La manifestación de Caracas demostró el creciente músculo político de la oposición y la convicción de los venezolanos por el cambio político
Clavel A. Rangel Jiménez
La movilización opositora terminó con 51 detenidos. En solo cuatro días se cuentan 164 arrestos en el marco de manifestaciones, informó el Foro Penal Venezolano. La oposición ha llamado a la resistencia pacífica para restituir el orden democrático en Venezuela a través de elecciones generales, y en ese camino, convocaron a una nueva protesta el lunes 10 de abril. “No nos vamos a meter de nuevo en nuestras casas”, anunció el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Freddy Guevara.
La marcha convocada por la oposición en Caracas este sábado resistió cinco horas de gases lacrimógenos. Ese lapso de resistencia a la represión es, en estos tiempos, la última medida utilizada por los opositores para mantenerse en las calles.
Los manifestantes no pudieron llegar a la Defensoría del Pueblo, en el centro de la capital, pero tampoco el Ejecutivo logró doblegar a los cientos de protestantes que exigen elecciones generales en Venezuela.
Tras la ruptura del orden constitucional con las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), la movilización significó la cuarta convocatoria masiva a la que la oposición respondió como un acto de resistencia.
En este capítulo político de la historia contemporánea, la actuación del TSJ -aunque enmendada- ha significado el colofón de una advertencia anunciada por partidos políticos, organizaciones defensoras de derechos humanos y gremios para aseverar que en el país hay una dictadura.
Y en este contexto, el Gobierno ha disparado gases lacrimógenos contra manifestaciones pacíficas que intentan llegar a las sedes gubernamentales ubicadas al oeste de la ciudad, como símbolo del descontento popular.
El millonario uso de químicos para dispersar a venezolanos desarmados, es un contraste escandaloso en un país donde la gente deambula entre bolsas de basura para encontrar comida y en donde no se consiguen medicinas.
El liderazgo renovado
La estrategia de la oposición ha estado encabezada por los diputados jóvenes de la Asamblea Nacional (AN), otrora dirigentes estudiantiles, ahora representantes del Poder Legislativo mayoritariamente opositores.
Y a eso aluden en cada una de las recientes convocatorias. Hace una semana, la decisión de la Sala Constitucional parecía haber tomado por sorpresa a la dirigencia de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Siete días después, los diputados remontaron acompañando a la gente en convocatorias y dibujando junto a ellos un escenario inmediatamente ulterior.
Freddy Guevara, vicepresidente de la Asamblea Nacional, hizo ese ejercicio este sábado. En el centro de la multitudinaria concentración en el corazón del municipio Chacao, histórico bastión de la oposición, pidió a la gente imaginarse el futuro.
“Va a llegar un momento en el que millones de venezolanos estén en las calles, y será entonces cuando abran paso. Escucharemos noticias que jamás imaginamos escuchar”, visualizaba este sábado Guevara. Y la estrategia, explicó, es desgastar al régimen opresor manteniendo la presión de la resistencia.
Es un discurso, sin embargo, distinto al de 2014. A diferencia de entonces, hay un consenso generalizado entre partidos políticos y organizaciones gremiales -ahora sí- de que será solo la protesta pacífica lo que permita forzar la apertura de un escenario democrático.
El alcalde de El Hatillo, David Smolanski, también precisó las razones para calificar al gobierno como una dictadura: primero, la decisión del TSJ; segundo, la suspensión de las elecciones indefinidamente; tercero, la crisis humanitaria; y cuarto, los cientos de presos políticos. “Es importante que todos mantengamos el mismo discurso”.
Y así, entendidos de las razones (aunque para la gente es suficiente el hambre y la escasez de medicinas), la marcha salió hacia la avenida Libertador, unas de las principales vías que conecta con el centro de la urbe metropolitana.
Carta de represión
No pudieron avanzar ni dos cuadras al llegar allí. Sin negociación de por medio, y apagando el sonido de los pitos de los manifestantes, la Policía recibió -una vez más- a los disidentes con gases lacrimógenos, acorralándolos y haciéndoles retroceder tres horas después.
Ante cualquier atisbo de concentración, motorizados del Gobierno sorprendían lanzando gases hacia el interior de edificios residenciales, centro comerciales y hasta adyacencias de iglesias, como en Chacao donde se reunían los tradicionales palmeros para el Domingo de Ramos.
En contraparte, un grupo de opositores impidió que el canal estatal y portavoz del Gobierno, Venezolana de Televisión, realizara la transmisión desde la marcha. Las imágenes de las agresiones han sido transmitidas una y otra vez por el Ejecutivo, mientras los canales comerciales omiten información relacionada a las manifestaciones y los canales de internet enfrentan bloqueos de los sistemas de nombres de dominio (DNS, por sus siglas en inglés).
Después del incendio ocasionado por la GNB en el comando de campaña del gobernador inhabilitado, Henrique Capriles, el día terminó con destrozos a la fachada de la sede de la magistratura del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en la avenida Francisco de Miranda. Un acto terrorista, calificó el oficialismo. Un acto de infiltrados, repudió la oposición.
Muro de contención
Aunque el despliegue policial ha sido la barrera, la conducción opositora al frente de los parlamentarios jóvenes ha sido el muro para redirigir el descontento popular por métodos pacíficos.
El hastío es el argumento de buena parte de los manifestantes y a eso se enfrenta, también, la dirigencia. “Estoy obstinada de esta mierda, de pasar hambre (…) Uno o dos días a la semana no tumban esta vaina”, le reclamaba furiosa una señora al diputado de la Asamblea Nacional Miguel Pizarro la tarde de este sábado.
Otros le aupaban e incluso llamaban al retorno de las guarimbas. Pero Pizarro, y es el discurso del resto de la dirigencia, insistían: “eso es lo que ellos quieren, que respondamos impulsados por el desespero. Debemos ser más inteligente que ellos”, y le recordaba el episodio de clausura de la Defensoría del Pueblo. “¿Cómo lo hicimos? Sin un muerto, sin un herido, siendo creativos”.
Esas discusiones, en plena calle y con cortinas de gases lacrimógenos, se repiten en cada concentración. Y aunque hasta ahora todo transcurre bajo el mismo guión, la participación en las manifestaciones del oeste de Caracas parece ser lo que toda la oposición espera.
Aunque a diferencia de la era chavista, incluso en los primeros meses de gestión de Nicolás Maduro en 2013, ya no hay al otro lado de la ciudad una multitud de seguidores del oficialismo esperando a opositores marchantes. Para impedir el avance de la protesta, el Ejecutivo parece solo contar con contingentes de la Guardia Nacional y la Policía.
Las concentraciones convocadas en los últimos días por el erosionado Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en el centro de Caracas, terminan siendo televisadas por el canal oficial con tomas cerradas. La polarización, que tanto sirvió al Gobierno para armar grupos de choque, parece, hasta ahora, haberse diluido en la honda crisis cuyo rostro más palpable es la escasez de medicinas y alimentos.
Fuente:
http://correodelcaroni.com/index.php/nacional-2/item/54989-ciudadania-enfrenta-el-autoritarismo-de-maduro-con-protesta-pacifica-para-restituir-la-democracia