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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

¿Qué más podemos perder?

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Héctor Escandell

Hablar de esperanza en tiempos desolados es, si se quiere, un acto rebelde. Una conducta deplorable para quienes se afanan por mantenernos en el fango de la miseria y la desilusión constante. No importa, las líneas de esta semana van para allá, entendieron que el túnel sí tiene salida.

Les confieso que para escribir sobre la esperanza fue necesaria una alta dosis de canto latinoamericano y unas cuantas lecturas sobre hombres y mujeres que la pasaron igual o peor que los venezolanos de este siglo. Mercedes Sosa y Rubén Blades se activaron en el playlist de la inspiración. Sobre sus canciones discurre historia, adversidad y un grito por la humanidad más vigente que los precios del dólar paralelo. Por mis oídos pasan “Solo le pido a Dios…”, “Gracias a la vida…” La Negra siempre cantándole al futuro.

La última semana me mostró que hay gente haciendo y desviviéndose por el prójimo. El jueves conocí –por teléfono- a Estefany Ramos; ella es una chica maracayera que junto a otras compañeras fundaron una organización llamada “Sopa pa’ ti”. Es impresionante que unas jóvenes, que deberían estar pensando en sus futuros académicos y laborales estén sustituyendo al Estado en la misión de dar comida a la gente. Esta iniciativa se replica en Caracas, Maracay y Valencia. Con donaciones de gente como tú y como yo, hacen sopas y van de calle en calle regalando sonrisas y espantando el fantasma del hambre.

Suena Silvio Rodríguez. Suena el cantante cubano y, rápidamente, un montón de “Ojalá” se activa en el imaginario de la inconciencia. ¡Ojalá que las escuelas no sean más víctimas indefensas de la inseguridad!, ¡Ojalá que los niños y las niñas no sufran más el rugir de sus estómagos vacíos!, ¡Ojalá que las madres no sigan durmiendo con el credo en la boca y los jóvenes no sigan quedando acostados en las calles de la violencia! ¡Ojalá! Quizás sea mucho pedir, pero ojalá, porque sé que es posible. Sigue sonando Silvio y hoy, en esta crónica, también “Te doy una canción”.

Ahora salta el reproductor y aparece en escena Buena Fe, también de Cuba. ¿Por qué será que ahora estás letras apuntan a quién antes las coreaban? Como quien dice: ahora disparan pal’ otro lado. La primera canción que se deja escuchar dice: “… ¿Qué problema hay con andar en cueros?; quise decir, con el alma en cueros y parecerse a lo que sientes en verdad…” ¿Te imaginas?, a alguien actuando en política según lo que piensa y no haciendo lo políticamente “correcto”. El diálogo ya estuviese resuelto. Estoy seguro que la cordura y la sensatez se hubiesen impuesto antes que las balas y la represión.

Pensar que podemos estar mejor es posible. ¡Claro que es posible! Todos los días hay mucha gente que se levanta con ganas de hacer el bien. Los honestos son más y los solidarios abundan. Hay que creer. Como dice Rubén, “…Creo en ti, cariño, yo creo en ti…” Solamente basta con mirar toda la solidaridad que se activó con los afectados por el deslave de Choroní. Sin campañas de televisión, la gente no dejó morir a las familias de la costa.

Sin duda que es un acto de fe mirar el futuro con esperanza. Es difícil levantar la mirada y observar por encima del desastre los destellos abundantes de buenas nuevas que nacen en cada barrio y en cada pueblo de este país. Sí, es difícil, pero no imposible. ¡Hazlo, dale! Busca que encontrarás.

¿No encontraste? Bueno… Te dejo esto. Escucha a Fito, muchos también vienen a ofrecer su corazón.

Pd: Del Yuan al conejo, hay toda una ciencia por aprender

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