Alfredo Infante sj
Las mujeres juegan un papel protagónico en la recepción y anuncio del evangelio desde la encarnación hasta la resurrección del Señor. Tal relación ha debido ser de tal contundencia que, aunque escritos en una cultura patriarcal, los evangelistas dejan claro tal protagonismo en los evangelios. La buena noticia, el evangelio, se hace carne en medio de nosotros gracias a la fe y al sí libre de una mujer del pueblo llamada María (Lc 1, 26-38).
El mismo Lucas nos dice que muchas mujeres se contaban entre el grupo que seguía a Jesús (Lc8,1-3). En Betania, lugar donde Jesús descansaba, vivía Marta, María y Lázaro. Marta y María son amigas y discípulas de Jesús. Juan, el evangelista, nos pone a ambas como paradigma discipular (Jn 12).
En la pasión y muerte cuando la comunidad de los 12 entra en crisis, y, hay traición, negación, dispersión y encierro por miedo al poder judío, las mujeres se mantienen fieles y firmes manifestando públicamente al pie de la cruz su amor y fidelidad a Jesús (Jn19,25). Y, todos los evangelistas dan cuenta que son las mujeres las primeras testigos de la resurrección. Juan, el evangelista muestra a María Magdalena como la primera testigo y anunciadora de la resurrección del Señor.
En medio de un encuentro personal con Cristo resucitado, Jesús la envía a anunciar el acontecimiento a los discípulos «anda, ve a decirle a mis hermanos…» y concluye Juan «fue María y anunció a los discípulos».
Hoy, en América Latina y, especialmente, en nuestra Venezuela, son las mujeres las testigos más fieles y radicales de la vida. En medio de esta noche de injusticia y muerte, van al sepulcro con el perfume de su amor y fidelidad, y allí escuchan la voz de su conciencia iluminada por la fe que les dice «¿por qué buscan entre los muertos al que está vivo?» anda, ve y dile a mis hermanos.
En la cotidianidad son las mujeres las que están día a día dando, cultivando y defendiendo la vida. En las organizaciones de derechos humanos y en el mundo humanitario son las mujeres las que, día a día, son testigos de la vida. En nuestra iglesia siguen siendo las que encienden y comunican el fuego de la fe.
Oremos: Señor, que en esta noche que vivimos como pueblo, el testimonio pascual de nuestras mujeres, nos anime a seguirte en la defensa de la vida y la dignidad humana.
“Sagrado corazón de Jesús, en vos confió”
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas-Venezuela.