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Primero de mayo: ante un de Estado más represivo y menos social

Ariana Cubillos_AP

Por Alfredo Infante, s.j.

Este primero de mayo nos alcanza con un país más desigual que nunca y envuelto en una ficción propagandista, muy bien montada desde el poder, que insiste en que la economía se ha recuperado.

Es cierto, como ha señalado el economista Asdrúbal Oliveros, que la hiperinflación se detuvo, pasamos a inflación, y esto, por supuesto, es una buena noticia para todos porque nos da una mayor certidumbre en relación con la compra-venta de bienes y servicios en la vida cotidiana.

Sin embargo, aunque más estable, el mercado venezolano ahora excluye a la mayoría e invisibiliza los dramáticos cuadros de pobreza, pues se trata de un esquema que entraña una desigualdad estructural.

La tan cacareada recuperación económica está excluyendo a un gran porcentaje de la población, que, cada vez más, se hunde en la pobreza, sin posibilidad de remontar la cuesta y recuperar en un mínimo sus condiciones de vida.

El Estado se redujo, se encogió de repente, y hemos pasado en pocos años de un “Petro Estado” benefactor, empleador y omnipresente, a un “Estado mínimo”, que retira la inversión social y profundiza y fortalece la seguridad y la represión. Represión que ha golpeado por la vía de la persecución, juicios amañados, encarcelamiento y tortura a dirigentes emblemáticos del movimiento sindical y gremial autónomo, mientras se ha impuesto en todos los sectores un sindicalismo y gremialismo tallado por el poder, plegado a los intereses del partido de gobierno.

La realidad que se viene imponiendo es perversa. La tal recuperación económica pareciera ser más una táctica de reacomodo en el poder de la coalición dominante que un programa estructural para la superación de la crisis, pues se está dando en una coyuntura electoral y no se está reactivando el aparato productivo nacional, sino que, por el contrario, se están favoreciendo las importaciones, por lo que las áreas de crecimiento son comercio y servicios.

Además, este nuevo dinamismo económico, según el economista Asdrúbal Oliveros, se sostiene en gran medida en la economía oscura, es decir, de extraña procedencia. A través de su cuenta de Twitter, Oliveros indicó que la misma representa una quinta parte del total de la economía y “ya es más grande que el propio gasto del Estado”.[1]

A esta fuente oscura hay que sumarle, también, los ingresos por la vía de remesas de los más de 6 millones de migrantes en la diáspora. “Las remesas familiares se han transformado en uno de los motores de la economía de Venezuela y ya representan al menos el 10 % del PIB, un dato que supera unas cinco veces el ingreso por venta de petróleo”, afirmó el economista y gerente de operaciones de la firma local Econométrica, Alejandro Castro.[2]

Se trata, pues, de un nuevo modelo rentista, no productivo, excluyente y desigual, combinado con un modelo político autocrático y represivo, en un país fracturado y golpeado en su tejido social, gremial y sindical.

En este contexto, se encuentra de visita una misión de la OIT. Ya se han dado boletas de excarcelación a líderes sindicales emblemáticos. Amanecerá y veremos.


Notas:

[1] Oliveros, A. [@aroliveros]. (26 de marzo de 2022). En Venezuela, si la economía negra fuese un sector económico (como manufactura, comercio…) sería el más grande: representa una… [Tweet]. Twitter. quintahttps://twitter.com/aroliveros/status/1507699580607111168?s=20&t=bSZcreZb3XNEQpNBmu0B8w

[2] Alnavío (1 de noviembre de 2021). Las remesas superan el ingreso por petróleo y ya representan el 10 % del PIB de la economía de Venezuela. alnavio.es

Fuente:

Boletín del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco del 22 al 28 de abril de 2022/ N° 141. Disponible en: mailchi.mp

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