Luis Fuenmayor Toro
Sin lugar a dudas que el Gobierno salió victorioso de su, hasta ahora, última batalla: la elección e instalación de la Asamblea Nacional Constituyente. Quien lo niegue está actuando afectivamente y no con su corteza. cerebral. Esta afirmación no significa que la guerra política terminó; faltan todavía muchas otras batallas. Sin embargo, el régimen actúa en función de su proyecto y de las actividades que se ha planteado realizar. La destitución de la Fiscal General constituía un objetivo fundamental, se volvió una cuestión de principios, más por su significado político interno y externo que por otra cosa. Castigar en forma ejemplar la disidencia les es vital para evitar abandonos similares en el futuro. Luisa Ortega Díaz no sólo es una disconforme con las políticas y actividades del proceso actual, sino que retó valientemente las acciones asumidas por la macolla gubernamental, desenmascaró al sistema existente y a sus conductores, por lo que tenía que sufrir las consecuencias más agrias. No me queda duda de que tratarán de exterminarla, incluso como persona.
El Gobierno parece, o por lo menos cree, disponer de suficiente fuerza y estabilidad interna, incluido el respaldo de la FAN, para pasarle por encima a toda disidencia y oposición, pero no actúa alocadamente a pesar de tener sus locos de atar. Ya devolvió a Antonio Ledezma y a Leopoldo López al estado de “casa por cárcel”, luego de haber castigado incumplimientos de acuerdos previos. Esto implica que no procede sin tomar en consideración sus fuerzas y las de sus muchos adversarios, nacionales e internacionales. No ha actuado como sus extremistas querían contra la Asamblea Nacional, lo que no significa que no lo hagan más adelante, pero es un indicador de una moderación que, aunque no deseada realmente, se le impone por la correlación de fuerzas. Sigue el proceso de convocatoria de las elecciones regionales y el de legalización de los partidos, cuando todos sabemos que le tiene terror a medirse electoralmente en las condiciones en que lo hacía.
Internacionalmente, las declaraciones de EEUU constituyeron una ayuda, pues golpearon los planes de la MUD de creación de un gobierno paralelo. Sin embargo, ha recibido dos golpes importantes: la expulsión de MERCOSUR, hasta que la democracia se restaure a juicio unánime de sus integrantes, y las declaraciones recientes del gobierno colombiano. Santos, primero, y Holguín después, han señalado que no reconocen a la ANC, lo que significa que no reconocen al Estado venezolano, y que el gobierno de Maduro ha traspasado la “línea roja” en su conducta dictatorial. Esto ha venido aderezado con declaraciones colombianas del “gravísimo” problema que significan las migraciones de venezolanos a Colombia y al resto de América Latina y por opinadores de cierto nivel, que hablan ya sin tapujos de la necesidad de que Colombia venga a poner orden.
El levantamiento militar ocurrido en Paramacay es otro revés de las políticas y acciones gubernamentales actuales, pues revelan que en la FAN no todo está controlado. Sería la hora de una rectificación profunda, que nos evite y les evite mayores daños y sufrimientos.