Hernando Andrés Quereigua
La Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), realizada en Caracas (del 12 al 22 de marzo de 2015) y anunciada con leer al mismo son, fue dedicada este año a César Rengifo y como país invitado tuvo a Puerto Rico.
Hubo distintas formas de comunicación: académicas (conversatorios, debates, conferencias, talleres, foros, charlas, diálogos); de difusión (presentaciones de libros, recitales poéticos, lecturas, homenajes –queremos resaltar el dedicado a Carlos Noguera–, veredictos, premiaciones –Concursos Nacionales de Creación Literaria 2014 promovidos por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello–); y artísticas (exposiciones, cuenta cuentos, presentaciones musicales, de títeres, de teatro).
La Filven 2015 puede ser contada; esto es, descrita y evaluada desde distintos puntos, según la experiencia que se tiene de ella: el público general, los expositores y, por último, los organizadores en un necesario esfuerzo de autocrítica.
Desde el primer enfoque se echa en falta la presencia de otras instituciones para el análisis del país, en especial la universidad venezolana en su totalidad. La discusión quedó en manos de entes gubernamentales, sin interlocutores, no fue un verdadero debate. Las presentaciones de libros muestran, en su mayor parte, un tipo de texto. Revisar la programación es suficiente para saber que no hubo bibliodiversidad. Además, siguiendo el mismo patrón se anunció la publicación de la Biblioteca nacional antiimperialista, un millón de ejemplares (sin tener definida al parecer todas las obras de que se compone).
Como expositores comparten espacio empresas privadas, fondos editoriales de instituciones del Estado, representaciones de países invitados, editoriales alternativas y de fundaciones, entre otros. Son una parte importante del evento pero su opinión no es consultada, ni ellos como actores se han organizado para intervenir en todo el ciclo de la feria.
El trabajo que implica un evento de estas dimensiones habla bien de sus organizadores, se logró coordinación con distintos sectores. Sin embargo, la undécima edición coincide con un contexto país complejo y no pudo escapar a ello. Lo más significativo, sin duda, el grave problema económico (caída del ingreso petrolero y desabastecimiento, para simplificar) y la fractura en las relaciones con Estados Unidos. La feria intentó ser plataforma de reflexión crítica, pero en una sola dirección, como señalamos arriba. No hubo pluralidad, de manera que asistimos a un monólogo.
Se dio una participación aproximada de 315 mil visitantes, según informa el ministro Iturriza. Ahora, le tocará medirse con la Feria del Libro de Caracas (se espera para agosto), con el Festival de la Lectura Chacao (posiblemente en noviembre) y con las ferias universitarias: la Feria Internacional del Libro Universitario de la ULA (FILU), convocada para junio, y la Feria Internacional del Libro UC (FILUC) prevista para octubre. De igual forma esperamos mayor apertura en estos eventos, de lo contrario se seguirán reservando espacios por separado sin la posibilidad del encuentro esperado.
Por último, señalamos lo siguiente, se debe superar el problema de la centralización; Caracas sigue siendo el gran centro y el interior la periferia en muchos sentidos, lo cual violenta el derecho de todos los venezolanos a una democracia cultural real. Se usan los gabinetes culturales regionales para replicar la Filven en los estados, pero el impacto es poco, en la misma proporción de la oferta en exposición y en actividades.
En la clausura del III Congreso Nacional de Cultura (1 al 5/10/2014) se decretó 2015 como el año de César Rengifo.
El 14 de mayo, en conmemoración de su natalicio, se celebra el Día nacional de la dramaturgia (desde el 2012).