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Carta abierta a María Corina Machado

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Querida María Corina:

Quisiera comentarte, a título estrictamente individual, algunos de los conceptos de tu última declaración a los medios, en la que, como te es habitual, cuestionas cualquier intento de propiciar el diálogo gobierno/oposición. Lo hago con inmenso respeto. Admiro tu capacidad de lucha, tu pasión, tu inteligencia y tu carisma, y suelo decirles a mis amigos que, parafraseando a Bolívar, en política el talento sin acierto es un desperdicio. Me duele ver cómo se dilapida tanto ingenio por el camino equivocado. Por eso desde la ong Foro Cambio Democrático te pedimos por escrito una entrevista para debatir nuestras diferencias contigo y con Vente.

Veamos:

En la agobiada Venezuela de hoy día, que reclama a gritos diálogo, negociación y reconciliación para salir adelante, dos actores extremos criminalizan a quien piensa diferente: el gobierno y tú. ¿No te parece curioso?

Claro que estás en tu derecho de desconfiar del diálogo, pero ¿por qué arrojar siempre una sombra de duda sobre quienes lo propician? En tu declaración de ayer lo hiciste: ¿por qué, María Corina, calificar de “oscura” e “inmoral” la negociación que dices está en marcha?

Una de nuestras tragedias recientes es que, cada vez que se está cerca de que el diálogo y la negociación encuentren senderos ciertos, desde afuera se somete a sus actores a un verdadero chantaje moral que, exaltando a las partes más radicalizadas de ambas bases sociales, asusta e inhibe a quienes tienen el deber de, por encima de cualquier estridencia, ejercer su liderazgo. Ese chantaje, esa apelación al pensamiento elemental y a la suspicacia de los sectores más extremistas del chavismo y de la unidad democrática, suele ser la sostenida actitud tuya y, muy mala compañía, de Diosdado Cabello.

Ya está bueno, querida amiga, de criminalizar el diálogo.

En tu alocución expresaste, como una suerte de anatema, que la transición que se estaba buscando era una transacción. Resulta difícil explicarse que una mujer inteligente y culta como tú no comprenda que toda transición es de suyo una transacción y que no tiene nada de malo que así sea. La transición fue transacción con Pinochet en Chile, con el franquismo en España, con la minoría blanca en Sudáfrica, y los ejemplos sobran.

Creo que una de tus equivocaciones es la de imaginarte que una Mesa de Diálogo es un escenario de rendición incondicional del gobierno, al que acudiría Maduro de pie juntillas y de manos atadas sólo a preguntar los términos de su renuncia, sin hacer un detenido análisis de la correlación de fuerzas que, si lo hicieras, te llevaría a admitir que aún rechazado por la inmensa mayoría, el gobierno tiene el control del poder, de casi todo el poder. Si la unidad democrática tiene el favor de la mayoría del pueblo, el régimen autoritario tiene la mayoría del poder. Si no, María Corina, ¿cómo es que no ha sido derrocado aún en medio de esta tragedia que padecemos todos los venezolanos? Su única debilidad para mantenerse en el poder es su fuente de legitimidad política que es, hasta nuevo aviso, electoral y democrática pues no llegaron al poder el 4F con las armas ni bajaron de Sierra Maestra como Fidel y sus barbudos, sino que ganaron una elección y luego muchas otras. Es entonces allí, en la exigencia de elecciones, donde las fuerzas democráticas deben focalizar su presión, comenzando por las regionales. Si el diálogo consigue llegar a ese puerto, démonos por bien servidos. Luego se verá. Luego habrá que evaluar qué capacidad se tiene, con 17 o 20 gobernaciones en manos de demócratas, para provocar los cambios políticos incluso en la presidencia de la república antes de tiempo.

Pero dices que es casi una traición admitir que Maduro llegará hasta 2019 (es decir, hasta las elecciones presidenciales de 2018). Bueno, ésa es una posibilidad, y debemos admitirla sin complejos, no tanto porque lo queramos sino porque sencillamente el chavismo tiene suficiente fuerza para que así sea. Al menos tiene más fuerza para mantenerse en el poder que la que tienen ciertos opositores que una y otra vez viven diciendo que “la transición ya empezó”, que es cosa de días o semanas el cambio político, y proponiendo una fantástica “salida ya” que nunca ocurre (sin darse cuenta de cómo socavan su credibilidad, cuando se superan esos lapsos autoimpuestos y luego nada pasa).

Estoy de acuerdo contigo cuando dices: “Es hora de hablar con la verdad”. Y la verdad es que sí, quizá Maduro llegue a 2018/2019. Sigamos aquel consejo de Churchill: No creemos falsas ilusiones que luego han de ser barridas por la realidad de los hechos.

Y hablando de verdades y mentiras: ¿No es al menos una exageración, María Corina, decir que ésta es la peor dictadura de toda nuestra historia? ¿Y Gómez y Pérez Jiménez?

Por cierto, hablando de dictadura, algunos, tú entre ellos, consideran que no debe hacerse ninguna concesión (como aprobar el presupuesto, según afirmas) a cambio de conseguir una fecha inamovible para las elecciones regionales pues, se argumenta, éstas son un derecho constitucional que no debe ser negociado. Es en esos momentos cuando el extremismo se contradice a sí mismo: ¿y no se dice que este régimen es una dictadura, al menos un régimen autoritario con prácticas dictatoriales, como es mi criterio? Si lo es, es decir, si ejerce el poder a su saber y entender, por encima de la Constitución y las leyes, ¿no será que está en capacidad de posponer esas elecciones, con todo y que sean constitucionales, ad infinitum? La cruda realidad es que de no acudir prestos a la Mesa de Diálogo, único lugar donde es posible lograr lo contrario, le serviremos al gobierno en bandeja de plata la posibilidad de posponer quién sabe hasta cuándo las elecciones regionales y municipales. Luego no nos quejemos. Si es una dictadura feroz, ¿es un crimen negociar y ceder aquí para obtener una conquista democrática allá? ¿No será que debemos negociar para conseguir esa fecha para unas elecciones regionales que las fuerzas democráticas necesitan como el aire? ¿No cedieron los demócratas chilenos ante el sangriento Pinochet o, en su momento, los nicaragüenses ante los sandinistas? ¿No designó Mandela a De Klerk como su primer vicepresidente? Los aleccionadores ejemplos, como te he dicho, son muchos.

Así las cosas, resulta de una torpeza inconmensurable convertir a J. L. Rodríguez Zapatero y M. Torrijos, reconocidos como facilitadores por la ONU y la OEA (nada más y nada menos) en nuestros enemigos, cuando precisamente de ellos, y del Vaticano y de L. Fernández, depende que la negociación pueda llegar a feliz término. Pero qué esperar de un radicalismo infecundo para el que ¡hasta el Papa es un enemigo!

Ojalá, María Corina, puedan serte útiles estos comentarios y reflexiones sobre ellos. A tu orden para cuando quieras que nos reunamos para debatir, entre Vente y el Foro, acerca de éstos y otros temas.

Un saludo afectuoso.

Enrique Ochoa Antich

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