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Tierra firme

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Curiosa historia sobre las nuevas familias

Julio Vallejo Herán

El director catalán Carlos Marques-Marcet indagó con 10.000 Km., su ópera prima, en las relaciones a distancia entre un hombre y una mujer que tienen que separarse por causas laborales. Reflejaba lo difícil que puede ser el alejamiento físico entre dos personas que se aman, a pesar de la falsa idea de cercanía que nos pueden aportar las videoconferencias. Por mucho que hayan cambiado los medios para comunicarnos, las relaciones personales se siguen rigiendo por casi los mismos códigos de siempre y el contacto físico es fundamental si queremos mantener una relación sentimental.

Tierra firme, su segundo largometraje, guarda más de un punto en común con su debut. Ambas abordan los problemas de cambiar los patrones de conducta tradicionales para adaptarlos a la tecnificada y tolerante sociedad occidental del siglo XXI, aunque amplíe su radio de acción de la pareja a la familia. Aquí nos presenta a dos lesbianas que deciden tener un hijo con el mejor amigo de una de ellas. El problema surge porque una de las mujeres parece desearlo fervientemente, la otra solamente accede solamente por compromiso y el tercero en discordia, un hombre soltero y con poca estabilidad sentimental, pretende ejercer un papel de padre y no ser simplemente el individuo que aporte el material biológico necesario. La película habla de cómo afrontar la maternidad, la paternidad y familia en unos momentos donde esos conceptos dejan de ser aplicados exclusivamente a una pareja heterosexual con o sin hijos. A todo ello hay que añadir la sensación de eventualidad sentimental y laboral que parece vivir la Europa contemporánea.

Marques-Marcet y Jules Nurrish, su coguionista, plantean el conflicto entre instituciones vigentes desde tiempos inmemoriales y aquellos que pretenden adaptarlas a las nuevas formas de vida y relación. En muchos casos, como ocurre con la propia pareja de mujeres, nos encontramos ante dos personas que asumen más de lo que quieren reconocer algunos roles clásicos del matrimonio tradicional. Kat ocupa el papel de varón, especialmente en gestos típicamente masculinos y su miedo al compromiso, mientras que Eva parece emular la fragilidad y la ternura más clásicas de la maternidad. Quizá el elemento “extraño” sea Roger, un hombre a la deriva y sin pareja que quiere asumir el papel de padre de dos atípicas mamás.

Los tres se lanzan al reto de ser progenitores a su manera, aunque se muevan en territorios tan inestables como el barco anclado a las orillas del Támesis que les sirve como vivienda. Solamente la madre de Eva, una antigua jipi reconvertida en abuelita new age, les recordará que, como ocurrió con la generación de las flores, no es fácil cambiar lo establecido ni crear una familia sin una cierta estabilidad.

En su deseo por hacer realidad su particular proyecto, se darán cuenta de lo complicado que es renunciar a los deseos propios y el egoísmo que anida en cada uno de ellos. No obstante, la película decide no culpabilizar a los personajes y les deja una puerta abierta para que sigan siendo felices más allá de las convenciones acerca de la familia y la solidez que debe reinar en ella. A diferencia de 10.000 Km., Tierra firme prefiere optar por un cierto optimismo, donde la pareja y la amistad puedan triunfar a pesar de la incertidumbre que planea sobre ellas.

Carlos Marques-Marcet reincide en algunos rasgos de estilo que ya estaban presentes en su primer largometraje. Los brillantes diálogos y la dirección de actores vuelven a ser las estrellas de la función, como gran parte del cine independiente estadounidense que pretende imitar. Se nota especialmente la influencia de Lynn Shelton y uno de sus filmes más recordados: El amigo de mi hermana, una película que mostraba cómo una lesbiana pretendía ser madre con el esperma de un hombre heterosexual al que conocía de una sola noche. Sin embargo, más si cabe que en su trabajo previo, el director cae en numerosos subrayados y reiteraciones que acaban restando fuerza a una segunda obra interesante que se adentra en el siempre controvertido asunto de las nuevas familias. 

Fuente: http://www.cineparaleer.com/critica/item/2180-tierra-firme

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