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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Desabastecimiento e inseguridad aérea

Antonio Pérez Esclarín

Yo no sé en qué país, en qué planeta o en qué galaxia, vive el Ministro de Alimentación, Carlos Osorio, al negar rotundamente que haya desabastecimiento de los productos básicos. Según dicho Ministro el supuesto desabastecimiento, falso de toda falsedad, es un apátrida “juego mediático”, una vulgar mentira de los desestabilizadores de oficio, que no cejan en su empeño de desprestigiar al Gobierno y de negar la gran obra social de nuestro Comandante-Presidente, entregado en cuerpo y alma a impulsar unas políticas sociales destinadas a proteger al pueblo de los explotadores, acaparadores y demás monstruos malucos e insensibles de la Cuarta República, instrumentos del Imperio.

El mencionado Ministro terminó sus declaraciones afirmando que “no permitirá que se siga hablando de desabastecimiento de algunos productos en los anaqueles del país”. ¿Qué significa esto? ¿Qué pondrá presos a los que se atrevan a decir, como yo, que desde hace mucho tiempo ando buscando sin éxito por los abastos y supermercados de Maracaibo un pote de leche o un litro de aceite? ¿Qué expresan las palabras del Ministro: ignorancia, cinismo, que es engañado por sus subalternos, que desde hace mucho tiempo no visita sorpresivamente algún supermercado, o sus palabras son meras amenazas? ¿Será que, como pretendían los estalinistas duros, si la realidad se opone a sus visiones y dogmas es que la realidad está equivocada y hay que combatirla? Esta mañana, mientras me dirigía al trabajo, oí decir en un programa de radio a un entrevistado que el desabastecimiento en Caracas es mucho menor que en el interior. Pero, que yo sepa, Caracas no es toda Venezuela y es hora de que le pierdan el miedo a la “bajada de los cerros” y traten a Caracas igual que al resto del país.

El hecho de que no haya apagones en Caracas evidencia con claridad que Caracas es consentida por el Gobierno y que a los que vivimos en el interior nos tratan como a ciudadanos de segunda o tercera categoría o, mejor dicho, sin categoría.

Si todo esto que digo es falso y abunda la leche y el aceite, ¿me podría decir el Sr, Ministro o alguno de sus correligionarios en Maracaibo dónde puedo conseguirlos sin tener que hacer una cola infernal y sin ser amenazado de muerte? Porque les confieso que el otro día llegó un cargamento de leche a un supermercado, se formó una cola interminable y llegaron unos matones diciendo que ellos iban a conseguir la leche sin hacer cola alguna y que si alguno se atrevía a protestar ahí mismo lo apuñalaban. Juro por Dios que esto que digo es cierto. Por supuesto, no apareció ninguna autoridad que pusiera en su sitio a este grupo de matones. ¿Están conscientes las autoridades de los niveles de deshumanización a que estamos llegando y de la humillación y negación de civismo que suponen las colas?

¿Y qué están esperando para exigir puntualidad y seguridad a las líneas aéreas? ¿Que se estrelle algún avión cargado de pasajeros? ¿Dónde están las autoridades que deben velar por la seguridad de nuestras vidas? ¿Cómo es posible que soportemos retrasos de diez, doce o más horas y no recibamos compensación alguna ni las líneas aéreas sean multadas severamente o incluso cerradas? Las líneas alegan que no obtienen dólares para repuestos. Si esto es cierto, ¿no está arriesgando el Gobierno nuestras vidas? ¿O será que pretende que nos quedemos tranquilitos en nuestras casas, sin viajar a ningún lado y así no veremos el estado de abandono del país? Porque, si tienes carro, lo estás arriesgando en una de esas troneras que abundan en las carreteras que parecen recién salidas de un bombardeo. Y, si viajas en autobús, no estás seguro de que te asalten, te roben, te violen o incluso te maten.

El Presidente y el grupito de su entorno seguirán viajando sin problemas, pero eso sí en buenos aviones y no en las chatarras inseguras que debemos abordar todos los demás, chavistas o no chavistas. No creo tampoco que en Miraflores o en las casas de los altos funcionarios escasee la leche, el aceite, la harina pan o la carne. ¡Viva el socialismo igualitario donde yo afirmo que todos somos iguales pero me alejo cada vez más y más del modo de vida del soberano!

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