Uno Santa Fe
El papa Francisco proclamo santos a dos latinoamericanos, el religioso argentino José Gabriel Brochero y el niño mexicano José Sánchez del Río, durante una ceremonia en el Vaticano.
Se trata de dos nuevos santos latinoamericanos, ejemplos y modelos de la diversidad de la iglesia católica en ese continente: uno dedicado a los pobres y enfermos de lepra, el otro dispuesto a sacrificar la propia vida por su fe religiosa.
“El Cura Gaucho”, como se conoce a Brochero, declarado beato en septiembre del 2013, se convertirá en el primer santo nacido y fallecido en Argentina, “ciento por ciento argentino”, recordó el embajador de ese país ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter.
José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840 en Santa Rosa de Río Primero, en la provincia de Córdoba.
En 1856 Brochero ingresó al Seminario Mayor de Córdoba “Nuestra Señora de Loreto”, con 16 años, y en noviembre de 1866 fue ordenado presbítero.
A partir de ese momento el sacerdote comenzó con su camino evangelizador, ya que Brochero percibía el triste compromiso de los feligreses con la palabra de Dios y el estado moral y la indigencia material de la gente hicieron que el “Cura Gaucho” apueste a la tarea de acercar a su gente al camino de la fe.
A partir de ese instante, ya no era una cuestión de misa y llevar el Evangelio para el sacerdote, sino a educar y promocionar la “Palabra” a sus habitantes.
El sacerdote comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba, para hacer Ejercicios Espirituales y recorría 200 kilómetros, aproximadamente, cruzaba las sierras en una travesía que le llevaba tres días a lomo de mula y, a veces, con casi quinientas personas en sus recorridas.
Quienes en ese entonces transitaron el camino de la evangelización y la fe, reconocieron que en muchas ocasiones que fueron sorprendidos por fuertes tormentas de nieve y Brochero nunca sucumbió ante esas adversidades.
Otros indican que el sacerdote en silencio, oración y penitencia. los fieles cambiaban sus vidas, en un camino donde la elección por el Evangelio y la búsqueda del desarrollo económico de la zona con el “Cura gaucho” como bandera.
Con sus feligreses, Brochero construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos.
Solicitó ante autoridades y obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas. Proyectó el ramal ferroviario que atravesaría el Valle de Traslasierra uniendo Villa Dolores y Soto para sacar a sus queridos serranos de la pobreza, “abandonados de todos pero no por Dios”, como solía repetir.
Su amor por el prójimo le hicieron valedero el reconocimiento de hombres y mujeres ya que para Brochero no todo era evangelizar, sino por su intermedio brindar condiciones de vida digna.
Debido a su enfermedad, el sacerdote renunció al Curato, vivió unos años con sus hermanas en su pueblo natal.
Pero ante el incansable pedido de sus fieles regresó a su casa de Villa del Transito, donde murió leproso y ciego el 26 de enero de 1914.
Tras su muerte, Brochero cumplió con tres estados previos a lo que se considera espíritu de santidad: fue siervo de Dios, venerable y desde el 14 de septiembre de 2013 es beato.
En el proceso de canonización, la última etapa para convertirse en santo requiere la aprobación un segundo milagro y en este caso el Tribunal ya dio sentencia.
Sobre el milagro, en estudio, guarda estricta reserva y trascendió que se trata de una menor sanjuanina que estuvo al borde de la muerte y en coma durante mucho tiempo, se recuperó y ahora lleva una vida normal.
El milagro de sanación sucedió y fue atribuido al beato Cura Brochero y se lo suma al de Nicolás, el niño de que con 11 meses regresaba con sus padres de la capital cordobesa hacia Mina Clavero, cuando un auto que venía de frente lo dejó sin signos vitales y estuvo al borde de la muerte.
Su padre, Osvaldo, invocó al Cura Brochero, y desde ese momento sucedieron situaciones dignas de milagro, tal indicó la madre del niño a medios cordobeses:
“Los médicos nos entregaron un niño con vida vegetativa, que había perdido masa encefálica y ósea craneana, la mitad de su hemisferio izquierdo era inexistente. Se había salvado, pero nos habían anticipado que no caminaría ni hablaría y que sería ciego. Pero no nos quedamos con ese diagnóstico, Osvaldo y yo seguimos implorando al Cura Brochero su intercesión. Cuando de pronto milagrosamente comenzó a hablar de a poco y después a caminar. Va a una escuela niveladora de Córdoba y está haciendo sexto grado”, indicó su familia