Por Francisco R. Pastoriza
Lo que cuentan el periodismo y los libros sobre los acontecimientos de la Historia no siempre responde a la realidad objetiva de los hechos. Y no sólo por la perspectiva ideológica desde la que son abordados por historiadores, investigadores y periodistas sino porque en ellos intervienen fuerzas que influyen en los resultados beneficiando a unas partes y perjudicando a otras; fuerzas ocultas de las que nadie sabe, sino sus responsables, cómo han influido en realidad en esos acontecimientos y en las personas que los han protagonizado.
Tampoco la literatura tiene la llave de la verdad cuando recrea hechos históricos, aunque se acerque a ellos con verosimilitud. Pero lo que sí tiene la buena literatura es que hace al lector reflexionar sobre esos acontecimientos y dudar sobre las verdades, las oficiales y las otras. Es lo que hace la última novela de Mario Vargas Llosa, “Tiempos recios” (Alfaguara).
En uno de los capítulos iniciales de “Tiempos recios” se incluye una cita de “Propaganda”, un libro del publicista norteamericano Edward L. Bernays publicado en 1928, que advierte sobre la historia que se cuenta aquí: “La consciente e inteligente manipulación de los hábitos organizados y las opiniones de las masas es un elemento importante de la sociedad democrática. Quienes manipulan este desconocido mecanismo constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder en nuestro país”.
El propio Bernays se encargó de ponerlo en práctica alertando falsamente a través de importantes medios sobre la llegada del comunismo a Guatemala, con el fin de beneficiar a empresas como la United Fruit. Actualmente se habla mucho de las fake news, pero ya en el periodismo de aquellos años las noticias falsas y la manipulación de la realidad influían de manera decisiva en los acontecimientos de la sociedad de entonces, y esta novela viene a demostrar el poder de las fake ya en aquellos años.
“Tiempos recios” es una aproximación a los sucesos que convulsionaron Guatemala y la República Dominicana en las décadas 50 y 60 del pasado siglo, cuando una serie de pronunciamientos apoyados por los Estados Unidos a través de la CIA y de sus embajadas propiciaron la llegada de dictaduras militares que sumieron a estos países en la pobreza, la explotación y la violencia y evitaron que se aplicaran medidas sociales capaces de sacarlos de la miseria.
Vargas Llosa se mantiene fiel a los acontecimientos históricos elaborando un relato que recuerda a sus mejores novelas tanto en la narración de los hechos como en su estilo y en la estructura del texto (flashbacks, acciones simultáneas no coincidentes en el tiempo y el espacio, como la del capítulo VII). Lo hace a través de algunos de los personajes que fueron protagonistas desde el poder o desde esas fuerzas ocultas que manipulan la realidad para imponer a un país una voluntad política y económica ajena a sus intereses.
Dos son los protagonistas centrales de esta historia, ambos personajes reales. Una mujer, Marta Borrero Parra, conocida como Miss Guatemala (un apodo familiar, porque nunca había sido Miss), amante del presidente Carlos Castillo Armas, el coronel que derrocó en 1954 al liberal progresista Jacobo Árbenz y que tres años más tarde acabó asesinado por los mismos promotores de su asonada. El otro es un agente de la CIA, Johnny Abbes García, cuya relación con Marta Borrero coloca al lector entre las dudas y las certezas de los acontecimientos que ambos vivieron desde las inmediaciones del poder. Dos personajes fascinantes que van entrelazando relatos de traiciones y deslealtades, de pasiones e infidelidades, de crímenes y atentados, sobre los que serpentean relaciones de amor y de sexo, que jalonan una historia en la que se ponen de manifiesto las maniobras de la CIA para instaurar gobiernos que beneficiaron a intereses políticos y económicos de los Estados Unidos. Y para derrocarlos cuando ya no servían a estos intereses.
El capítulo final, una entrevista real de Vargas Llosa con la octogenaria Miss Guatemala en su casa de Washington, sirve de perfecto colofón para ejemplificar esas incertidumbres que recorren la Historia y ponen en duda los relatos más aparentemente documentados. Y para introducir la tesis que subyace en esta novela: que el golpe que derrocó a Árbenz en Guatemala y las dictaduras militares que se implantaron en Iberoamérica arrojaron a Cuba en brazos de la Unión Soviética y retrasaron decenios la democratización del subcontinente.
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