Víctor Álvarez
A propósito de la lamentable pérdida de vidas humanas y de los centenares de lesionados y heridos, hay cuentas que no se sacan cuando se tiene claro quién es el responsable de la tragedia que el país vive. Al colonizar el TSJ con los magistrados exprés, desconocer la soberanía popular que se expresó en las parlamentarias de 2015, subordinar el CNE, conculcar el RR y suspender las elecciones regionales, el gobierno cerró las vías democráticas y electorales y obligó a la ciudadanía a tomar las calles para expresar su descontento y malestar con la grave crisis de escasez, acaparamiento y especulación que la azota.
Esta a la vista del mundo entero la densidad de los gases lacrimógenos, la detención de decenas de manifestantes y la amenaza de armar con 500 mil fusiles a los seguidores del gobierno para que lo defiendan del creciente descontento nacional. Todo esto deja muy clara la responsabilidad de los que tienen al alcance de la mano las medidas y decisiones para evitar que el país corra el riesgo de desangrarse en un enfrentamiento que dejará una espiral de odio y venganza que será muy difícil de contener una vez que se desate.