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Spadaro: la Santa Sede espera con hilo y aguja para remendar

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Foto: Cortesía La Stampa

Por Domenico Agasso 

«Aquí, en Panamá, he pensado mucho en el pueblo venezolano, al cual me siento particularmente unido en estos días». Frente a la «grave situación que está viviendo, pido al Señor que se busque y se alcance una solución justa y pacífica para superar la crisis, en el respeto de los derechos humanos y buscando exclusivamente el bien de todos los habitantes del país». Lo dijo el Papa Francisco durante el Ángelus del domingo pasado, encomendando al pueblo venezolano a las oraciones de la Virgen de Coromoto, patrona del país.

Le hemos pedido una reflexión al respecto al padre Antonio Spadaro, director de “La Civiltà Cattolica”, cuyos borradores son revisados por la Secretaría de Estado vaticana. Spadaro y su revista se ocupan especialmente de la geopolítica de la Santa Sede. El director, jesuita, forma parte del entorno más cercano de Francisco y en estos días ha estado en Panamá, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

Padre Spadaro, Juan Guadió le ha dicho a La Stampa que espera que el Papa se pronuncie. ¿Llegará este pronunciamiento?

«No soy capaz de responder. Lo que puedo decir es que el Pontífice no se expresa sobre dinámicas políticas e institucionales de otro estado».

¿Por qué la prudencia de la declaración vaticana de Alessandro Gisotti y de las palabras del Papa durante el Ángelus del domingo pasado? Algunos esperaban una palabra de apoyo a Gaudió.

«La Santa Sede siempre tiene una prudencia extrema, precisamente porque el objetivo no es decir: “Tú has ganado, tú has perdido”. Y, en el contexto venezolano, con un ejército en el campo y potencialmente operativo, esto significaría un baño de sangre. En el Vaticano se trabaja para remendar, no para cortar».

Entonces, ¿qué quiso decir?

«Este es el momento no de tomar posición, pero tampoco de callar. La postura de la Santa Sede es: estoy y estoy viendo. Rezo y estoy preocupado. La Santa Sede está ahí, esperando no con las tijeras, sino con aguja e hilo».

¿Qué hará en los próximos días?

«En general, la Santa Sede siempre trabaja por la reconciliación y por una estabilidad que permanezca en el tiempo: acompaña los procesos de manera prudente, para después poder ser socio en el diálogo. En este momento de fuerte polarización se necesita toda una reconciliación nacional, que evidentemente no puede no tener precio, por lo que ahora los riesgos son muy elevados. El Vaticano está consciente de ello y quiere jugarse la carta de una reconciliación nacional: no tanto de una victoria de uno sobre otro, sino de un pueblo que se reconcilia y vuelve a vivir, superando las situaciones de sufrimiento vivido hasta hoy».

¿Qué esperan que suceda en Caracas?

«Un diálogo con Maduro, quien, me parece, se ha dicho disponible. Y ayuda de la ONU y de los países limítrofes».

¿Comparte la posición de los obispos venezolanos que defienden con fuerza el derecho de las personas a protestar?

«Los obispos están inmersos en la situación y expresan sentimientos de la gente, y pueden hacerlo de manera no unitaria ni predefinida. Claro, se hace un llamado a un deseo de paz».

Además de Venezuela, ¿cuáles otras crisis actuales preocupan particularmente al Papa?

«Hay varias situaciones relacionadas por una palabra: miedo. En el mundo hay focos de tensión que nacen precisamente de una percepción de miedo que es generada en la gente, que crea una extendida sensación de incertidumbre y que lleva a sentimientos de odio. Es una preocupación que toca a diferentes países en los que están presentes estas dinámicas. Por ello, en esta JMJ el Papa ha hablado, sin citar ningún país, al riesgo de una pérdida de compasión. Es decir, para el Papa lo más importante dentro de las dinámicas políticas nacionales e internacionales es la defensa de la humanidad y del sentido de humanidad y de compasión».

¿Y el tema de los migrantes?

«El Papa ha hablado sobre las migraciones como nudo político global, debemos estar conscientes de que en el mundo hay muchas situaciones de hostilidad y de muro. Una cosa que el Papa siempre ha hecho es ir a los lugares de tensión y tocar estas tensiones con la mano, como hizo Jesús, que quiso tocar las situaciones heridas para curarlas».

¿Cuál será la geopolítica del Papa para este 2019?

«Es suficiente ver las decisiones que ha tomado en esta primera parte del año. Panamá es una isla que es un puente entre dos océanos; de hecho, ha usado palabras muy semejantes a las que usó cuando aterrizó en Cuba. Y después, los conflictos pseudo-religiosos, es decir motivados aparentemente por tensiones religiosas, en particular con el islam. Su deseo es estar presente en grandes y significativos encuentros de carácter interreligioso, como los de Abu Dhabi y Marruecos, que constituyen una “tercia” con el encuentro anterior de Egipto, sin olvidar los viajes de Francisco a Bangladesh y Azerbaiyán».

¿Y China?

«La situación está “progresando”. El paso fundamental que se ha dado con el Acuerdo provisional consiste en que el gobierno chino acepta que una autoridad extranjera tenga una palabra decisiva sobre la vida del país. Y, obviamente, las dinámicas religiosas son parte de las dinámicas sociales. Ahora asistimos a una fase de acuerdo y reconciliación entre los obispos. Obispos que ahora están en comunión, todos, con el Papa y que se están encontrando entre sí en encuentros de reconciliación y oración. Este es un momento muy importante y delicado en el que se comprende que el paso fuerte ya se ha dado y, por lo tanto, hay que proceder hacia esa dirección».

Fuente: La Stampa

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