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“El gobierno puede lograr que 2017 sea mejor que 2016”

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¡Víctor-Álvarez-Clodovaldo Hernández

El economista, ex ministro de Industrias Básicas y Minería, ex presidente de la Corporación Venezolana de Guayana, docente e investigador reconocido con varios premios (entre ellos el Nacional de Ciencia), Víctor Álvarez, aseguró que, si se toman las medidas adecuadas, el año que comienza podría ser muy diferente al pasado.

2017 ha comenzado con cambios en altos cargos gubernamentales, incluyendo la vicepresidencia y el gabinete económico. ¿Eso significa un cambio en las políticas que se han desarrollado hasta ahora?

-Eso está por verse, porque no basta el cambio de nombres ni tampoco es suficiente con el anuncio de fusiones entre ministerios. Sí creo que, en este caso concreto, en el que se fusionaron los despachos de Finanzas y los que tienen que ver con el aparato productivo, se ha puesto demasiada responsabilidad sobre un solo ministro. Recordemos que el ministerio de Finanzas debe ocuparse de muchos asuntos importantes, como la recaudación de impuestos (sobre la renta, IVA, licores, cigarrillos, aranceles de aduanas, etc.), el manejo de la deuda (interna y externa), pago a contratistas y el diseño y ejecución del presupuesto nacional. Si a eso se agrega la responsabilidad de desarrollar políticas sectoriales agrícolas, industriales y tecnológicas, me parece que se ponen en riesgo ambas metas: el equilibrio de la gestión fiscal y la reactivación de un aparato productivo que ya tiene tres años estancado. Es bueno decir que eso ya se ensayó a principios del Gobierno del presidente Chávez, cuando se creó un mega ministerio que integró producción, comercio, agricultura, industria y turismo, pero resultó tan complejo que fue necesario volver a ministerios por separado. Ahora la complejidad es mayor porque el nuevo superministerio debe atender también el tema de las finanzas públicas. En todo caso, lo más importante no es cómo se llaman ahora los ministerios ni quiénes los encabezan, sino si habrá o no reorientación en las políticas. Siempre se dice que, si se quieren lograr resultados diferentes, hay que hacer las cosas de manera diferente.

¿Cuáles serían, a grandes rasgos, esos cambios?

-En primer lugar, reivindicar un espacio en la agenda económica para la política agrícola, industrial y tecnológica. En este momento, el país tiene un sector industrial que trabaja al 38 % o 40 % de su capacidad instalada. Con un buen programa de reactivación, este mismo año se podría lograr la duplicación o triplicación de ese porcentaje, lo que incidiría de inmediato en el grave problema de la escasez. Por otro lado, sobre todo en los primeros años de la Revolución Bolivariana, se expropiaron más de 4 millones de hectáreas, pero hemos terminado sembrando maticas en las ventanas y los balcones, lo que revela que esa política no ha dado los resultados esperados, algo pasó, algo no se hizo bien, amerita una revisión autocrítica.

El Gobierno logró sobrevivir económicamente al 2016, lo que en algunos momentos parecía difícil. Ahora hay quienes dicen que ya pasó lo peor, mientras otros opinan que en 2017 es cuando se vendrá lo más difícil. ¿Usted hacia dónde se inclina?

-Hay un importante margen de maniobra que el Gobierno tiene en sus manos como para lograr que 2017 sea mejor que el 2016. No comparto esa tesis de algunos colegas (economistas) que dicen que 2017 será tan malo, que vamos a terminar extrañando el 2016. Pienso que puede ser mejor por varias razones. En primer lugar, el año pasado hubo un canje de bonos, y los vencimientos que estaban pautados para el 2017 se corrieron para los próximos años. Eso liberará un volumen importante de divisas que se podrán orientar a la reactivación del aparato productivo. En segundo lugar, se dieron los acuerdos de la OPEP y por eso se espera que, en este primer semestre, los precios se estabilicen en torno a 55 o 60 dólares el barril, lo que significa un precio muchísimo mayor al que se vendió el petróleo en todo 2016, cuando arrancamos en 25 dólares y alcanzamos un promedio en torno a los 42. Este año arrancamos con 45 y podría estabilizarse en 60, eso significará 18 dólares más por barril a lo largo del año, lo que dará un oxígeno en divisas importante. La clave está en que se utilice ese margen de divisas no para importar productos terminados sino materias primas, insumos industriales, maquinarias y repuestos para reactivar el aparato productivo, que está paralizado. Si eso se logra, pudiéramos tener un año en el que comiencen a caer los índices de escasez. Todo eso dependerá también de que se haga un ajuste cambiario para no seguir obligando a Pdvsa a liquidar su menguado ingreso de divisas con una tasa de cambio de 10 bolívares por dólar (tasa Dipro). Esa política ha hecho que la empresa petrolera, que genera el 95 % de las divisas del país, no tenga bolívares suficientes para pagar su nómina de más de 140 mil trabajadores, cancelar compromisos con proveedores y transferir fondos a los programas sociales. Si Pdvsa pasara a liquidar sus dólares a la tasa Dicom, de 670 bolívares por dólar, se aliviarían significativamente sus finanzas y podría dejar de presionar al Banco Central con pagarés que el instituto emisor cubre con dinero sin respaldo. Eso desaceleraría la inflación. Si todo esto se junta, si se actúa con sensatez, hay razones para ser optimistas. El problema de la economía venezolana no es un reto al conocimiento económico, no son dilemas indescifrables para cuya solución haya que fundirse las neuronas. Esto está suficientemente estudiado, hay muchos estudios realizados para comprender la naturaleza de estos problemas y las medidas están al alcance de la mano.

La reorientación de la política económica debe incluir, según muchos conocedores, otro aumento de la gasolina. ¿Comparte esa tesis?

-Sí, es necesario sincerar ese precio y el de los productos de consumo masivo que actualmente tienen subsidios indirectos. De esa manera se logrará evitar el contrabando de extracción y la fuga de billetes. Hay que tener en cuenta que las mafias de contrabandistas de gasolina y de productos subsidiados necesitan enormes volúmenes de billetes para cubrir sus operaciones, ya que no pueden realizarlas electrónicamente, para evitar el seguimiento policial. Si no se hacen esos cambios, el nuevo cono monetario lo que hará será facilitarles el trabajo a los contrabandistas, pues ya no tendrán que sacar maletas de billetes de cien, sino fajos de 20.000.

¿En estos primeros anuncios del año se aprecia la intención de asumir ese tipo de cambios en las políticas del sector económico?

-Yo esperaría ver los anuncios concretos de la nueva vicepresidencia de Economía para ver si efectivamente van a tomar las medidas monetarias, cambiarias, fiscales y de precios que se requieren para estabilizar la economía. El presidente dijo que el 15 de enero, en la presentación de su mensaje a la nación, hará anuncios concretos. Esperemos lo haga y que ese mensaje sea ante la Asamblea Nacional para no recrudecer esta crisis institucional que no nos está llevando a ningún lado.

Entiendo que usted es partidario de la unificación cambiaria. ¿Podría explicar por qué?

-Es una de las decisiones cruciales. La unificación del régimen de cambio, pues el sistema múltiple no sirvió para contener la inflación. El argumento fundamental para mantener la tasa Dipro es contener la inflación, pero si nos ponemos a detallar, no hay ningún precio en la economía que esté calculado sobre la base de ese tipo de cambio de 10 bolívares por dólar. La economía funciona con base en la tasa Dicom, de 674, e incluso muchos precios son fijados por el dólar paralelo. Entonces, ese régimen de cambios múltiples hace rato se agotó como instrumento de política antiinflacionaria. Es una decisión clave que debería ser anunciada. Jesús Faría lo dijo una y otra vez el año pasado, pero no se ha concretado. Esperemos que esa sea una de las medidas.

¿Qué otras medidas esperarían usted?

-La erradicación de la práctica de financiar el déficit fiscal con emisiones de dinero sin respaldo en la producción. También hay que corregir ese déficit mediante una revisión de los gastos. Lo conveniente es reducir los gastos militares, establecer prioridades en las obras públicas pendientes, que están paralizadas por decenas, para concentrar el esfuerzo en las más importantes. Luego sería pertinente sustituir los ineficientes subsidios indirectos a productos por subsidios directos a los hogares en condición de pobreza. El Gobierno tiene que arroparse hasta donde le alcance la cobija. Si se reactiva el cobro de los peajes se aliviará el gasto público en obras. Si se reprograman los pagos a las obras contratadas con Brasil, China, Bielorrusia, Irán y otras naciones, se puede obtener otro alivio. Finalmente, es necesario sincerar los precios de diversos productos que actualmente están sometidos a controles que solo han conseguido ahorcar la producción y generar escasez. Si se toman esas cuatro medidas, ya se puede asegurar que este año la situación económica va a mejorar.

Este lunes se relanzó el Consejo Nacional de Economía, con la presencia de importantes figuras del empresariado. ¿Es una señal positiva?

-Es muy importante que se mantengan esos espacios para que los factores claves del tejido empresarial puedan plantear los problemas concretos que están afectando a la producción. Ese tipo de reuniones le dan mucha información y pistas a los ministros, a los decisores de políticas públicas. Lo importante es que se definan políticas generales, al mayor, no que se usen para la gestión de lobby, para el cabildeo que siempre realizan los empresarios para que les resuelvan problemas específicos, particulares. Entonces, aquello se convierte en un escenario para la presión, para los problemas al detal de algunos privilegiados, los que están cercanos al ministro y que buscan arrimar la brasa para su sardina.

Usted fue ministro del comandante Hugo Chávez. En materia de política económica y manejo del equipo en este ámbito, ¿qué diría usted que hacía el gobierno de Chávez, que no ha logrado hacer el del presidente Nicolás Maduro?

-Creo que había algo de su estilo gerencial. Hugo Chávez era un presidente que le respiraba en la espalda, le resollaba en la oreja a sus ministros, tenía un seguimiento muy cercano que se revelaba en primer lugar en los Aló presidente. Los ministros siempre tenían que estar allí, rindiendo cuentas, hablando de cómo iba el cumplimiento de metas. Eso le dio al presidente Chávez una mejor comprensión de los problemas económicos del país. Eso se extraña ahora, no se observa ese tipo de interlocución del presidente Nicolás Maduro con los ministros de la economía. En segundo lugar, aunque en el gobierno del presidente Chávez también hubo mucha rotación de ministros, la “esperanza de vida al nacer” (cuando sale su designación en Gaceta Oficial) de un ministro del área económica pasaba del año, cerca de año y medio. Hoy en día, esa esperanza de vida se ha reducido a menos de un año, alrededor de un semestre y eso no ayuda porque no se estabilizan las políticas y los cambios de ministros siempre implica abortar todo lo que hizo el anterior, pues se parte del supuesto de que si lo cambiaron es porque no lo estaba haciendo bien. El nuevo ministro llega renegando y cambiando lo que recibe, lo que crea muchísima incertidumbre, no solo en los ministros y sus equipos, sino en los particulares, en los empresarios, en los inversionistas. Esa altísima rotación en los ministros de la economía refleja una mala escogencia de los colaboradores. Por otro lado, sigue ausente la definición de políticas. Cuando Chávez, la política fue bastante estable, igual que sus correcciones y ajustes, especialmente en los años de oro de la Revolución Bolivariana, entre 2004 y 2011, con una economía que estuvo creciendo de manera permanente, salvo la excepción generada por la crisis económica internacional. Por otro lado, me parece que se ha hecho un exagerado énfasis en el tema de la guerra económica, lo que ha llevado a no precisar el importante margen de maniobra que tiene el Gobierno en las manos para derrotar a los factores que efectivamente están conspirando. No se puede negar que un proceso como este, que se ha planteado cambios profundos y ha afectado a poderosísimos intereses tiene grandes enemigos. Pero muchas veces son los propios autogoles, los errores y fallas del Gobierno los que facilitan el ataque de esos sectores interesados en desestabilizar. Aquella tesis del presidente Chávez de la revisión, rectificación y reimpulso no ha estado muy presente en la gestión del presidente Maduro porque creo que él considera que revisar y rectificar ciertas políticas sería traicionar el legado de Chávez. De alguna forma, entiende que parte de ese legado son el control de cambio, el control de precios, los subsidios indirectos, la estatización de empresas que terminaron secuestradas por el burocratismo y la corrupción, y por eso no quiere revisar ninguna de esas políticas. Pero lo que ha hecho con eso, en lugar de preservar el legado de Chávez, ha sido fosilizarlo, ha petrificado las políticas que heredó, en lugar de hacer lo que hubiese hecho el propio Chávez, que es revisar esas políticas y rectificarlas, para reimpulsar la economía.

Hoja de servicios de Víctor Álvarez

Según su resumen curricular, “Se dedica al estudio de la economía rentista e importadora y su transformación en una nueva economía diversificada y exportadora, sustentada en el uso inteligente de la información y el conocimiento”.

Ha recibido los siguientes reconocimientos:

Premio Nacional de Ciencias.

Mención Honorífica del Premio Internacional Libertador al Pensamiento Crítico (en dos oportunidades).

Premio Ensayo Crítico de la Asamblea Nacional.

Orden Arturo Michelena.

Premio Municipal al Pensamiento Político.

Ha sido profesor de Teorías del Desarrollo en la Facultad de Economía de la UCV y de Economía Política en la Maestría de IDEA.

Fue ministro de Industrias Básicas y Minería, presidente de la CVG, director de Pdvsa, presidente del Banco de Comercio Exterior (Bancoex), viceministro de Industrias, director ejecutivo del Consejo de Desarrollo Industrial y gerente de Política Científica y Tecnológica del Conicit.

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