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Para comprender la última amenaza del régimen de facto contra Guaidó

Juan Guaido
Foto: Archivo Web

Por Edwin Sambrano Vidal

El objetivo es elevar el nivel de confrontación y buscar que respondamos con desespero. La maniobra de pretender allanar la inmunidad parlamentaria de Juan Guaidó es parte del plan de aumento de la confrontación aparente por parte del régimen de facto.

Jurídicamente no tienen ninguna validez los actos emanados, tanto de la espuria ANC -ilegítima y fraudulenta- como de los falsos funcionarios nombrados por ella, los pretendidos miembros del poder ciudadano. En idéntica situación están el TSJ y el CNE quienes han sido designados inconstitucionalmente, el primero por una Asamblea Nacional que ya había sido sustituida, había cerrado sesiones y por tanto, carecía de mandato y facultades; y el segundo porque, vencido su período algunos miembros fueron designados por el inconstitucional TSJ designado por la Asamblea Nacional, cuyo mandato había fenecido.

Han fabricado una ficción de institucionalidad que actúa según sus torvos y mezquinos intereses.

O sea, estamos en presencia de una sucesión de violaciones a la Constitución y la creación de una ficción de institucionalidad apartada y en contra de la voluntad mayoritaria del pueblo; en franco menoscabo e irrespeto de la soberanía popular. Esta ficción de institucionalidad se establece de facto con el soporte casi exclusivo de la fuerza militar y de una cúpula política con intereses abiertamente contrarios a los contenidos en el proyecto socio-político establecido en la Constitución de 1999.

Una provocación mayor para explorar

De modo que, el paso de adelantar actos de agresión física contra Guaidó es la provocación mayor, para explorar la determinación de la voluntad democrática de la dirección de las distintas tendencias de oposición, su nivel de alianza o unidad de objetivos y su conexión con las bases populares.

Al mismo tiempo de proponer comprobar la capacidad de respuesta del conjunto de la sociedad para impedir o frenar la acción de la cúpula militar política que ocupa el gobierno.

Es un test. La respuesta debe ser masiva, extendida y contundente. Activa y no violenta, que demuestre el rechazo consciente de la inmensa mayoría de los venezolanos al régimen de facto.

Que demuestre también la fortaleza interna para conmover las bases de sustentación del régimen de facto.

La respuesta de la oposición tiene que darse en la mayor unidad, con serenidad y firmeza, sin desesperación y sobre todo, moviendo a la sociedad venezolana.

El respaldo de la comunidad internacional tiene dos objetivos fundamentales:

1) Disminuir la potencia dañina del régimen al restarle recursos y cerrarle el mercado de instrumentos de represión.

2) Sostener una presencia disuasiva real en protección de las acciones democráticas y pacíficas que desarrolle el pueblo en sus protestas y exigencias.

La comunidad internacional no se propone sustituir a la comunidad nacional en las tareas que son propias de ésta.

De modo que el elemento central de la respuesta debe ser, sin duda, la acción masiva de los ciudadanos y dependiendo de la calidad y extensión de la protesta popular se puede desencadenar una acción que coloque como objetivo inmediato obtener la renuncia de Maduro o el cese de la usurpación.

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