Scroll Top
Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.
10.1

Por Mauricio López*

Conferencia inaugural del año académico 2021, Facultad Jesuita de Filosofía y Teología FAJE, 1ero. de Marzo de 2021

“Cerremos el pasado que nos ha dolido. Estamos en un nuevo tiempo, para eso estamos juntos, para defender la tierra, los derechos, la vida. Para eso estamos juntos los pueblos amazónicos y la Iglesia” Anitalia Pijachi. (Escucha Sínodo Amazónico)

3 modos propios de la espiritualidad Ignaciana para comprender la Sinodalidad en la Iglesia

  • Principio y Fundamento (EE.EE. 23): Somos creados y creadas con un para qué, somos fruto del amor primigenio de Dios y no el resultado de un acto de voluntad autónomo. El propósito mayor de la Sinodalidad no es una mejor eficacia o institucionalidad en los procedimientos o métodos de nuestro ser Iglesia, ni tampoco la mayor democracia en los caminos de la sociedad, sino siempre, y por encima de todo, cumplir la voluntad de Dios. Y se nos invita a relacionarnos entre nosotros y con lo creado, sinodalmente, para cumplir esa vocación.
  • Contemplación de la Encarnación (EE.EE. 102 a 109): El ejercicio sinodal de la Trinidad como proceso comunitario en el ver-escuchar la realidad comprendiendo toda su diversidad y multiculturalidad; discernir el llamado (considerar cómo mira la Trinidad), y actuar en el dinamismo de la Encarnación para redimir-transformar la realidad.
  •  Contemplación para alcanzar Amor (EE.EE. 230 a 237): Es el modo en que se concreta el camino sinodal. Se trata de un acto originado en y para el amor, y ello implica salir de sí mismo. Dar y recibir, comunicar, transparentar lo que se es y lo que no (lo que se tiene y lo que no). Para sabernos invitados a ser co-creadores, y contemplativos en la acción en clave de reciprocidad con Dios y con los otros.

A. El modo sinodal

“El problema es que la Iglesia no conoce nuestra cultura, si nos conociera, sabría que luchamos por lo mismo, que reconocemos al mismo Dios, padre y madre creador, que no solo nos ha dado todo, sino que nos pide que vivamos bien todos y en armonía” Santiago Yahuarcani (Escucha Sínodo Amazónico)

Entremos a esta reflexión sobre la sinodalidad como modo de ser de la Iglesia, a partir de una de las cartas de San Pablo a los Filipenses, una comunidad con fuertes desafíos internos en cuanto a divisiones y miradas distintas contrapuestas, situación similar a lo que hoy estamos viviendo como Iglesia y sociedades. ¿Es posible el camino hacia una mayor Sinodalidad que supere las diferencias aparentemente irreconciliables para emprender un caminar juntos en la hermosa y multiforme diversidad de la Iglesia de Cristo?:

Ante la división y la tribulación

Porque para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia… permanezcan firmes, unidos en un mismo Espíritu, luchando todos juntos por la fe del evangelio” (Filipenses 1, 21 y subsecuentes). 

 

Si de algo vale una advertencia hecha en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si vivimos unidos en el Espíritu… llénenme de alegría teniendo unos mismos sentimientos, compartiendo un mismo amor…” (Filipenses 2, 1 y subsecuentes).

Desde el corazón de nuestro mundo herido por la Pandemia de la COVID-19 y lo que ella revela sobre nuestro fracaso como humanidad intolerante, inequitativa y autodestructiva, donde los más vulnerables siguen siendo los más impactados (aquellos en quienes Jesús pone su mirada como los preferidos, sus bienaventurados) se hace imprescindible ensayar y consolidar nuevos caminos en nuestra misión eclesial.

Algunos rasgos del complejo proceso sinodal

La invitación hacia una genuina sinodalidad no comienza por un ejercicio intelectual ideológico, y mucho menos como una imposición que resulta de una pugna de fuerzas alrededor de pequeñas “verdades”, que pretenden imponerse por encima de otras “verdades” igualmente limitadas. En realidad, la sinodalidad se ha de producir a la luz de un grito profético en el desierto que nos llega como llamada a despertar como humanidad.  Es una invitación a discernir una nueva manera de ser y estar como Iglesia en medio del mundo, más fieles al Evangelio de Jesús y de su seguimiento. El Papa Francisco planteaba ese grito de la humanidad en el momento más álgido de la pandemia (uno que aún no termina y que retorna con más fuerza en muchos sitios), en su bendición Urbi Et Orbi de Marzo 2020:

“Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos… Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección… el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”

La ruta sinodal implica la afirmación de los sujetos en su diversidad, en toda su gama de rostros y miradas pluriformes. El camino sinodal debe incluir tres condiciones imprescindibles: unidad, caridad y paz (CVII en Lumen Gentium Cap. 3).

Lo que el Papa Francisco, retomando el Espíritu del CVII y del Magisterio, nos expresa sobre la Sinodalidad es que:

“El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Conmemoración del 50 aniversario de la institución del sínodo de los obispos. Oct. 2015).

B. Algunas Enfermedades-Dinamismos que actúan contra la sinodalidad en la Iglesia:

“Hablar desde el dolor y tocar el sufrimiento no es fácil. Este debe ser el proceso inicial del sínodo, un proceso de reconciliación auténtica y honesta” P. Peter Hughes  (Escucha Sínodo Amazónico).

Una esclerosis sinodal – Farisaica 

En tiempos de Jesús, los Fariseos se apartaron de todo aquel que no fuera fiel a la ley y a las tradiciones, con el anhelo de conformar comunidades cerradas autodenominadas como el resto fiel de Israel. Su nombre significa “los separados”, es decir, los santos. La verdadera comunidad de Israel. La cerrazón nos va endureciendo y encerrando en nosotros mismos. Es imposible caminar juntos, sinodalmente, cuando somos víctimas de la esclerosis sinodal.

Una misofobia sinodal – Esenia

En tiempos de Jesús los Esenios rechazaban a todo aquel que no perteneciera a su “secta”. Consideraban corrupto el régimen sacerdotal del Templo. Todos cuantos no fueran ellos debían ser odiados como hijos de la oscuridad. El amor y el respeto estaban reservados única y exclusivamente a los miembros de su grupo: los hijos de la luz. Cualquiera que pensaba diferente era inmediatamente rechazado y considerado indeseable. 

El resultado de las anteriores enfermedades en la Iglesia es un gnosticismo alienante 

Este produce un sentimiento de separación, de superioridad. Genera una insuperable distancia entre el “nosotros”, poseedores de una verdad superior, y los “otros” incapaces de acceder a este grado de iluminación. Una paradoja, ya que Jesús mismo bendice a los considerados alienados de su tiempo. La sinodalidad, cuando es genuina, acorta distancias y produce comunión, y no lo contrario. 

En Gaudete et Exsultate el Papa expresa:

El gnosticismo supone “una fe encerrada en el subjetivismo, donde solo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos”…. Esto puede ocurrir dentro de la Iglesia… Absolutizan sus propias teorías y obligan a los demás a someterse a los razonamientos que ellos usan.

C. Algunos caminos de purificación, propios del itinerario de Jesús, para avanzar hacia una sinodalidad plena

“El Papa Francisco habla de una Iglesia en salida y vemos en la vida de Jesús como Él va al encuentro de los discípulos. Pero a veces pensamos que eso es algo sólo para el tiempo libre, o bien se hace sólo entre nosotros, no vamos a encontrar a la gente donde está” Hna. Elsie Vinhote. (Escucha Sínodo Amazónico)

  • Jesús se propuso liberar al pueblo de Roma tratando de persuadir a Israel a que cambiara. Sin una transformación de corazón, dentro del mismo Israel (en este caso de nuestra propia Iglesia), será imposible la liberación de cualquier tipo de esquema dominador excluyente.
  • Jesús instó a leer los siglos de los tiempos y a juzgar por nosotros mismos, en lugar de fiarse ciegamente de lo que les hubieran dicho los grupos con influencia ideológica. Deseaba un cambio que afectaba todos los aspectos de la vida. La sinodalidad debe trastocar muchos de nuestros cimientos como sociedades e instituciones cerradas e inequitativas. 
  • Jesús deseaba un mundo cualitativamente distinto: el reino de Dios. No le satisfacía en absoluto la sustitución de un reino mundano por otro reino mundano. Eso no sería liberación en modo alguno. La sinodalidad se sostiene en el camino hacia el reino de Dios, no a la victoria de una ideología sobre otra.
  • Jesús deseaba que los demás vieran lo que él veía y creyeran lo que él creía, y por tanto, que actuaran como él actuaba. La sinodalidad se debe vivir en el seguimiento de Cristo: conocerlo, amarlo y seguirlo, y no en el seguimiento de modelos terrenales. 

D. Claves de discernimiento del Papa Francisco a partir de la experiencia del Sínodo Amazónico (entrevista con A. Spadaro):

Foto: AFP

“Debemos entender que el Sínodo es más que un Parlamento. A veces, el mal espíritu acaba condicionando el discernimiento, favoreciendo posiciones ideológicas (de ambos bandos) y debilitando la libertad de espíritu tan importante para un viaje sinodal. Hay un ambiente que acaba por distorsionar, reducir y dividir en posiciones dialécticas y antagónicas que no ayudan en nada a la misión de la Iglesia. Porque todo aquel que se atrinchera en ‘su verdad’ acaba siendo prisionero de sí mismo y de sus posiciones… Así, caminar juntos se vuelve imposible”.

El camino propuesto por el Concilio Vaticano II (Papa Francisco. 50 Sínodo de los Obispos):

Después de haber reafirmado que el Pueblo de Dios está constituido por todos los bautizados, el Concilio Vaticano II proclama que “la totalidad de los fieles que tienen la unción del Espíritu Santo (cf. 1 Jn 2,20 y 27) no puede equivocarse en la fe”. Se manifiesta esta propiedad suya, tan peculiar, en el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo: cuando “desde los obispos hasta el último de los laicos cristianos” muestran estar totalmente de acuerdo en cuestiones de fe y de moral”. Aquel famoso infalibile «in credendo».

Urge purificar la intención, a través del discernimiento, ante las mayores tretas en este proceso hacia la sinodalidad en la Iglesia, o, más aún, hacia una Iglesia toda ella sinodal: el Sensus Fidei vs. Depositum Fidei

E. El proceso Sinodal Amazónico en este Kairós Eclesial

“Que vayamos a trabajar juntos con el pueblo.  A reconocer a Dios en medio del pueblo, a ese Dios que es Padre y Madre para todos, que nos llama a una misión: defender la vida, y de las futuras generaciones también. Si Jesús estuviera aquí lucharía por defender el agua, el territorio, lo que produce vida”.  Jesús Benavides-Diácono (Escucha Sínodo Amazónico)

El Sínodo Amazónico es una expresión particular, con implicación universal, sobre el modo cómo se va concretando el CVII para asegurar la relevancia de la misión de la Iglesia en el undo y en el corazón de sus gritos y esperanzas. La sinodalidad es un modo de respuesta ante un mundo roto que necesita de sanación y en el que la Iglesia quiere ser signo de posibilidad de otro mañana. 

El Sínodo Amazónico es un proceso que posibilita y acompaña la conversión integral de la Iglesia. La fase preparatoria desde el anuncio del Papa de este Sínodo (Octubre, 2017), el inicio de éste en la visita de Francisco al territorio Amazónico en Puerto Maldonado, Perú, en enero de 2018; y el inédito proceso de escucha territorial conducido por la REPAM en al menos 260 puntos en toda la Panamazonía (Asambleas, Foros, y Ruedas de conversación) con la participación directa de al menos 22,000 personas en toda la gran diversidad eclesial y de la población de esta región. Al menos otras 65,000 personas en los procesos preparatorios, fueron determinantes porque han sido la base y esencia con que se elaboró el “Documento de trabajo” (Instrumentum Laboris), a partir de las propias voces del territorio en una expresión de verdadera sinodalidad. 

La Asamblea Especial que tuvo lugar en Roma bajo la presidencia del Papa Francisco, entre los días 6 y 27 de octubre de 2019, fue un espacio de discernimiento, diálogo y elaboración de propuestas para ayudar al propio Pontífice a identificar los posibles nuevos caminos para la Iglesia, y para una ecología integral en la Amazonía y más allá de ella. Con el Documento Final del Sínodo y la Exhortación Apostólica “Querida Amazonía”, se nos dan los lineamientos magisteriales para impulsar esos nuevos caminos que han de ser faros para toda la Iglesia con respecto a su identidad y misión.  

Tensiones sustanciales en el proceso Sinodal Amazónico

El Sínodo Amazónico está en tensión entre polos potencialmente creativos. Esto es un gran desafío, pero es también una verdadera ocasión para animar el cambio necesario en la Iglesia. Comparto las tres tensiones sustanciales alrededor y dentro del mismo:

  1. Dimensión

Este Sínodo es bidimensional, ya que se focaliza en una dimensión territorial específica (un bioma que es distinto a una región eclesial o político-administrativa), con problemáticas y rasgos particulares que piden de la Iglesia un tipo de presencia y respuesta acorde con dicha realidad. 

Y, por otro lado, tenemos la dimensión universal de la Iglesia, en la que se hace explícita la necesidad de acompañar los itinerarios de reforma eclesial que nos inspiran desde el Concilio Vaticano II (y los pasos de su interpretación y reflexión posteriores a nivel regional y global). El Sínodo puede, y debe, aportar luces para esta mirada universal al ser un Sínodo Especial, y no regional.

2. Temporalidad

Por un lado, el tema del Sínodo nos habla de la urgente llamada a una Conversión Pastoral en su componente: “Nuevos caminos para la Iglesia”. Esto se vive como un  “Kairos”, ya que vemos rasgos particulares de la presencia actuante de Dios, y de una llamada atrayente hacia Él. Se trata de ir en pos de un discipulado misionero, de ser Iglesia de Cristo con testimonio creíble, con una vocación clara por reconocer y asumir la diversidad encarnándose en lo concreto. 

Y en el otro extremo de esta tensión, el propio tema del Sínodo nos habla del llamado a “una Ecología Integral” como imperativo ético universal. Se trata, fundamentalmente, del llamado a una conversión ecológica. Necesitamos repensar drásticamente el modo de relación con nuestra hermana madre tierra superando la visión de dominación y sometimiento. Es decir, se trata de alcanzar un cambio real, urgente, asumido en clave de tiempo “cronos”. Es decir, el tiempo que avanza irrefrenablemente poniendo en riesgo el futuro, el proyecto de Dios. 

Reforma en curso

Aquí, la tensión se expresa entre un polo que procura la continuidad de lo que consideramos un modo desde la Centralidad, con un esquema más tradicional, asociado a una Iglesia con un modelo de gobierno centralizador, y con un estilo, todavía, predominantemente jerárquico-vertical. Y por otro lado, el intento de una Iglesia más Sinodal. Es decir, una capaz de revisarse internamente para cambiar de ritmo y en su modo de caminar, que reconozca a los sujetos diversos que la interpelan hoy para poder caminar en mayor sintonía con las mujeres y hombres de hoy. 

Una Iglesia que se organiza buscando un modo de gobierno más participativo, colegial, de mayor comunión y que establece criterios y estructuras nuevas para caminar más al ritmo de los gritos y esperanzas de la realidad. La Panamazonía, sus pueblos y los misioneros que se han encarnado en serio, pueden enseñarnos mucho sobre otros modos, otros ritmos, y una visión profunda de lo sacramental y ministerial, que hacen sentido en una experiencia inculturada e intercultural.

F. Claves sinodales del proceso eclesial Amazónico a la luz del itinerario del Papa Francisco

“Necesitamos que ese pedido de perdón (hacia los pueblos originarios) se sienta en toda la Iglesia, el Papa ya dio el primer paso, queremos avanzar desde una nueva forma de relacionarnos”. Martha Tipuici – Mato Grosso (Escucha Sínodo Amazónico)

Para este apartado me permito tomar como referencia mi propia experiencia en el proceso de concepción, preparación, fundación, y conducción colegiada de la REPAM, a la luz de las interpelaciones del Papa Francisco. 

  1. La periferia es el centro

En abril de 2018, participando en el consejo pre-sinodal Amazónico, el Papa Francisco se acercó y, luego de una conversación espontánea, se puso serio y nos dijo: pongan atención a lo más importante, la periferia es el centro”. 

Esta frase, repetida por el Papa en varios momentos, refleja un elemento del Evangelio fundamental para comprender y promover este proceso pastoral territorial en la Amazonía. Lo que era considerado descartable, indeseable o secundario, se torna en piedra angular para crear nuevas posibilidades y caminos para la iglesia y para un mundo roto. 

Pero, no se trata de una periferia que destrona al centro para asumir ahora ese rol y repetir el mismo esquema excluyente, sino que ha de mantener su cualidad de periferia en contacto profundo con la territorialidad y con los rostros de los márgenes, ayudando a transformar e iluminar al centro desde su pequeñez. Esto es evidente en el propio itinerario y discernimiento de Jesús. Las voces del territorio amazónico, y el modo de escucha y participación directa, aún con limitaciones, han cambiado por completo el modelo pastoral de la REPAM y del proceso sinodal, quizás para tornarse en irreversibles para la iglesia. 

2. No perder el foco: que no se diluya la dinámica territorial 

En marzo de 2019, en un encuentro de estudio sobre los temas prioritarios del Sínodo tuvimos una audiencia privada con el Papa. En ese encuentro fraterno insistió al menos 4 veces en pedirnos:no pierdan el foco, no dejen que se diluya el sínodo”. El pedido era claro, el sínodo no es una arena de disputa ideológica, o de pugna de poderes entre intereses ajenos a la realidad amazónica. En esta solicitud expresaba que el Sínodo sobre la Amazonía debía ser acerca de los sujetos concretos en el territorio y sobre la escucha y la promoción de ellos. De no ser así, perdería el sentido de territorialidad-encarnación, y fracasaría como paradigma para otros dinamismos eclesiales pastorales emergentes. 

Los múltiples agentes externos, de un extremo ideológico y de otro, querían convertir este Sínodo en su vehículo particular para producir los cambios que consideraban esenciales para la Iglesia, o según sus ideologías parciales, con o sin la Amazonía, con o sin sus pueblos y comunidades.  

3. La perspectiva del desborde

El 15 de octubre de 2019, durante la Asamblea del Sínodo Amazónico, el Papa tomó la palabra y dijo con firmeza: 

“No terminamos de hacer propuestas totales… estamos de acuerdo en un sentimiento común sobre los problemas de la Amazonía y la necesidad de responder. Pero al buscar las salidas y soluciones, algo no satisface. Las propuestas son de remiendo. No hay una salida totalizante que responda a la unidad totalizante del conflicto… con remiendos no podemos resolver los problemas Amazónicos. Sólo pueden ser resueltos por desborde… El desborde de la redención. Dios resuelve el conflicto por desborde”.

El seguimiento de Jesús está por encima de las estructuras que, aunque necesarias e importantes, son finalmente medios, no fines. El fin es la construcción del Reino al modo de Jesús. La lógica del desborde a la que nos convoca el Papa implica abrazar los múltiples rostros crucificados que piden de la iglesia ese papel profético y de presencia creíble, incluso si es necesario en algunos casos vender todo lo que tenemos (abandonar viejos modos) para abrazar el rostro de Cristo en el territorio.  

4. Sínodo Amazónico como expresión filial con Laudato Si´

En febrero de 2020, en entrevista para La Stampa, el Papa expresaba sobre el Sínodo de la Amazonía: “Es hijo de la Laudato Si’. Quien no la haya leído nunca entenderá el Sínodo para la Amazonía. La Laudato Si’ no es una encíclica verde, es una encíclica social, que se basa en una realidad “verde”, la custodia de la Creación”. 

Con estas palabras establece la relación de este territorio Amazónico con el futuro del planeta. Francisco continúa diciendo que estamos en “una situación de emergencia mundial. Nuestro Sínodo será de urgencia”. 

El Sínodo Amazónico expresa la necesaria visión multidimensional sobre la ecología integral para un territorio específico, tal y como anticipaba Aparecida. Muchos creyentes no consideran que el cuidado de la casa común sea un elemento inherente a su identidad como miembros de esta Iglesia. Es imperativo cambiar esta situación. El creyente del tiempo presente, para ser genuinamente seguidor de Cristo, debe asumir un compromiso real y creíble sobre el cuidado de la casa común en obras y palabras, de lo contrario no lo será plenamente. 

El nacimiento de una estructura inédita, de corte Sinodal, como fruto del Sínodo: Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA

La CEAMA, como propuesta orgánica y estructural inédita, solo puede comprenderse como fruto, todavía en ciernes, resultante de un largo camino de una Iglesia peregrina y discípula misionera en la región Latinoamericana, y como resultado evidente del discernimiento y los llamados del Concilio Vaticano II. El documento sobre la identidad y fundamentos de la CEAMA expresa que:

El Concilio Vaticano II llamó a las iglesias locales a insertarse en las culturas de los pueblos “a semejanza de la economía de la Encarnación” (AG 22ª). La lógica de la Encarnación enseña que Dios, en Jesucristo, se vincula a los seres humanos que viven en las “culturas propias de los pueblos” (AG 9) y que la Iglesia, Pueblo de Dios inserto entre los pueblos del mundo, tiene la belleza de un rostro pluriforme porque arraiga en muchas culturas (EG 116). Cada “gran territorio socio – cultural” (AG 22b) marca el rostro de una iglesia o de una agrupación de iglesias. La catolicidad del único Pueblo de Dios se realiza en la rica diversidad de las culturas y genera “la variedad de las iglesias locales” (LG 23), con sus peculiaridades teológicas, litúrgicas, espirituales, pastorales y canónicas (LG 23d, AG 19). 

Comparto algunos elementos de mi intervención en el Aula Sinodal en octubre de 2019 en este sentido:

¿Cuál es la verdadera gran novedad en todo este proceso Sinodal Panamazónico? 

Es, como lo dice bellamente el No. 2 del Instrumentum Laboris, la irrupción de un nuevo sujeto eclesial en perspectiva territorial que va llegando desde la periferia. La territorialidad como lugar teológico no es una amenaza contra la manera de comprensión y organización tradicional de la Iglesia, sino la expresión de la continuidad del misterio de la Encarnación a la que no se le puede poner límites. Dios sigue encarnado y encarnándose en los márgenes donde Él mismo decidió territorializarse a través del salvífico vientre de nuestra madre María, mujer sencilla y de la periferia.

Queremos, por tanto, una nueva estructura regional Panamazónica que sea el vehículo propicio para llevar adelante las novedades del Espíritu en este Sínodo y que permita también afirmar la dimensión eclesiológica emergente. No es casualidad que la experiencia de trabajar en una comunión eclesial Panamazónica, como la que hemos vivido estos años, sea una luz que ha ayudado a otros territorios a pensarse desde esta misma perspectiva: en el Congo, en Mesoamérica, en parte de la región de los bosques tropicales de Asia Pacífico, en la articulación europea alrededor de Laudato Si, y más moderadamente, en Norteamérica y el acuífero Guaraní. Parece que algo nuevo está naciendo. “Cuanto más vasto sea el mundo, cuanto más orgánicas sus conexiones interiores, tanto más triunfarán las perspectivas de la Encarnación” TdeCH.

G. Conclusión: premisas Ignacianas imprescindibles para sostener este camino eclesial sinodal (tiempos, lugares y personas)

“El buen vivir es abundancia en la vida, armonía entre hermanos. Equilibrio con el mundo y la protección de la selva. Tener alimentos que nos den más vida. Vivir saludables con lo que nos ofrece la madre tierra. Encontrar la luz interna de cada ser humano. Cambiar el yo, por el nosotros. Recibir la fuerza de ese padre y madre creador que nos ama”.  Encuentro de diálogo con Pueblos Indígenas (Escucha Sínodo Amazónico)

Temporalidad (Tiempos) 

Para comprender este Kairós, y poder asumirlo como tal sin caer en la tentación de reducirlo a una serie de eventos concatenados, o bajo una visión meramente lineal, es necesario asumir la noción de “tiempos” a la luz de la esperanza en el Dios de la vida. Es decir, una temporalidad que trasciende nuestras propias limitaciones y capacidades. El Espíritu se hace presente en los distintos momentos de la historia, pero es imposible someterlo a nuestros parámetros temporales. La revelación de Dios es un continuo en la historia de fe. El Sínodo Amazónico es, sin duda, un reflejo de la revelación de Dios; pero es un proceso frágil y evidentemente incompleto. Los parámetros de temporalidad de los propios pueblos y comunidades Amazónicas, incluso los ritmos de la naturaleza, nos deben ayudar a no forzar los cambios cuando aún no es tiempo, o con base en nuestras visiones particulares. 

Territorialidad (Lugares)

En este Sínodo se hizo un énfasis sobre la importancia de reconocer al territorio como lugar teológico. La divinidad se territorializa, asume la condición humana. Se inserta en una cultura específica y en sus rasgos identitarios e históricos, para luego trascenderla y hacer camino de redención, tal y como hizo Jesús mismo. 

En este sentido, la Amazonía es un verdadero locus, y en ello los pueblos y comunidades que ahí viven, con sus identidades culturales y procesos históricos, son fuente de revelación. Dios se inserta en medio de nuestra realidad y nos llama a hacer presencia sin arrasar la riqueza existente, sino asumiendo la Presencia viva en medio de este territorio.

Si Dios se encarna en la periferia, lo hace también en las culturas específicas, grandes o pequeñas, y nuestra vocación debe ser el buscar el modo en que esa presencia de Dios y las semillas del Verbo encarnado fructifiquen y florezcan en la propia cultura. 

Sujetos del proceso (Personas)

Una de las grandes novedades de este Sínodo fue, como concreción de lo que el Papa Francisco expresa en la Constitución Apostólica “Episcopalis Communio”, la ampliación en la diversidad de participantes del Sínodo. Hemos vivido una presencia inédita de toda la diversidad territorial en el proceso de escucha preparatorio. Se tuvo la mayor presencia de mujeres en una Asamblea con respecto a cualquier otro Sínodo (34). 

Más aún, las voces de los pueblos originarios (25), mujeres y hombres, retumbaron en el aula Sinodal para conmover y transformar el modo en que se discutía sobre un territorio que ya no era algo lejano o comprendido simplemente desde una lectura hipotética. Era un discernimiento hecho con las presencias vivas y los relatos de los propios pueblos y comunidades Amazónicos que fueron sujetos de su propia historia en este Sínodo. Estas presencias marcaron una ruptura irreversible con respecto a otros Sínodos. 

Oración final

“Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama”. 

En el actual desafío creyente no hay, ni puede haber, sinodalidad sin comunión. Es decir, se trata de seguir construyendo esa Iglesia plenamente sinodal como horizonte en clave escatológica, sabiendo que ya es, pero todavía no en nuestra peregrinación y colaboración en el camino hacia el Reino.


*Secretario Ejecutivo interino de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) 

Notas:

[1] Nolan, Albert. “¿Quién es este hombre?” Jesús antes del cristianismo (1976)

[2] Miedo patológico a la suciedad, a ser contaminado.

[3] Nolan, Albert. “¿Quién es este hombre?” Jesús antes del cristianismo (1976)

[4] Ibídem.

[5] Antigua palabra griega que significa el momento adecuado, el momento oportuno. En la tradición de nuestra fe, se refiere a un tiempo propicio de Dios.

[6] Palabra griega que representa el tiempo abstracto general, tiempo o periodo determinado, literalmente: “Tiempo”. Era la personificación del tiempo.

[7] Carlos Galli. “Constitución de la Conferencia Eclesial de la Amazonía. Fundamentos históricos, teológicos y pastorales de la identidad y misión del nuevo organismo eclesial de la región Amazónica”. 2020

Entradas relacionadas

Nuestros Grupos