De cómo los ilustres visitantes de Oriente trataron de llegar a Venelandia para el nacimiento de Chucho Bimba, por invitación de Cáritas*, y de cómo al pasar por el corredor humano los corrieron.
Reportero Txusma compinche de Barrabás
La foto fue encontrada en el Maqueronte y a juzgar por las pruebas de carbono 14 probablemente es de los espías de Herodes o de los detectives privados de Herodías)
Cuentan que estando los Reyes Magos en el zigurat cercano a la ciudad de Mosul escrutando las estrellas del cielo, confundidas con las luces de los satélites militares de Trumplandia o de Putingrado, vieron una estrella roja, pero más rojita que la del planeta Marte, que era la señal del nacimiento de Chucho Bimba en Venelandia (consulte Wikipedia, Wikileaks o UFO).
Inmediatamente organizaron un crucero aéreo de asistencia humanitaria con harina de pan, leche en polvo y medicinas, en lugar de oro, incienso y mirra, a solicitud de Cáritas, Ong, sospechosa de estar relacionada con Juan el “despescuezado”(no hablen duro ni claro, que por ahí anda la OLP, no sé si la palestina o la otra que es más peligrosa).
Después de un vuelo accidentado en que dos de los pajes resultaron ser espías infiltrados -no sé si sunitas o chiitas- que quisieron desviar el vuelo uno a Cuba y otro a Haití, y se mataron entre sí en un duelo a cuchillo, el piloto pudo aterrizar en el aeropuerto de Venelandia, allí donde la estrella roja parpadeó más intensamente.
Ya en la sala de llegada se sorprendieron de que no les reconocieran sus pasaportes diplomáticos de sus países de origen, avalados por el Isis y por el Vaticano en sus correspondientes escalas aéreas en Alepo y Roma, y sin más explicaciones se llevaron a Melchor, tal vez por su nariz semita, a declarar en la aduana sobre la procedencia de los juguetes. Los funcionarios, tras escanear todos los paquetes, revisar las etiquetas, leer las cartas al Niño Chucho Bimba, decidieron requisar todos los juguetes por sospecha de proceder de la Cueva de Alí Babá o de la factoría Kreisel, aunque tenían la etiqueta de “made in China”. Y aplicando no la ley salomónica, sino la herodiana, que no requiere siquiera el curso al Tribunal Supremo, decidieron repartirlos equitativamente, la mitad para los pobres organizados en Clap y la otra para los pobres funcionarios, que no acababan de cobrar completo el aguinaldo.
Entre tanto Melchor fue entrevistado por un patriota internacionalista y cooperante iraní, y ante las dudas lo sometieron a una pesquisa íntima, pues se filtró que podía ser de la banda de los zelotes. Palpado el prepucio y declarado incircunciso, se le selló el pasaporte y se le otorgó el permiso de tránsito con la obligación de presentarse cada dos días en la comisaría de Tumeremo.
Baltasar, que bien podía ser confundido con un paisano de Curiepe, fue invitado a bajarse de la mula por descastado y presuntuoso: “¡Caballero, déjate de vainas, aquí todos somos iguales igualitos y todos colaboran con el impuesto de la guerra económica y el aguinaldo revolucionario! Y no se admiten billetes de cien!”. Una funcionaria más leída agregó: “¡Maco, que en Oriente no usan bolívares!”. (Corte de autocensura: la culpa es de quien la lee o se imagina la palabra completa). El camita se desprendió de sus anillos y collares burgueses para poder pasar adelante.
Más difícil fue la salida de aduana de los pajes por no tener las vacunas requeridas y los permisos de migración de los semovientes, camellos (no los que ud. malintepreta), loros políglotas, y palomas mensajeras. Que si los camelleros no tenían las vacunas del mal de Hansem y el paludismo, que si los jinetes portaban permiso de camelleros pero no con derecho a montar dromedarios, que si en internet aún no habían declarado a Venelandia, país libre de enfermedades endémicas, que si…
Ni las llamadas a los parientes de Herodías, a los Cardenales de Lara y de la Iglesia Católica, ni los reclamos y las amenazas de Cáritas internacional, sirvieron para sacar las medicinas incautadas.
Pero con todo y eso con los presentes restantes la caravana enfiló, siguiendo la estrella por la carretera vieja de la Guaira, pues los semovientes no tenían permiso de tránsito para desplazarse por la autopista (razones obvias de no ensuciar la vía con excrementos deslizantes).
A mitad del trayecto, cuando ya se divisaban en frente las luces de la loma de Gramovén, y subían con su carro en primera al ritmo del trote lento de los camellos, una banda dirigida por un pran camuflado con uniforme del gobierno herodiano, les arrebató el resto del equipaje y de los juguetes.
Entre tiros, petardos y tumbaranchos la comitiva se disolvió, los loros políglotas y las palomas mensajeras volaron, y el atardecer se entenebreció.
Hoy los camellos y dromedarios, ya nacionalizados, están presos en el zoológico de Caricuao, y los tres Reyes Magos mendigan por la capital de Venelandia escrutando los cielos en busca de la estrella perdida y cubriéndose del frío con los cartones de los juguetes y las hojas de horóscopos. Herodes no tiene noticias de la vuelta de los Reyes y los ciudadanos siguen mudos y atemorizados.
El Chucho Bimba solloza y como los Reyes no llegan, ahora espera a San Nicolás…
Notas
*(Cáritas son las siglas del grupo de Conspiradores Ácratas, Rabiosos, Independientes, tantálicos, agnósticos y sectarios)