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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.
Alberto Vollmer en la Hacienda Santa Teresa
Foto: cortesía Alberto Vollmer.

Por Juan Salvador Pérez*.

En medio de la pandemia que tiene al mundo de cabeza, la economía ha sido uno de los sectores más afectados. En este contexto, los empresarios de todo el planeta y, en especial los venezolanos, que no solo deben sortear los retos de la Covid-19, sino también los de una sociedad en emergencia humanitaria compleja, buscan respuestas ante los grandes retos que plantea este nuevo escenario, hasta ahora desconocido.

Por eso, desde la revista SIC, quisimos extender este seriado de entrevistas especiales a empresarios y conocer sus opiniones acerca de tres temas que creemos son fundamentales – ahora más que nunca- en esta nueva realidad mundial: La solidaridad, el trabajo y la pobreza.

En esta oportunidad contamos con los aportes de Alberto Vollmer, presidente ejecutivo de Ron Santa Teresa y fundador del proyecto Alcatraz, un programa de reinserción social para jóvenes con problemas de conducta que ha logrado desarticular a 10 bandas delictivas y disminuir el índice de violencia en el municipio Revenga, estado Aragua. En 1996 se tituló como Ingeniero Civil de la Universidad Metropolitana. Y, antes de iniciar sus responsabilidades en Ron Santa Teresa, trabajó en programas dedicados a la construcción alternativa en zonas humildes de Caracas.

Trabajo. Enrique Shaw -empresario que actualmente se encuentra en proceso de beatificación- decía que los empresarios debían “crear trabajo… y cuanto más eficiente sea nuestra labor, más recursos tendrá la Providencia para repartir entre los pobres y necesitados”. ¿Qué significa para usted crear trabajo?

Una noche, rezando con mis hijos antes de dormir, hablábamos de las obras de misericordia: darle de comer al hambriento, darle de beber al sediento, vestir al desnudo, abrigar al que tiene frío, techo al que no tiene casa, etc. A la mañana siguiente en camino al colegio, mi segundo hijo, que en ese momento tenía 5 años, me preguntó:

– Papá ¿cómo se hace eso que hablábamos anoche? ¿Si vemos a alguien descalzo en la calle uno se para y le da los zapatos? ¿Cómo se hace?

Yo le respondí:

– Sí, hay que buscar esa oportunidad, no hay que dejarlas pasar y dar y desprenderse de alguna forma de lo que uno tiene para ayudar a esas personas.

Después de dejarlos en el colegio me quedé pensando acerca de su reflexión.

Esa noche, cuando rezábamos, otra vez antes de ir a dormir le dije a mi hijo:

-Alberto, sabes que se me prendió un bombillo y creo que tengo una mejor respuesta a la pregunta de esta mañana. La respuesta es: ayudamos con empleo.

– ¿Y qué es “empleo”? Me preguntó.

Empleo es cuando le das trabajo a la gente. Hoy en día el empleo formal es la forma más eficiente de reducir la pobreza, porque con un empleo formal no solamente le das comida, techo, abrigo, ropa, también les das seguros médicos, o sea salud, les das un nivel social que les permite proyectar y mirar hacia adelante. Les das educación.

El empleo formal y el trabajo es la mejor forma de incluir a los pobres, de repartir entre los más necesitados y generar riquezas para todos.

Pobreza. La filósofa española Adela Cortina ha venido planteando que existe una suerte de rechazo cultural a la pobreza, aporofobia (fobia – temor al pobre) lo define ella, y nos hace una invitación a superar esta conducta excluyente y antidemocrática. ¿Cómo debemos actuar ante la pobreza? ¿Qué debemos hacer ante esta realidad?

Para mí la respuesta tiene que ver con “la mirada”. Mirarnos como iguales. Cuando llegas al mundo sin conocerlo y además con la sensación de que tienes más que el otro, uno se siente culpable. Esa culpa, en muchos casos, deshumaniza y la clave no está en tener más o menos, está en entenderse como igual al otro. Eso para mí se logra a través de la mirada, no solo con los ojos, sino con el cuerpo, con las expresiones faciales, es un tema de verse como iguales.

Yo soy blanco y muchas veces me ha tocado entrar en cárceles y en lugares en los que uno es totalmente diferente, por el color, por la forma de vestir y expresarse, pero uno tiene que buscar la manera de establecer la igualdad a través de la mirada.

Cuando se logra entonces ese click entre almas, que se logra a través de la mirada, se rompe entonces con la diferencia y después de un corto tiempo las personas se olvidan del color, de la clase social, llegando incluso a convertirse en hermanos.

Además de eso, tenemos el tema del temor. El temor es una forma de desprecio, no debemos mirar al otro ni con miedo, como a una fiera, ni con desprecio por ser distinto. Uno debe lograr controlar ese temor, que es un instinto de preservación, pero justamente, ¿preservarse de quién? ¿De una persona que uno ve como inferior? El reto está en buscar el equilibrio, en controlar el temor, en mirar al otro como un par.

El otro gran reto es cómo hacer para sacar a alguien de la pobreza; y esto también tiene que ver con la mirada. Cómo ve uno el potencial de ese individuo, cómo lograr justamente que esa otra persona tenga mayores aspiraciones.

Y aquí viene mí otra anécdota que tiene que ver con el Proyecto Alcatraz. Cuando nuestros muchachos entraron al proyecto tenían también su paradigma de pobreza, pero cuando empezaron a jugar rugby con muchachos universitarios y se hicieron amigos a través del Tercer Tiempo, resulta que sus estándares también cambiaron y en muy poco tiempo teníamos a muchos de los muchachos del Proyecto, que escasamente tenían bachillerato, queriendo terminar sus estudios para entrar en la universidad. De hecho, muchos terminaron su bachillerato simplemente porque a través de esa mirada, de ese contacto, de esa relación, empezaron a aspirar más y a entenderse capaces de más y allí vuelve la mirada, la mirada hacia el otro y hacia uno mismo.

También a través del Proyecto Alcatraz entendimos que podemos propiciar que las personas sueñen con su futuro y al tener un objetivo, una meta que alcanzar, empiezan a trabajar para conseguirla, y eso necesariamente pasa por aprender nuevas cosas, con prepararte, con cambiar creencias o formas de hacer las cosas por unas nuevas que te permitan avanzar. A veces no nos damos cuenta que en ambientes donde hay mucha limitación y carencia es difícil pensar más allá del día a día.

Los jóvenes que estaban en delincuencia, cuando llegan al Proyecto, piensan que su esperanza de vida es muy corta. Una de las tareas iniciales es que piensen qué quieren hacer y dónde quieren estar en cinco años, un plazo impensable para ellos, pero cuando comienzan a decir lo que les gustaría ser en ese tiempo, una puerta se abre para el crecimiento, para el cambio. Entonces, inspirar y animar a conseguir esos sueños, que no es más que pensar en el mediano y largo plazo, es algo que también podemos y debemos hacer para ayudar a vencer a la pobreza.

Solidaridad. Alguna vez leí una frase de José Antonio Marina, que decía: “En el mundo de los hombres, Dios actúa a través de los hombres”, es decir, el llamado que nos hace Dios es a estar presentes en el mundo y actuar. La palabra solidaridad, tan de moda, tan en uso, es un derivado del adjetivo latino solidus (sólido, firme, compacto). ¿cuál es hoy el llamado a la solidaridad para un empresario en términos concretos?

En términos concretos el llamado de solidaridad para un empresario hoy en día es a resistir, aguantar y sobrevivir en una Venezuela que se ha visto desmoronada en la generación de valor, es buscar la forma de subsistir para poder definir la ruta de la prosperidad, porque es allí donde los seres humanos pueden surgir y crecer.

Lo que viene en estos momentos en Venezuela es una reducción del ingreso petrolero, probablemente estamos en medio de una transición de una economía petrolera a una economía diversificada, donde el sector privado va a tener una responsabilidad mucho más fuerte que la que tuvo o ha tenido en este siglo petrolero que ha durado casi 100 años, donde ya el empresario no puede estar en los márgenes de la economía, sino que va tener justamente que halar la carreta de la economía.

Vamos a requerir de mucha solidez, que es el origen de la palabra solidaridad, para poder sobrevivir esta dura crisis, tenemos que desempeñar un papel mucho más importante, de mayor liderazgo y valores más robustos, para seguir generando empleos y riqueza para Venezuela.

La solidaridad del empresario trasciende sus propias barreras. No basta con solo dar empleo, hay que acompañar a todos los que lo acompañan en ese viaje de ser empresa, porque la necesidad es infinita y el compromiso tiene que ser cada vez mayor, si queremos transformar a nuestras organizaciones y nuestro país.

Nosotros en Santa Teresa no concebimos nuestro crecimiento de espaldas a la comunidad que nos ha acompañado por más de 220 años de historia. Esa es la filosofía que sentimos que tiene que liderar Venezuela como ejemplo hacia el futuro. Aquí, durante años, hubo empresas que no hicieron retribuciones sociales ni económica al país, por el contrario, le hicieron mucho daño. Por ello, y por toda la dificultad que estamos viviendo, tenemos la necesidad de hacer un esfuerzo incluso más grande del que estamos haciendo para poder sacar nuestras organizaciones adelante y poder acompañar a toda una nación a que vuelva a encontrar un sendero de bienestar, de paz y de progreso.

*Abogado. Magister en Estudios Políticos y de Gobierno. Miembro del Consejo de Redacción SIC.

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