Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
El Papa fue recibido por la presidenta, Kersti Kaljulaid en el palacio presidencial, allí desde el Jardín de las Rosas, Francisco se dirigió a los 200 representantes de las autoridades, sociedad civil, y cuerpo diplomático. En su discurso recordó los diversos períodos de la historia estonia, donde el pueblo soportó duros sufrimientos y tribulaciones.
“Luchas por la libertad y la independencia que siempre se veían cuestionadas o amenazadas. Sin embargo, en los últimos poco más de 25 años, en los que, Estonia ha reingresado con título pleno en la familia de las naciones, la sociedad del país ha dado “pasos de gigante” y aunque si es una pequeña nación, se encuentra en primera línea en el índice de desarrollo humano, en su capacidad de innovación, además de demostrar un alto nivel en lo relativo a la libertad de prensa, democracia y libertad política”.
Estonia ha estrechado además vínculos de cooperación y amistad con varios países. Ser tierra de la memoria, dijo Francisco, es animarse a recordar que el lugar que han alcanzado hoy día es gracias al esfuerzo, al trabajo, al espíritu y a la fe de vuestros mayores. Cultivar la memoria agradecida permite identificar todos los logros de los que hoy gozan con una historia de hombres y mujeres que lucharon para que esta libertad fuera posible, y que a su vez les desafía a rendirles homenaje abriendo caminos para los que vendrán después.
Bienestar y vivir bien no siempre son sinónimos
Como lo señaló Francisco al inicio de su ministerio como obispo de Roma, «la humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 52); sin embargo, dijo hoy el Papa en su discurso, es necesario recordar con insistencia que el bienestar y el vivir bien no siempre son sinónimos.
“Una de las consecuencias que podemos observar en nuestras sociedades tecnocráticas es la pérdida del sentido de la vida, de la alegría de vivir y, por tanto, un apagarse lento y silencioso de la capacidad de asombro, lo cual sumerge muchas veces a los ciudadanos en un cansancio existencial. La conciencia de pertenecer y de luchar por otros, de estar enraizados en un pueblo, en una cultura, en una familia poco a poco se puede perder privando, especialmente a los más jóvenes, de raíces desde donde construir su presente y su futuro, ya que se les priva de la capacidad de soñar, de arriesgar, de crear”.
El Santo Padre dijo que poner toda la confianza en el progreso tecnológico como única vía posible de desarrollo puede provocar que se pierda la capacidad de crear vínculos interpersonales, intergeneracionales, interculturales. En definitiva, afirmó, ese tejido vital tan importante para sentirnos parte los unos de los otros y partícipes de un proyecto común en el sentido más amplio de la palabra. De ahí que una de las responsabilidades más importantes que tenemos todos aquellos que asumimos una responsabilidad social, política, educativa, religiosa radica precisamente en cómo nos convertimos en artesanos de vínculos.
La Iglesia contribuye en la fecundidad de la tierra
Francisco dijo que una tierra fecunda reclama escenarios desde los cuales arraigar y crear una red vital que sea capaz de hacer que los miembros de sus comunidades se sientan “en casa”. Por tanto, no existe peor alienación que experimentar que no se tienen raíces, que no se pertenece a nadie. Una tierra será fecunda, un pueblo dará fruto, y podrá engendrar el día de mañana, dijo por último, solo en la medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros, que cree lazos de integración entre las generaciones y las distintas comunidades que la conforman; y también en la medida que rompa los círculos que aturden los sentidos alejándonos cada vez más los unos de los otros. En este esfuerzo, el Papa recordó que cuentan siempre con el apoyo y la ayuda de la Iglesia católica, pequeña comunidad entre ustedes, pero con muchas ganas de contribuir a la fecundidad de esta tierra.
Fuente: vaticannews.va