Por David Adams
Cuando la policía nicaragüense allanó las oficinas de un medio de comunicación independiente la semana pasada, se acercó peligrosamente al núcleo de las raíces democráticas del país. No se trató solo de la toma del edificio de donde salían la publicación impresa y digital de ‘Confidencial’, el programa ‘Esta Semana’ y la revista ‘Niu’, sino una ofensiva contra su fundador, Carlos Fernando Chamorro, un reconocido periodista independiente, que es hijo de una de las figuras más respetadas de la nación.
Su padre, Pedro Joaquín Chamorro, fue un incansable editor de prensa asesinado a tiros por un desconocido en 1978 en un crimen que provocó disturbios en las calles por las acusaciones de que había sido ordenado por el dictador Anastasio Somoza.
Solo 18 meses más tarde, Somoza fue derrocado en una revolución encabezada por los rebeldes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). En un curioso giro de la historia, a uno de los líderes sandinistas de aquella época, Daniel Ortega, hoy se le acusa de haber ordenado la ofensiva contra el medio perteneciente al hijo de Pedro Joaquín Chamorro.
“Cuando vi a Carlos Fernando enfrentarse a la policía sentí como una ola sobre mí. ¿Va a terminar como su padre?”, dijo Jennie Lincoln, directora del Programa para América Latina y el Caribe del Centro Carter, fundado por el expresidente estadounidense Jimmy Carter. “No se requeriría mucho. Los Ortega se han descontrolado”, agregó.
Durante los últimos ocho meses, una oleada de protestas callejeras ha sacudido al gobierno de Ortega. Las manifestaciones provocadas por una fracasada reforma fiscal y de seguridad social, han sido reprimidas ferozmente por el gobierno, con más de 300 muertos, lo cual recuerda la lucha contra la dictadura de Somoza en la década de 1960.
Con cientos de víctimas fatales, muchos de los líderes de la oposición política nicaragüense están en la cárcel o han huido al exilio.
“La última frontera”
Mientras tanto, el país se ha convertido en un estado policial al estilo de Venezuela, donde a los opositores al gobierno ahora se les define legalmente como “terroristas”, aunque los medios de comunicación se habían mantenido en gran medida libres de criticar al gobierno hasta la semana pasada.
“El asalto y la toma de las organizaciones noticiosas independientes dirigidas por Carlos Fernando Chamorro son nada menos que una última frontera para la libertad de prensa en Nicaragua”, dice Jon Lee Anderson, redactor de The New Yorker que ha cubierto Nicaragua durante décadas y es miembro del consejo de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. “Es escalofriante ver a Carlos Fernando perseguido por el hombre que … derrocó a Somoza, Daniel Ortega, y que desde entonces se presentó como el salvador de Nicaragua”.
En muchos sentidos, la historia de la familia Chamorro es la historia de la Nicaragua moderna, pues ha sido una de las principales voces de la democracia durante más de medio siglo.
La madre de Carlos Fernando Chamorro, Violeta Chamorro, gobernó Nicaragua en la década de 1990 y ayudó a guiar la transición política del país hacia la democracia después de décadas de guerra civil.
Fue el quinto miembro de esa familia conservadora y oligarca en fungir como presidente desde la década de 1850 y la primera mujer en ser elegida presidenta en el continente americano.
“La familia Chamorro es una familia de legado”, dijo Lincoln. “Los Chamorro siempre están allí luchando contra el autoritarismo y la represión”.
Carlos Fernando Chamorro, ahora de 62 años, es el más joven de cuatro hermanos y hermanas. Apenas tenía 20 años cuando su padre murió y no había planeado ser periodista. “Admiraba a mi padre y él fue la persona más importante en mi vida, pero no quería vivir bajo su sombra”, dijo a The New York Times.
Después de graduarse de la escuela secundaria, salió de Nicaragua para estudiar economía en la Universidad McGill en Canadá. Cuando regresó a Nicaragua en 1977 se unió a la guerrilla sandinista para luchar por los pobres.
Sin embargo, cuando su padre fue asesinado en 1978, se vio empujado al periodismo y se unió al periódico familiar, ‘La Prensa’.
Una familia dividida
Cuando los sandinistas victoriosos entraron en Managua 18 meses después, la familia Chamorro terminó dividiéndose. Dos hijos -Carlos Fernando y Claudia- se mantuvieron fieles a los sandinistas, mientras que Pedro Joaquín y Cristiana se pasaron a la oposición.
Pedro Joaquín más tarde abandonaría Nicaragua y se uniría al ejército de los Contras, financiado por el gobierno de Ronald Reagan para derrotar la propagación del comunismo en América Central, mientras que Cristiana se quedó en ‘La Prensa’. Carlos Fernando se convirtió en editor del periódico sandinista ‘Barricada’ y Claudia en la embajadora sandinista en Costa Rica.
Como editor de ‘Barricada’, esencialmente una máquina de propaganda izquierdista para los sandinistas, Chamorro dice que estaba cumpliendo con un deber en tiempos de guerra de defender su país. Quienes lo conocieron en esos momentos lo recuerdan como parte de una facción más abierta del partido, a veces en desacuerdo con Ortega. “Al inicio de la revolución, había una carpa muy amplia”, dijo Cynthia Arnson, exasesora de política exterior en la Cámara de Representantes en la década de 1980 que visitaba Managua a menudo.
“Siempre he visto a Carlos Fernando, ante todo, como un periodista inspirado en el fuerte ejemplo de su padre, incluso en sus días en ‘Barricada’”, dijo Arnson, quien ahora es directora del programa latinoamericano del Wilson Center en Washington DC.
El regreso de Chamorro al periodismo crítico involucró otro evento familiar dramático. En 1990, como parte de un acuerdo de paz para ponerle fin a la guerra, Ortega aceptó realizar elecciones. Violeta Chamorro se postuló contra él a pesar de no tener experiencia política. Obtuvo una victoria sorprendente.
Carlos Fernando y Claudia no votaron por ella, pues prefirieron a Ortega.
Aun así, la familia Chamorro se mantuvo unida. Violeta Chamorro recibía a sus hijos, con sus cónyuges, en las cenas dominicales. “Siempre todo fue muy cordial, no se discutía de política en la mesa”, dijo el esposo de Claudia, Edmundo Jarquín, político y excandidato presidencial. “Ella trasladó esa maternidad a Nicaragua cuando fue presidenta, pues en cierta forma la reconciliación política que promovió… fue en cierto sentido maternal”.
Un partido dividido
Carlos Fernando Chamorro permaneció en ‘Barricada’ hasta que el partido finalmente se dividió a mediados de la década de 1990 y fue expulsado por los partidarios de línea dura de Ortega junto con otros editores más independientes como la escritora feminista Sofía Montenegro.
Ese sería un importante punto de inflexión para Chamorro, quien gradualmente se puso en el lugar de su padre, adoptando el mismo estilo de cruzada para denunciar la corrupción y el gobierno autoritario. Eso pronto lo enfrentaría a Ortega y su esposa, Rosario Murillo, quien también es vicepresidenta de Nicaragua.
Después de dejar ‘Barricada’, comenzó ‘Confidencial’, y el programa de televisión ‘Esta semana’. También fundó CINCO, un centro de estudios audiovisuales. En 1997, recibió una beca de periodismo para estudiar en la Universidad de Stanford, además de un año impartiendo y tomando clases en la Universidad de California, Berkeley, a lo cual le atribuye la profundización de su apreciación de los estándares profesionales del periodismo.
En los últimos años agregó un programa de televisión diario por la noche, ‘Esta Noche’, y ha publicado numerosas historias sobre la corrupción del gobierno, incluyendo la desviación de fondos estatales de Albanisa, un programa petrolero venezolano ya desaparecido, hacia la fundación privada de Ortega, lo cual le valió a él y a sus periodistas numerosos premios, incluyendo el Premio Maria Moors Cabot organizado por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia de Nueva York. (Su padre recibió el mismo premio en 1977, seis meses antes de ser asesinado.)
“Carlos Fernando está totalmente comprometido con el país y con el periodismo de calidad”, dijo Wilfredo Miranda Aburto, de 27 años, uno de los 12 reporteros en la redacción. “Somos periodistas muy afortunados. Carlos Fernando es un periodista tan riguroso y un gran maestro. Siempre está al tanto de las noticias, con las mejores fuentes y nunca parece descansar”, agregó Mirando Aburto, quien ha trabajado en Confidencial siete años y es colaborador de Univision Noticias. Describió a menudo recibir correos electrónicos de su jefe a altas horas de la noche y al día siguiente, a primera hora de la mañana.
A pesar de la erosión gradual de las libertades políticas, los medios independientes de Nicaragua se habían mantenido intactos en gran medida, con algunas excepciones, como Radio Darío, que fue incendiado por activistas sandinistas en la ciudad de León en abril.
La semana pasada, legisladores partidarios de Ortega despojaron nueve organizaciones no gubernamentales de su estatus legal, incluyendo el principal grupo de derechos humanos del país, acusándolos de participar en actos terroristas.
El ataque a ‘Esta Semana’ y ‘Confidencial’ representa un cambio, dijo Eric Olson, un veterano experto en América Latina de la Fundación Internacional de Seattle. “Hasta el jueves pasado, la mayor parte de lo que se había hecho estuvo dirigido a la oposición y los manifestantes. Esto ahora va dirigido directamente contra las voces de la sociedad civil que son los últimos contrapesos institucionales restantes para el gobierno. Es una señal muy mala”.
“Sí, tengo miedo”
El lunes, Chamorro acompañó a su abogado al juzgado de Managua para apelar contra el allanamiento policial de sus oficinas. Cuando los periodistas le preguntaron si tenía miedo, mientras esperaba fuera del complejo judicial con su esposa y sin guardaespaldas, respondió: “Evidentemente tenemos miedo de ser aplastados por un régimen que hasta ahora se ha impuesto por la fuerza y por el terror”, dijo.
Y citando una frase de su padre, agregó: “Sí, tengo miedo, pero cada quien es dueño de su propio miedo. Tenemos que aprender a administrar el miedo y a vencerlo y demostrar que las ideas no se pueden matar y tampoco se pueden matar las ideas matando periodistas”.
Dijo que ‘Confidencial’ se está “reorganizando” y continuará operando desde una ubicación no localizada. “La sala de redacción existe en el alma y el cerebro y las convicciones de cada uno de los periodistas. El lugar físico ahorita no es lo más importante”.
Fuente: www.univision.com