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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Por sus frutos la recordaremos

María Matilde Zubillaga

Bernardo Guinand

Afortunadamente ayer llegué a Caracas a tiempo para dar un último adiós a esta incansable trabajadora y admirable mujer.

María Matilde Zubillaga
No me cabe la menor duda que los logros alcanzados en el CSSI, ya a más de 15 años de su puesta en funcionamiento son producto de la determinación, profesionalismo, capacidad organizativa, claridad institucional, valores, identificación total con la obra, la UCAB y los jesuitas y duro trabajo que sembró María Matilde como cimientos sólidos, de los cuales hoy aún nos beneficiamos. El equilibrio entre su estilo gerencial, la sabiduría de Azagra, algunas pinceladas del Dr. Paradisi y un grupo de jóvenes que nos incorporábamos a aprender y hacer, hizo de esos inicios del Parque Social y CSSI una experiencia maravillosa y un proyecto convertido en una realidad tangible y perdurable.

Fue una jefa exigente y fregada, fue maestra y formadora de generaciones futuras, fue meticulosa hasta el detalle, retadora, celosa de su vida personal, mandó hasta a quien no estaba bajo su línea de mando (varios en la UCAB darán fe de ello). Sus agendas y puntos pendientes nos hizo temblar cada semana. Fue mamá, no solo de Santiago y Miguel, sino muy discretamente de cada empleado nuestro. Fue recta hasta la exageración, al punto que durante su paso por la AEUCAB fue muy difícil vincularla con el Parque Social, para que no pensaran que había intereses afectivos o personales. Su lema más frecuente “lo perfecto es enemigo de lo bueno” creo que más que a nosotros se lo repetía a ella misma para poder avanzar, pues siempre buscó la perfección, la excelencia, el Magis. Pero sobretodo, María Matilde tuvo una cualidad admirable y difícil de ver en estos tiempos, tuvo la capacidad de organizar hasta el mínimo detalle la puesta en marcha de nuevos proyectos con la increíble sabiduría de dar luego paso a los que vienen creciendo. No se eternizó en cargos, supo formar equipos y dar la confianza para que ellos siguieran su senda. Y eso, probablemente es lo que más le agradezco el día de hoy. Vivió intensamente, y su partida no es solo un duro golpe para la UCAB, AVESSOC o Parque Social, es un golpe durísimo para toda la sociedad civil venezolana, quien pierde a una profesional con compromiso y servicio dedicado a este país y a los más necesitados.

Agradezco a Papá Dios haberla conocido y aprendido tanto de ella, así como devolverle en vida tanta confianza y haberle propuesto su regreso a AVESSOC (su último trabajo), organización que también nació de su capacidad creativa y organizativa.

Adiós MM. Por tus frutos, te recordaremos.

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