizarle seguridad y protección a los venezolanos, pues está anunciada su candidatura a la Gobernación del estado Táchira.

De hecho, usted está en “precampaña”, como se le llama ahora. Difícilmente podrá llevar adelante una política a largo plazo, pero sí tiene la tremenda oportunidad de sentar las bases para que comience a atacarse de forma estructural, como le gusta decir a los sociólogos, este grave problema, tan grave, señor ministro, que el país se desangra y es hora de actuar. Despierte, señor ministro, usted tiene la obligación de hacer algo, ahora, y lograr que quien le suceda en este cargo le dé un mínimo de continuidad a sus políticas.

¿Duerme usted, señor ministro? Demuéstrele al país que no.

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