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Mi vida en la UCAB: Corina Yoris Villasana

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Por Corina Yoris Villasana

CORINA YORIS VILLASANA

Celebrar los 66 años de la UCAB es celebrar una gran parte de mi vida. Cuando ingresé a ella, era muy joven, conocí gente que hoy solo se sabe de ellos porque en algunos casos hay salones, auditorios, cátedras fundacionales que llevan su nombre.

 

Celebrar el cumpleaños de la UCAB es recordar al padre P.P. Barnola, sj, amigo muy cercano de mis padres; es haber disfrutado de la compañía y amistad del padre L. Pinto Salinas, sj, del hermano G. Lanz, sj, del padre Olariaga, sj, del padre J. C. Ayestarán, del padre L. Olaso, del padre F. Pérez Llantada. Fui alumna de J. Gazo, sj, de J. Olza, sj, de Fernando Arellano, sj, quien además dirigió mi tesis en Letras y fue jurado de la tesis de Filosofía; tuve el privilegio de ser alumna de Efraín Subero, de Pierantoni, de Elizabeth Auvert, de Lyl Barceló, de Rocío Núñez. De F. Arrau en Filosofía, de M. Sambarino, uno de los grandes del pensamiento Latinoamericano del siglo XX. Compañeros que han sido mis amigos eternos, Rafael Hernández Sánchez-Ocaña, Horacio Biord Castillo, Francisco Javier Pérez. ¡Cómo no mencionar a Guido Arnal, mi profesor y luego Rector!; al padre C. Reyna, ex Rector; al legendario S. Vera Izquierdo. Obviamente se me van a quedar nombres en el teclado, pero a todos quienes constituyeron parte de mi formación también les estamos celebrando el cumpleaños.

Muchos dirán a esta altura que se me han quedado algunos nombres muy vinculados conmigo. No, los dejé para los últimos párrafos. Imposible desligar de mi vida ucabista a Luis Ugalde, sj, ex Rector y gran amigo; José Virtuoso, sj, actual Rector; mi queridísimo Mikel De Viana, sj, exilado desde hace ya unos cuantos años; el inolvidable Hermann Oropeza, sj, quien gritaba, cuando yo entraba al Instituto de Historia, “Sáquenla de aquí”, pero corría a hablar un rato conmigo. Aquel vozarrón y ese corazón tan espléndido nunca se borrarán de mis mejores recuerdos. Gustavo Sucre, sj. Uno de los grandes de la UCAB y, por supuesto, al incomparable Rafael, Baquedano, sj, BAQUE.

 

Y, ¿Arruza? Bueno, Arruza fue mi papá. Me llevó al altar cuando me casé con Eduardo; años más tarde, casó a una de mis hijas; le dio la Primera Comunión a dos de mis hijos; las innumerables anécdotas que tengo de Arruza, no caben estas líneas. Hoy, en estos 66 años de la UCAB, debe haberse asomado por algún pasillo para ver cómo andan las cosas en la universidad. A todos ellos y a quienes no nombré, no por olvido, sino por espacio, les deseo también un feliz aniversario ucabista. Siento que mi vida no puedo separarla de la UCAB. Aquí he vivido y sigo viviendo momentos inmejorables, irrepetibles, es mi casa, mi familia. Crecí, me formé, trabajé y sigo trabajando en la UCAB. Jubilada, pero activa.

Contradictorio, no. La UCAB lo permite.

 

 

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