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Pensando en las parlamentarias y en la Venezuela de 2020

eleccionesenvenezuela-afp

Por Carlos Torrealba

Se me ocurre intuir que el gobierno no necesita plantearse como objetivo ganar la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, esto es dos tercios de los curules. Lo que necesita es dividir a la oposición y que un sector llame a la abstención y el otro a la participación. Así logra impedir que se vuelva a repetir la situación creada con las parlamentarias de 2015.

Una Asamblea Nacional plural y multicolor le es totalmente funcional al gobierno. Con ella podrá convivir sin mayor dificultad. Por consiguiente, no tendrá nada de extraño que haga concesiones en la conformación de un nuevo CNE y cierta flexibilización en las condiciones electorales, para hacer más potable a nivel nacional e internacional las elecciones en Venezuela.

Si lo anterior se combina con una “mutación” en el modelo económico del régimen, dirigida a reactivar la economía y a disminuir la inflación, lo que eventualmente podría aliviar en algo la tremenda crisis alimentaria y de salud que padece el país, tal vez pueda el chavismo de esa manera asegurar su permanencia en el poder por varios años más, en el entendido de que éste no está ni débil ni mucho menos derrotado, como a veces un sector influyente de la oposición venezolana se empeña en hacernos creer.

No obstante, el futuro del chavismo dependerá no solo de lo que haga para aferrarse al poder, sino también de cómo juegue la oposición.

Pero la oposición se encuentra frente a una encrucijada. O se une, piensa con visión estratégica, diseña una estrategia inteligente, se conecta con los problemas fundamentales del venezolano y moviliza a la población descontenta por vía pacífica, electoral y democrática para promover el cambio político, social y económico que requiere Venezuela. O, por el contrario, sigue repitiendo los mismos errores del pasado, recurriendo a los mismos métodos que fracasaron estrepitosamente luego de la extraordinaria victoria en las parlamentarias de 2015.

Estará por verse, entonces, si la oposición venezolana aprende de su amarga experiencia de fracasos y errores, logra superar las rivalidades absurdas entre sus más connotados líderes y se concentra en la línea electoral, tomando clara distancia del abstencionismo que impide capitalizar políticamente el enorme deseo de cambio que subyace en la sociedad venezolana.

Es hora de propuestas claras, de fortalecer la unidad de las fuerzas políticas y sociales y de trabajar conjuntamente con los gremios, los estudiantes, los trabajadores, las comunidades populares y la sociedad civil para transitar por la ruta electoral, que es la mejor manera para recuperar la democracia en paz y sacar al país de la dramática situación económica y social en la cual está inmerso. Venezuela lo merece y unido se puede lograr.

 

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