Mercedes Pulido
Se demuestra cierta falta de musculatura en el tejido social en la carencia de firmeza para enfrentar las afirmaciones oficialistas referentes a los empresarios firmantes de la solicitud del revocatorio a quienes por ello se les deben negar divisas así como, despedir a los empleados públicos que lo hicieran… Aunque para sobrevivir haya que pasar agachado eso no impide la afirmación ética de la responsabilidad en los principios. ¿O será que perdimos los valores humanos fundamentales de la solidaridad como recientemente se preguntara el Padre Luis Ugalde?
Abraham Maslow definió la pirámide de las necesidades como el proceso social de la autonomía personal y si se quiere colectiva. Partiendo de la satisfacción de las necesidades de subsistencia progresamos hacia la relación e identificación afectiva, y de allí a la realización de la interdependencia entre los seres humanos para alcanzar las aspiraciones de trascendencia y corresponsabilidad. Entonces, estamos llegando al punto central de solo sobrevivir. ¿De allí la violencia y la depresión generalizada?.
Y cuando nos referimos a la sobrevivencia es de ambas partes quienes tienen responsabilidad de decidir soluciones a la crisis existencial de toda la realidad venezolana como a quienes tienen que asumir y presionar por nuevos caminos. Esta silente tragedia y no tan silente señala Michael Penfold pareciera sostenerse bajo la premisa que “Todos piensan que pueden ganar. Todos creen que pueden estimar un cálculo político individual que es exacto y que inevitablemente los va a beneficiar”. Todos piensan que el conflicto será intenso pero breve: “Es cuestión de meses”. La historia tiene lecciones de estos optimismos a ultranza desde los lejanos días de las guerras entre Atenas y Esparta hasta nuestra conflagración mundial que se llevo a sociedades enteras a ser desplazadas y en muchos casos desaparecer. Cuando el tejido social se erosiona no hay grupos que puedan individualmente sostener un proceso de cambio, ni los que pretenden salvar la revolución ni quienes se empeñan en restaurar los derechos y la democracia. Si se acepta esta realidad entenderemos que para no llorar mañana es imprescindible un acuerdo partiendo de la profundidad de la crisis y la responsabilidad del sufrimiento de la gente y en ello va la necesaria mediación internacional, aunque el orgullo nos bloquee.
Y en contraste con esta ceguera, tenemos la persistencia de principios y valores. Esta semana el Centro de investigaciones Sociales CISOR llega a sus 50 años de callada labor. Al mando del Padre Alberto Gruson con una reflexión activa sobre la sociología como oficio y compromiso se disponen a la discusión de propuestas para la acción. Como núcleo investigativo ha sido constante en el estudio de la juventud, de la familia y en los últimos tiempos responsables de la recopilación de datos sobre las condiciones de vida de los venezolanos. Hemos sido testigo y actores de los tiempos de carencias sobre todo cuando en la “gran Venezuela” se pensaba que no era necesaria el conocimiento sino los recursos para adquirir lo que fuera. Persistieron los esfuerzos y hoy impulsa el aprender haciendo, favoreciendo el debate no solo de ideas sino de instrumentos para trasformar. Así como la responsabilidad colectiva se debilita en la crisis colectiva, también contrasta la acción silente de aquellos que siguen en pie con visión de hacer y pensar dispuestos a rectificar y escuchar cuando sea necesario sin esperar en desenlaces fortuitos.
Son los contrastes de esta crisis lo que pueden obligarnos y sentarnos para ser responsables.