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¿Venezuela bajo la sombra del militarismo?

Alfredo Infante sj

“El gobierno de calle” ha anunciado dejar a su paso  una ciudad con fuerte presencia del ejército, la GNB y la Policía Nacional en el contexto del plan Patria Segura. Esta cuestionada estrategia militar de “seguridad ciudadana”, me trae a la memoria el comentario que un amigo, politólogo e historiador, hiciera al contemplar el funeral del finado Presidente Sr Hugo Rafael Chávez Frías. Observaba el analista una diferencia simbólica importante entre los dos  recorridos que se hicieron con el cuerpo del expresidente de la República; el primero desde el hospital militar hasta los Próceres y el segundo desde  los próceres al cuartel de la Montaña. El primer trayecto se recorrió como una procesión, fue un acto cívico-religioso donde el pueblo cargó y lloró a su líder carismático y el segundo, en cambio,  fue un acto estrictamente político- militar en el que el pueblo a lo más fue un espectador. Ante los hechos, el agudo analista, lanzó una hipótesis, “creo que el segundo recorrido nos señala el derrotero del nuevo momento del país: “un gobierno militar con rostro civil”.

caracas militarizada

Lamentablemente los hechos parecen constatar la hipótesis antes mencionada. El martes 14  de Mayo, el Correo del Orinoco reseña en primera página que “La Fuerza Armada salió a la calle para garantizar seguridad” y explica que “El presidente Nicolás Maduro activó ayer el Plan Patria Segura en varias parroquias del Distrito Capital y el estado Miranda, con el despliegue de 3 mil funcionarias y funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, el Sebin, la PNB y algunos cuerpos de seguridad municipales”.

La idea, según el Presidente Maduro, es continuar con los estados Carabobo, Lara y Zulia hasta hacerlo extensivo a todo el país y para ello cuenta con las Milicias Nacional Bolivarianas que,  según sus estimaciones, suman un total de 400 mil milicianos y milicianas, y representan “un enlace natural entre este plan de patrullaje y el Movimiento por la Paz y la Vida, porque es el pueblo en su barrio, uniformado y preparado para la defensa de la patria”.

El discurso presidencial entorno a la seguridad es ambiguo. El uso del término defensa de la patria nos coloca en otro campo semántico y cabe la pregunta ¿es una estrategia de seguridad ciudadana o una estrategia de defensa de la patria? Mientras las estrategias de seguridad ciudadana deberían garantizar las condiciones para la convivencia pacífica y proteger la vida y la integridad de los ciudadanos haciendo uso de las policías y las instituciones públicas en una respuesta integral de largo aliento para reducir la impunidad, la delincuencia y el crimen organizado ; la lógica de la “defensa de la patria” parte del supuesto de que hay que combatir a un enemigo que atenta contra los intereses de  la nación  y, en consecuencia, les coloca en un escenario de conflicto político en el que se justificaría desde la razón de Estado el uso de la FANB para resguardar el orden establecido.

Por otro lado, en la edición del lunes 13 del Correo del Orinoco, llama poderosamente la atención que  la reseña que se hace del programa de José Vicente Rangel  resalta afirmaciones y comentarios preocupantes que indican una supuesta fractura al interior de la FANB. El hecho de que un vocero del chavismo reconozca ante la opinión pública cierta tensión interna en la FANB es una novedad, su discurso siempre ha sido de unidad inquebrantable. Según Rangel “por primera vez desde los sucesos de abril de 2002 se observan movimientos extraños; ejemplo, reuniones en distintos lugares con cualquier pretexto, como los estados Carabobo, Vargas, Aragua y otros”.

De agudizarse estas dinámicas- por un lado, por parte del gobierno  la militarización de la seguridad ciudadana en la lógica de la defensa de la patria, y por el otro, la conexión de actores  radicales de la oposición con  sectores de derecha de las FANB- la convivencia democrática y la paz social estarían amenazadas. Cualquier salida de facto sea de izquierda o de derecha es un camino ciego que atenta contra el Estado de derecho y nos pondría al borde de un conflicto armado sin precedentes. Los ciudadanos de a pie no podemos resignarnos a que fuerzas extremas decidan por nosotros. Es urgente abrir los canales del diálogo democrático y llegar a un acuerdo de convivencia pacífica. La paz social es un bien público del que todos somos responsables.

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