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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Tres escenarios

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Foto: El Informador

Gonzalo Oliveros Navarro | @barraplural

Esta semana, un amigo me afirmó que el interés del señor Maduro en avanzar con sus parlamentarias estribaba en la necesidad de que le validen los contratos que ha suscrito con algunas naciones que, debiendo pasar por la Asamblea Nacional, no lo hicieron. No tengo duda alguna de que ese es un objetivo, pero, el mismo, se encontrará con algunos problemas.

De realizarse el evento comicial hasta ahora convocado, la situación planteada para quienes se afirmen representantes del Poder Legislativo venezolano no será fácil.

Seguramente, ocurrirá que una parte de la comunidad internacional –que hoy en día reconoce la gestión del señor Maduro- respaldará a quienes ese día tomen posesión de las instalaciones adyacentes a la caraqueña ceiba de San Francisco. Por su parte, muy probablemente, buena parte de quienes hoy respaldan el accionar de la Asamblea Nacional que preside Guaidó, desconocerán esa elección y ratificarán su respaldo a éste y, finalmente, quizás algún país afirme que no reconoce el accionar de ninguno de ellos, por haber llegado a su término la gestión Guaidó y no cumplir estándares internacionales la elección parlamentaria decembrina. A esa situación habremos de enfrentarnos.

El problema, nadie lo dude, habrá de presentarse cuando se haga finalmente efectiva la transición, en cuyo caso entrará en discusión el tema de los acuerdos suscritos a partir del 5 de enero de 2016 –fecha en que inició su período la actual Asamblea Nacional- por lo que corresponderá a los tribunales decidir las respectivas controversias, bien internamente, bien allende nuestras fronteras. Serán finalmente estos, como está ocurriendo en la actualidad con el oro que reposa en el Banco de Inglaterra, los que dilucidarán -conforme a su interpretación- quién tiene la razón.

Mientras tanto, todo venezolano de buena fe que tiene interés en proteger los activos del país, atento debe estar –como hasta ahora lo ha estado la Asamblea Nacional- para tratar de defender los intereses nacionales.

Estos más de veinte años, el país ha sido vilmente expoliado por el chavismo-madurismo. Si en algo han sido exitosos es en eso. No hay obra pública, de ninguna naturaleza en Venezuela, que permita justificar el dineral que se recibió y que no se ve reflejado en nuestra tierra, no solo producto del ingreso petrolero sino también de créditos recibidos en una política irracional de endeudamiento cuando los precios del petróleo estaban en los niveles más altos conocidos.

La elección parlamentaria no resolverá nuestros problemas, más aún, quizás los agrave y, dentro de ellos, que nadie lo dude, está lo concerniente al tema crediticio de la república. Alguien responderá por ello.

 

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