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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Seis décadas apostando por la educación de niños, niñas y jóvenes de Petare

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Organización Social Católica San Ignacio

Betzhabet Melo

Sesenta años de trabajo continúo cumple este 21 de febrero la Organización Social Católica San Ignacio (Oscasi). Nació en 1958, cuando el país estaba abriéndose a la democracia. “Era un contexto marcado por la inquietud de hacer muchas cosas por el país”, asegura Juancho Pérez, actual presidente de la institución.

Oscasi surge gracias la iniciativa de un grupo de madres del colegio San Ignacio de Loyola (en Caracas) quienes junto al sacerdote jesuita Jenaro Aguirre -luego de un espacio de discernimiento y oración- idean un proyecto formativo que consistiría en la puesta en marcha de preescolares y hogares de cuidado diario para atender a niños y niñas de Petare.

En ese entonces, Petare no era el gran barrio urbano en el que se ha convertido ahora, era más parecido a un pequeño poblado rural, considerablemente desatendido en el ámbito social, especialmente en lo educativo. Por eso, el foco de atención de Oscasi es y siempre ha sido Petare, asegura Juancho Pérez.

Entre los años 80 y 90, para garantizar el empoderamiento de sus participantes, la organización da un giro en la atención prestada hasta entonces. Es así como convierten sus espacios formativos en lo que ellos llaman “Educación Alternativa”, donde se atienden a niños, niñas y jóvenes desescolarizados con el fin de niverlarlos y luego apoyarlos en el proceso de integración al sistema de educación formal. Tarea que, asegura su presidente, han cumplido a cabalidad, con el cien por ciento de los atendidos. Si embargo, en este sentido, siguen trabajando para lograr un seguimiento más a largo plazo de quienes son insertados, para constatar que efectivamente logren la meta de culminar el bachillerato o el técnico medio, según sea la oferta de la institución donde continúen sus estudios.   

Juancho Pérez afirma que la infancia atendida tiene una o más de estas tres características: 1) Provienen de familias disfuncionales, 2) Son extranjeros o hijos de extranjeros y no cuentan con papeles, 3) Situación de extrema vulnerabilidad social y pobreza. Condiciones que dificultan que, por sí solos, logren una educación digna.

En el barrio, la organización identifica a quienes están en esta situación y los animan a participar en el programa, que no sólo ofrece atención educativa, sino que también facilita útiles, uniformes, y la alimentación correspondiente al desayuno, almuerzo y una pequeña merienda, garantizando así que no haya excusas para no estudiar y aprovechar la oportunidad brindada.

La situación de precariedad en la que viven estos niños, niñas y jóvenes, también los afecta psicológicamente en su manera de relacionarse con ellos mismos y con otros, incluso con su entorno. Es una lucha permanente para que mantengan y cuiden sus espacios, para que no boten basura, pedirles esto es ir contra corriente en un ambiente donde el descuido es lo que prevalece, explica el presidente de Oscasi. Por ello, también se han preocupado por establecer alianzas con otras instituciones como es el caso de la Universidad Metropolitana, quienes a través de su Escuela de Psicología dan apoyo permanente a los participantes del programa.

De la misma forma, como obra de inspiración cristiana, la dimensión espiritual también se cultiva en el programa. Para ello, cuentan con el acompañamiento pastoral de los sacerdotes jesuitas Miguel Matos y Miguel Centeno.

Actualmente, Oscasi gestiona 2 Escuelas Alternativas en Petare, donde atienden alrededor de 150 niños, niñas y jóvenes que cuentan con el cuidado y la formación de unos 24 docentes, a lo que se suma el personal directivo, administrativo y logístico de la organización

Seguir manteniendo viva la obra es una de sus principales retos, lo cual en los últimos años ha sido cuesta arriba debido a las dificultades logísticas que implica mantener activo un comedor que garantice desayunos y almuerzos para 150 personas de lunes a viernes. Esto, así como el sostener a un equipo de trabajo de unas 40 personas es una tarea titánica y llena de obstáculos que se superan día a día con el aporte de la empresa privada y exalumnos del colegio San Ignacio, quienes con sus donaciones hacen posible todo este trabajo.

Otro de los retos, en los que ya se viene trabajando, es la vinculación de los estudiantes del colegio San Ignacio con el proyecto. Juancho Pérez comenta que, aunque hasta ahora no habían hecho énfasis en esta arista del trabajo que realizan, el equipo cree que es de vital importancia, ya que es una forma de vincular y empoderar a los estudiantes con la labor de Oscasi, así como sensibilizarlos, dándoles la oportunidad de conocer, interactuar y dialogar con una realidad diferente a la de ellos. También los ayuda a interpelarse y a descubrir cómo pueden ser útiles en la construcción de una sociedad más justa y humana.  

Si desea colaborar en esta tarea de dignificación educativa de niños, niñas y jóvenes petareños, le invitamos a visitar la página web de la institución www.oscasi.org, donde encontrará más detalles sobre el trabajo que desarrollan y las diversas formas que hay de aportar a la permanencia de esta obra que arriba a sus 6 décadas de vida.  

 

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