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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Paz en medio del tiroteo

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Luisa Pernalete

“Yo estoy aprendiendo mucho. Hasta mi hija, cuando ojeo mi carpeta del curso, me dijo que yo le tenía que enseñar todo eso”. Esto comentó Marilyn, una de las Madres Promotoras de Paz (MPP) del Estado Miranda que se forma para acompañar a víctimas de la violencia sexual y urbana, en alianza con la organización Médicos Sin Fronteras (MSF).

Titulo esta  columna “Paz en medio del tiroteo”, porque  en este país vivimos siempre como en medio de un tiroteo, andamos con miedo de que nos pase algo, y de hecho, si se vive en una zona popular, cualquiera puede quedar en medio de una balacera con balas de verdad. Esto lo contaba una maestra de Fe y Alegría de una escuela en el municipio Libertador. Y aún sin pasar por esto, estamos afectados por la violencia urbana.

No es por casualidad que estamos formando personas para auxiliar a esas víctimas.  De allí la alianza con MSF. La violencia se puede prevenir, reducir y hasta erradicar. Mientras muchos trabajamos por ello, hay que ayudar a los sobrevivientes de eventos violentos, a reducir su sufrimiento y a superar los efectos de esa violencia. Por eso este “postgrado” para madres que ya han participado en el curso básico que ofrece Fe y Alegría a mujeres de comunidades populares.

El curso tiene 5 módulos que contempla, entre otras cosas,  identificar efectos de la violencia, cómo dar los primeros auxilios psicológicos a las víctimas, construir rutas de atención, la importancia de registrar y sistematizar, hacer visibles las secuelas de la violencia sexual – tema del que se habla poco -, cómo tener una escucha que ayude a los afectados, algo así como 0800 Te escucho. En fin, es un complemento ideal para las MPP.

No voy a detenerme en la profesionalidad del equipo de MSF, porque basta con saber cómo prepararon este curso para nuestras madres y para docentes de nuestros colegios, el tiempo que dedicaron a estudiar nuestra realidad,  las consultas que realizaron, el respeto con el que tratan a las participantes, es para que uno los valore, aún si no supiéramos lo que MSF ha significado para los países con emergencias en salud y catástrofes naturales. ¡Dios los siga acompañando!

Quisiera compartir algunas reacciones de las participantes, y después, espero sea pronto, compartiré las resonancias de este formación en las comunidades y escuelas donde viven y/o laboran las participantes. Por ahora el curso se está dando en el estado Miranda y en el municipio Libertador. Luego, Fe y Alegría lo repetirá en el interior, pues ¿quién no tiene una víctima de la violencia sexual o urbana a su lado? Todas necesitan una mano extendida.

Mónica, por ejemplo, representante de un colegio de Petare, comentaba que ahora cuando atiende a alguien en su trabajo, si la ve angustiada, le hace algunas preguntas para que se calme, y no emite juicios anticipados. “Me acuerdo de lo tratado en el tema de los primeros auxilio psicológicos, sobre no lanzar nuestras interpretaciones”. Otra reconocía que en su familia han tenido casos de violencia sexual que no han sabido tratar pero ella va a ayudar. Es esperanzador el interés que estas madrees están poniendo en su preparación. Saben, por ejemplo, que ante una violación, hay que correr para que en las siguientes  72 horas la  víctima tenga atención médica, incluso antes de la denuncia. Para ello todas deben tener a mano un lugar a dónde acudir, un sitio para que  atiendan esas emergencias, ¿y si es fin de semana?  ¿y si es de noche? Hay que construir esas rutas. Esto solo por dar un ejemplo de lo ya trabajado.

No se trata de graduar terapeutas en 5 fáciles lecciones. Estamos claras cuál es el papel. Hay personas que necesitarán atención profesional,  puede bastar con el psicólogo del colegio o con los médicos, pero ese puente  hay que tenerlo. En la escuela y en la comunidad se debe conocer qué hacer para acompañar al que sobreviva.

No ayuda a parar las balas ni detiene a los violadores y abusadores, pero dar la mano a los sobrevivientes es encontrar un poco de paz en medio del tiroteo.

 

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