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La criptomoneda roja-rojita

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Mario Villegas

El presidente Nicolás Maduro anunció hace escasos días que en muy corto plazo los venezolanos vamos a tener la posibilidad de comprar petros pagándolos con bolívares soberanos.

Esta noticia representa un giro radical en la inserción de la criptomoneda recién creada por el gobierno nacional, pues hasta ahora la burocracia oficial se orientaba exclusivamente a pescar dólares, euros o cualquier otra moneda dura de intercambio internacional, léase divisas.

Así que, si a usted le sobran o simplemente dispone de 3 mil 600 bolívares soberanos o más, pronto va a tener la posibilidad de comprar, aunque sea un petrico.

Pero, alto ahí. No se precipite. Para tomar esa decisión, la de adquirir o no uno o más petros según sea su capacidad financiera, le recomiendo no dejarse arrastrar a ciegas ni por la propaganda dorada que habla maravillas de la criptomoneda madurista, ni tampoco por la propaganda negra que la execra desde todo punto de vista.

El instinto protector que todo el mundo tiene respecto de sus propios bienes materiales debería conducir a cualquiera a estar muy atento y evaluar con seriedad los atributos formales del petro, sus especificaciones técnicas, la naturaleza de su emisor y su respaldo material, pero sobre todo la confianza que esta moneda digital pueda generar entre los propios oficialistas y sus aliados nacionales e internacionales.

Hasta ahora no se sabe nada concreto sobre operaciones importantes que se hayan realizado en petros entre el gobierno venezolano y sus aliados fuera de las fronteras. El hecho de que la criptomoneda haya sido respaldada inicialmente en las reservas petroleras del país parece que, lejos de lo que el gobierno esperaba, no ha significado suficiente atractivo para los inversionistas del mundo, ni siquiera para aquellos que simpatizan con el Socialismo del Siglo XXI. Así que ahora el gobierno le adicionó a ese respaldo las reservas de la república en oro, diamantes, hierro y aluminio. El resultado está por verse.

Pero por lo pronto, el propio gobierno no da señales que permitan alimentar la confianza nacional e internacional en esta jugada monetaria.

Dijo el presidente Maduro que durante su reciente recorrido a pie por las calles de Nueva York tuvo ocasión de comerse un perro caliente y pagarlo con petros. Pues bien. Si así son las cosas, en el sentido de que su criptomoneda es bien recibida en cualquier parte del mundo, no hay razones para que la diplomacia chavista siga cobrando sus salarios en asquerosos billetes y monedas yankis. Debería pagar en petros los jugosos salarios de sus embajadores, encargados de negocios, secretarios, ministros consejeros, agregados militares, cónsules y demás personal diplomático y consular, quienes con toda seguridad le agradecerán haberlos librado del oprobioso y alienante dólar imperialista.

Lo mismo debería hacer Maduro con sus propios viáticos y los de los abundantes jerarcas de su gobierno, a quienes por cierto gusta viajar por el mundo con dineros del patrimonio público muchísimo más que a sus antecesores adeco-copeyanos. Los sopotocientos vicepresidentes, ministros, viceministros, directores generales y de línea, presidentes y gerentes de institutos y empresas del estado deberían recibir sus viáticos para viajes internacionales, y hasta sus salarios y viáticos internos, en petros. Lo mismo vale para los magistrados y altos funcionarios del Tribunal Supremo de Justicia, de la Fiscalía General de la República, del Consejo Nacional Electoral, de la Defensoría del Pueblo, de la Contraloría General de la República, al igual que para los gobernadores de estado, alcaldes y, por supuesto, para los muy plenipotenciarios miembros de la Asamblea Nacional Constituyente y la alta oficialidad de la Fuerza Armada.

Ninguno de esos jerarcas debería tener cuentas en dólares o en euros. Quienes las tengan deberían renunciar inmediatamente a ellas y convertir a revolucionarios petros sus ahorros en cochinas monedas gringas. Tampoco deberían vender en dólares sino en petros sus casas y demás propiedades, ya sea dentro del país o fuera de él.   

Cuando usted vea que alguna o todas estas cosas están ocurriendo y que los aliados políticos y socios comerciales del gobierno venezolano empiecen a tranzar en petros sus operaciones de intercambio, entonces y solo entonces, será recomendable que destine sus recursos a comprar la criptomoneda roja-rojita.

Mientras tanto, es preferible que se vaya rapidito a comprar los productos de primera necesidad que la familia requiera, antes de que la brutal inflación termine de devorar su modesta platica y quede usted ingenuamente petrificada.

 

 

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