Por Antonio Pérez Esclarín
“Peor que no tener vista, es no tener visión”, escribió Helen Keller, esa mujer extraordinaria que tras sufrir una penosa enfermedad cuando era una bebita de sólo 19 meses, quedó completamente sorda y ciega. Con la ayuda paciente de su profesora, Anne Sullivan, Helen aprendió a leer y comunicarse mediante el tacto, ingresó en la Universidad, se graduó y llegó a ser una exitosa escritora y excelente conferencista que recorrió el mundo despertando conciencias y sembrando amor a la justicia y a la vida.
La falta de visión de los que nos gobiernan, su soberbia, y el empecinamiento en su ceguera ha terminado por hundirnos en las tinieblas. Desoyeron y despreciaron las continuas advertencias de los ingenieros eléctricos y los técnicos que repetidamente alertaban del colapso del sistema eléctrico por la falta de mantenimiento e inversión y las desacertadas políticas; dilapidaron miles de millones de dólares y nos aseguraron que íbamos a disfrutar del mejor sistema eléctrico de América , y cuando resultó insuficiente culpar a las iguanas, zamuros, papagayos y opositores de los continuos apagones, decidieron modernizar las críticas y nos hablaron de un sabotaje cibernético o electromagnético, programado y ejecutado desde el imperio.
Resultado: hundirnos en las tinieblas. En el pensamiento bíblico, las tinieblas se asocian a la mentira, la hipocresía, la maldad, la muerte. De hecho, al Diablo se le llama “el príncipe de las tinieblas”. El evangelista Juan nos advierte que “todo el que obra mal aborrece la luz”. Por ello, los hijos de las tinieblas recurren a todos los medios para generar zozobra, inmovilidad, inactividad, miedo, y hasta, expertos en manipular, pretenden sacar dividendos de sus propios fracasos. Me cuentan que en Cuba, acostumbraban someter a la población a apagones de tres días o más y, cuando volvía la luz, la gente aplaudía y gritaba de júbilo, agradeciendo a Fidel el regreso de la luz. Es como si a uno le cortaran las piernas, y el mismo que se las cortó le regalara unas muletas y exigiera además que el agraviado le estuviera agradecido por ello.
Dios es la fuente de la luz y de la vida. Por ello, frente al imperio de las tinieblas, optamos por el Reino de la luz, que siempre se ha asociado a la vida, la alegría, el servicio, el amor. Por ello, aferrados a ese Dios Bueno, no nos resignamos y seguimos trabajando con renovados bríos, por derrotar la oscuridad.
En estos tiempos tan oscuros, necesitamos encender la luz de la creatividad, la organización, la esperanza y el compromiso. Convirtamos nuestra impuesta oscuridad en fuente de vida y de lucha como lo hizo Helen Keller. Recuperemos su vigor, su amor a la vida y la justicia y tratemos de disfrutar los numerosos motivos de gozo que nos depara la vida: “Yo, que soy ciega, tengo un consejo para los que pueden ver: usen sus ojos como si mañana fueran a perder la vista. Escuchen la musicalidad de las voces, los trinos de los pájaros, los poderosos acordes de una orquesta, como si el día de mañana fueran a quedarse sordos. Toquen y acaricien cada objeto como si mañana fueran a perder el tacto. Huelan el delicado perfume de las flores, deléitense con el sabor de cada bocado como si nunca más pudieran volver a oler ni a paladear nada”.
Y recordemos todos que “Nunca está más oscuro que cuando está a punto de amanecer”.