El panorama es complejo para el sector infantil, pues la tendencia continúa sin revertirse. La Iglesia intensifica su cruzada, pero insiste en llamar la atención del Estado para salvar el mayor número de vidas
Carlos Zapata
Los casos son distintos pero la historia se repite. Ocurre en el Hospital de Niños de Maracaibo, así como en la mayoría de los centros de atención de infantes que tiene Venezuela: mamás que piden se alargue el tiempo de hospitalización de sus bebés, porque así les garantizan algo de comida.
En el plano sudamericano es sorprendente, pero no en el venezolano, donde desde 2016 la Iglesia mantiene programas especialmente enfocados en la “sobrevivencia infantil”, en un intento por salvar vidas y elevar la calidad nutricional de este sector particularmente vulnerable.
El principal es desarrollado por la organización Cáritas en Caracas, Miranda, Vargas, Zulia y Distrito Capital, donde siete de cada diez hogares reportan deterioro masivo en la alimentación.
“La situación es angustiosa”, señala en conversación con Aleteia el presidente de la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Roberto Lückert.
Sostiene el prelado que de acuerdo con las cifras manejadas por la Iglesia católica, el 65 % de los hogares incurre en privación alimentaria y cuatro de cada diez familias se ve en la necesidad de mendigar o comer alimentos de la basura.
Indica Lückert que en el hospital pediátrico de Maracaibo, las madres de los barrios suplican a los médicos que nos les devuelvan los niños mientras los puedan tener alimentados, aunque hayan superado la situación de salud que les obligó a internarlos.
La razón es simple: las familias pasan hambre y no tienen forma de darles comida a los niños. “No hay leche ni fórmula, y eso es fundamental para la salud de un lactante. Eso es algo que ya no se consigue en Venezuela, o a precios exageradamente elevados”, indica.
Recuerda situaciones puntuales de madres que ven en la hospitalización una suerte de ayuda prolongada para sus hijos. Historias con nombre y apellido que se pierden de vista en medio de los casos que intentan solventar con ayuda de especialistas en el servicio de Cirugía Pediátrica.
El caso de los niños es el más dramático, tanto por la escalada de la desnutrición, que durante el tercer trimestre de 2017 superó el umbral de crisis, como por el incremento de los índices de mortalidad, especialmente en situaciones evitables.
Por esta razón, Cáritas de Venezuela instaló un sistema de monitoreo de la situación nutricional que informa de manera periódica el estado de los niños menores de 5 años (Sistema S.A.M.A.N.), aunque tras el aumento de la crisis, se enfoca prioritariamente en los infantes de hasta 2 años de edad.
Sin embargo, incluso para la conocida institución mundial de la Iglesia resulta difícil hacer el monitoreo en algunas áreas sensibles, toda vez que no es posible llevar “registros concretos de las muertes de niños por desnutrición”.
No obstante, la directora del organismo Janeth Márquez recuerda que el caraqueño hospital pediátrico JM de los Ríos da una muestra de la tendencia al reportar un incremento del 260 % en el ingreso de niños con desnutrición severa, en comparación con sus registros anteriores.
Las cifras varían, pero no las tendencias, según explica la especialista con base en los informes presentados por el organismo, cuyas autoridades fueron recibidas personalmente por el Papa en Vaticano.
El índice de desnutrición aguda global en la nación sudamericana ya supera el 16 %, lo que ubica a algunas regiones no solo en crisis sino en “emergencia”. Y esto ocurre, mientras 69 % de las familias continúan sin poder comprar los alimentos a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) impulsados por el Estado.
Igualmente, se constató que en la mayoría de los hogares venezolanos (más del 71 % según el reporte oficial de Cáritas), se recurre a la privación nutricional: reducir el tipo de alimentos o incluso dejar de alimentarse.
En este marco, se pronunció Carlos Albornoz, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), quien dijo a medios locales que “es necesaria una ayuda humanitaria para Venezuela”.
La situación del sector cárnico es crítica. Tanto, que se advirtió acerca de una paulatina paralización nacional en la venta de proteínas ante la imposibilidad de adaptarse al proceso de regulación de precios instaurado por el gobierno de Maduro.
Es previsible, no obstante, que alianzas entre Cáritas y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) –como el que se adelanta para el ingreso de medicamentos contra la malaria- ayuden a mitigar los efectos de la emergencia. Pero desde la institución de la Iglesia insisten en que salvar vidas requiere un esfuerzo conjunto que incluya necesariamente la decidida acción del Estado.
Fuente:
https://es.aleteia.org/2017/11/01/venezuela-no-me-de-al-nino-de-alta-aun-no-tengo-como-alimentarlo/?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter&utm_medium=mail&utm_content=NL_es