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C.S. Lewis o cómo un escritor debe su estilo al contenido que trata

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Foto: Archivo Web

Por Ignacio Pérez Tormo

“Si escribo sobre el cielo, cada frase ha de tener aroma a Cielo”, escribió el autor de Crónicas de Narnia

C.S. Lewis, el autor de Crónicas de Narnia, aceptó la fe cristiana sólo por asentimiento intelectual en un momento inicial, pero después experimentó un cambio más profundo y emprendió una intensa tarea de transmitir el Evangelio, intentando llegar al mayor número posible de personas.

Cambió su estilo de escritura mediante el uso de un lenguaje más asequible para la mayoría. Pero según explicaba, tenía un cierto límite, pues cada estilo siempre lleva un determinado contenido. Forma y fondo son inseparables. “Si escribo sobre el Cielo, cada frase ha de tener aroma a Cielo”.

Un buen ejemplo de las construcciones del escritor británico es la argumentación sobre la existencia de Dios y la esperanza del Cielo. Si nos planteamos que Dios existe y podemos ir al Cielo, es porque realmente existe y tenemos esa posibilidad, si no fuera así, no tendría sentido siquiera su planteamiento.

Dicho de otra forma: si hay un debate entre ateos y cristianos sobre la existencia de Dios, es porque Dios existe, si no, ni habría ateos, ni cristianos … y mucho menos objeto del debate.

Este argumento se recoge en diversas obras del escritor con pequeñas variaciones. En la recopilación de intervenciones radiofónicas de Lewis en la BBC que se publicó con el título Mero cristianismo (1942-1944), indica que si “un bebé tiene hambre es porque existe la comida. Un patito quiere nadar, existe una cosa que es el agua. Si yo descubro en mí un deseo que ninguna experiencia de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que yo no pertenezca a este mundo.”

Después de acoger la fe cristiana, algunos biógrafos del escritor británico explican que todo le pasó a ir muy bien, que escribía sin esfuerzo, que todas las cosas le eran… propicias. Sin embargo, el autor no expresa lo mismo.

En su relato autobiográfico Una pena en observación, llevada al cine por Richard Attemborough y estrenada en España como Tierras de Penumbra (Shadowlands, 1993), relata el dolor que padeció debido a una larga enfermedad de su esposa, Joy Davidman, una poetisa estadounidense. A partir del fallecimiento de su mujer, la salud de Lewis fue mermando de forma intensa y progresiva, hasta su muerte.

En la persona del escritor destaca, además del celo por la transmisión del Evangelio, un carácter misericordioso con la persona con quien discrepaba. En los trabajos literarios y debates públicos Lewis no era beligerante, sino compasivo y paciente.

Decía, con una de sus personales metáforas, “cuando hayas llegado a tu propia habitación, sé bondadoso con los que han escogido puertas diferentes y con los que todavía están en el vestíbulo. Si están en un error, necesitan en mayor grado tus oraciones; y si son tus enemigos, entonces se te ha ordenado rezar por ellos. Es una de las reglas comunes a toda la casa”. Resulta claro que, de esa casa, C.S. Lewis fue un buen huésped.

Fuente: Aleteia 

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