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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

UCV: Nuestra casa seguirá venciendo la sombra

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Foto: Archivo WEB

La Universidad Central de Venezuela se aproxima a sus 300 años, siendo una de las más antiguas instituciones del país.

Hoy, nuestra Casa Docta cumple 296 años de fundada, mediante Real Cédula del Rey Felipe V, emitida el 22 de diciembre de 1721, como Real y Pontificia Universidad de Caracas, donde funcionaba el Seminario Santa Rosa de Lima, hasta 1827 cuando el Libertador Simón Bolívar y el doctor José María Vargas dictan los Estatutos Republicanos, mediante los cuales se reorganiza la máxima casa de estudios del país y se le concede autonomía en todos los ámbitos que  garantizan su funcionamiento, adquiriendo carácter laico y republicano. Tal como lo representa el mural del pintor Pedro León Castro: “Fechas Magnas”, ubicado en el salón de sesiones del consejo universitario.

Aun cuando los inicios de la UCV están asociados a los valores del régimen colonial, igualmente se vinculan con la expansión en Europa de las academias que hizo eclosión durante el siglo XVIII, en el marco de la diatriba entre teología y ciencia que condujo al triunfo de la razón científica y de la libre indagación, postulada antes por el filósofo René Descartes, que encontró en las universidades soporte para trascender el umbral del oscurantismo

Consecuente con esta premisa, la UCV desde que adquirió su carácter laico y científico, se ha constituido en lugar especial para debatir los dogmas pasados y actuales e iluminar el pensamiento, creando conocimientos, valores democráticos, civilidad, y preservando la libertad, enfrentando de forma irreductible todo intento por reducirla a una doctrina o a instrumento ideológico de un determinado régimen político.

Esta institución, señera de la Universidad Autónoma y Democrática, ha orientado y acompañado al país en todas aquellas gestas donde el espíritu libre, como lo decían los enciclopedistas de la academia francesa, ha necesitado manifestarse. Para que nos sintamos confiados en el ejercicio de la libertad. No por azar uno de sus más ilustres egresados, el eximio civilista Don Juan Germán Roscio es el redactor del Acta de Declaración de la Independencia de Venezuela. Él fue un luchador incansable para que no temeríamos ser libre y no sufriéramos lo ocurrido siglos después al escritor húngaro Sandor Marai, quien cuando pasa la frontera de Hungría, ocupada por el ejército soviético, rumbo a Suiza, sintió miedo: “Comprendí que era libre. Comencé a sentir miedo de verdad”.

La UCV nos ha enseñado que la civilidad y la cultura son más poderosas que la tiranía política, que los regímenes autoritarios sólo pueden mantenerse si confiscan a los ciudadanos su libertad y soberanía intelectual. Su existencia y persistencia durante 296 años es una inestimable garantía para que Venezuela sobreviva con dignidad a las amenazas autoritarias del presente y sigamos trascendiendo el umbral del oscurantismo.

Pongámonos de pie todos los ucevistas y las personas que luchan por la democracia y la civilidad, y vayamos al encuentro con los 296 años de la Gran Casa Docta que Vence la Sombra.

Celebremos a nuestra UCV. Impermeables al desaliento.

Autor: Amalio Belmonte/ Secretario de la Universidad Central de Venezuela

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