Alfredo Infante sj
Esta reflexión es de construcción colectiva. El lector ha tomado la palabra y ha hablado desde su propia experiencia. Esta segunda parte es algo así como el resultado de un encuentro-café virtual. No cabe duda que el tema de las motos en la ciudad es oportuno y vital para nuestra convivencia. Nos afecta. Los ecos y comentarios al respecto así lo han demostrado. Gracias por la participación.
Los aportes del lector han sido organizados de tal manera que se pueda ver un hilo conductor. La reflexión aún está abierta, no está agotada. ¿Tomarán en serio este asunto los candidatos a alcalde y concejales o seguirán desvinculando la política de la cotidianidad? ¿Seremos capaces como sociedad civil de incidir en la agenda política local? No nos podemos resignar. La calidad de nuestra convivencia es responsabilidad de todos. Debatir, reflexionar y conversar es parte de nuestra tarea. Hablando se entiende la gente y se dan a luz las propuestas.
Ni tan calvo, ni con dos pelucas.
Ante el “run run” de las motos en la ciudad, Dolores Mujica responde a la pregunta “motos en la ciudad ¿vehículo o arma?” afirmando que “evidentemente son un arma, son peligrosos, agresivos, intolerables, abusadores”. La participación de Dolores ha tenido mucho apoyo por parte de lectores silenciosos que, sintiéndose interpretados por ella, dieron un rotundo me gusta a su lapidaria respuesta.
Pero tal como dice el dicho: “ni tan calvo ni con dos peluca”. El motorizado Jorge Cannor expresa su mea culpa diciendo: “Soy un Motorizado consciente de la situación que vive el país y aunque trato de mantenerme al pie de la ley, sé que en ocasiones he sido parte del montón y nada mejor que pedir disculpas públicamente”. Sin duda alguna, los motorizados conscientes como Jorge, son uno de los grupos más afectados por esta anomia urbana.
Entonces, se trata de encontrar el justo medio: ¿cómo los motorizados entran por el carril del respeto al prójimo y hacen un uso adecuado y racional de las motos? ¿Cómo las instituciones competentes garantizan este cambio de conducta?
Una ciudad poco amable e insensible.
Maoo, desde su condición vulnerable, relata la impotencia y zozobra que vive ante este fenómeno urbano. Nos dice: “Semanalmente voy a una terapia médica en Caracas. Tenemos un carro pequeño y cumplidor que, gracias a Dios, nos lleva y trae a dos personas con padecimientos y a la conductora. No ha habido día en que no nos rayen la puerta, nos tumben el retrovisor, o nos golpeen. Las personas con alguna dificultad de movimiento, no podemos cruzar la calle, porque de cualquier lado salta un motoasesino”.
La categoría motoasesino es acuñada por Maoo como una manera de expresar que la moto es cada vez más arma que vehículo. Una definición que busca dar razón de una experiencia cotidiana concreta pero que pudiera ser señal, al mismo tiempo, del surgimiento de un sentimiento “fóbico” hacia los motorizados. ¡Cosa grave! Estaríamos ante un problema de salud pública.
Fabricio relata el caos que se respira en la ciudad. Escribe con desespero como si sus manos atropellarán el teclado y las letras fuesen pequeñas motos que se juntan en un tráfico de ideas, es impresionante su modo de decir, oigámosle: “ya nadie quiere darle paso a nadie en las colas, los carros y las motos se a traviesan por todos lados. Funcionarios públicos en motos sin casco, la policía por las aceras y en el boulevard de sábana grande pasando rápido por donde transitan tantas gentes. A mí me mataron a una perrita, un policía motorizado en sabana grande y se dieron a la fuga, fui a reclamar y dijeron que era un animal, que no tenía impotencia con todo lo que está pasando aquí en Venezuela”. Fabricio nos presenta una fotografía de nuestra convivencia anómica, y como la gravedad del desorden estructural justifica y relativiza la gravedad de los hechos que nos afectan cotidianamente. Me resuena el eco: “dijeron que era una animal, que no tenía importancia con todo lo que estaba pasando aquí en Venezuela”. Así, le vamos quitando importancia a todo lo que sucede y entramos a naufragar en el mar de la desidia.
Arañando causas y preguntas
Beatriz Castro Rodríguez después de valorar el planteamiento del problema se pregunta, casi sobrecogida ante tamaño desorden “¿dónde estará la solución? Jaquelin Arango señala que “la causa de que esto pase es que en el país las leyes en su mayoría solo están en el papel, no se cumplen, si se aplicaran las sanciones correspondientes a este caso, como debiera ser, tal vez no se termine por completo el problema pero creo que disminuiría”. Fabricio, por su parte, ve en el fondo de estos indicadores una clara degradación moral de la convivencia “se ve que en Venezuela se han perdido los valores”. Sheila Concalves, después de contar una anécdota, subraya el dato dramático de que los motorizados por la vía del arrollamiento trastocan la agenda privada e íntima de la gente: “la vida cambia ¿hasta cuándo?”. Su pregunta entraña una mixtura de indignación e impotencia. No es fácil vivir con la sensación de que un porcentaje importante de tu vida depende de la conducta irresponsable del otro, que tu agenda puede cambiar sin contar tu decisión libre.
Los atajos.
Mary nos cuenta que mientras iba de camino a la escuela con su hijo, casi les atropella un motorizado. Ante el hecho ve como única salida auto limitarse en su libre circulación: “la única conclusión que saque de todo esto es que la ciudad ahora es de las motos y de la anarquía imperante que se respira en el país y, mientras tanto, como no quiero pelear contra este monstruo de mil cabezas que son los mares de motorizados que se mueven por nuestra ciudad sin ningún control, por seguridad voy a cambiar el recorrido para llevar a mi hijo al colegio”. Triste noticia que ante los problemas de orden público y la desidia de las instituciones competentes, muchos ciudadanos, como Mary, estén buscando salidas individuales, o atajos de sobrevivencia ¿Qué haría usted en el lugar de Mary? No la tenemos fácil los ciudadanos de a pie.
La bola pica y se extiende.
“La bola pica y se extiende” es un decir de la narrativa beisbolera que nos viene como anillo al dedo. La irreverencia y anarquía de los motorizados, no es un asunto exclusivo de Caracas. Al parecer este es un hecho que pica y se extiende por varias ciudades del territorio nacional. Aunque por los aportes de los lectores sólo tenemos confirmación del hecho en Caracas, San Cristóbal y Zulia. Ojalá y sea por ausencia de este fenómeno en las otras regiones del país.
Jorge Cannor, motorizado, nos lo confirma desde San Cristobal y Jaquelin Arango desde el municipio San Francisco del Zulia. Nos comenta Jaquelin que se trata de “un muy buen tema que el lunes quise comentar, pues pasó un percance cerca de casa que involucraba un personaje de estos. El Zulia no escapa a esta realidad que se volvió cotidianidad. El uso de las motos como medio de transporte o de trabajo pasó a ser abuso del espacio común (calles, aceras) abuso o violación de los derechos del ciudadano. Es un detonador del temor, rabia e impotencia de peatones y conductores que por mucho que sean prudentes siempre serán culpables del hecho donde esté implicado un motorizado… Aqui en el Municipio San Francisco es tan usual ver ya esas motos con 3 o 4 pasajeros menores incluidos, motos que se montan por las aceras de planteles educativos, jovencitos haciendo piruetas a gran velocidad, motorizados haciendo zic-zac entre los carros y la gente, ah y la moda es el tiro que hacen con el escape para asustar y aturdir”.
Esta descripción de Jaquelin se asemeja a lo que pasa en la gran Caracas ¿Ha escuchado usted tiritos de escape y bocinas variopintas a todo volumen en las entrañas oscuras de nuestros túneles viales? Es una experiencia infernal!
Balbuceando soluciones
Jorge Cannor, motorizado, propone conocer y recuperar experiencias de otros países e incluso reciclar experiencias locales exitosas en otros sectores del transporte porque, por ejemplo, en San Cristobal se le ha puesto coto a la anarquía de los buseteros. Escuchemos su opinión: “La solución es sencilla hermano, ¿has visto como son las avenidas y calles en los países asiáticos? bueno al menos en las grandes ciudades. Su solución fue sencilla, un solo canal para los motorizados, en ese canal solo entran motorizados nada más ni nada menos. Y la ley establece que si el motorizado va por el carril de los carros y el carro te atropella tienes que pagar al carro los daños y prestar servicio comunitario por 3 meses. Seguro se preguntarán algunas personas: ¿Pero con que espacio si nuestras calles son pequeñas?, Bueno en vez de estacionarse en ambos lados de las aceras no lo hagan. La solución tiene que ser de parte y parte. Sé que quizá les suene un poco complicado pero aquí en San Cristobal así se hizo con los Buseteros, se les asigno dos canales en el centro y problema resuelto con la anarquía de los Buseteros y sé que con las motos también se puede hacer.”
Por su parte Jaqueline, suspira por una inclusión de este asunto en la agenda de las venideras elecciones cuando concluye: “Así que ¡Ojala este problema apareciera en la agenda de cualquier político para las próximas elecciones!.
Difundiendo.
Gracias a Johan Rodríguez Perozo, al IMUTC de la alcaldía Metropólitana de Caracas y a Venezuela Libre por rebloggear el articulo y abrir el debate entre sus seguidores y círculos de lectores. Igualmente gracias a todos aquellos que difundieron vía Facebook (391) y retwitearon (45). Lamentablemente, para esta segunda parte, no he podido considerar los ecos y comentarios que se dieron por esta vía.
Qué bueno que nos damos la oportunidad de dialogar el tema. Recordemos que en la vida, como en el beisbol, “el juego no se acaba hasta que se acaba” porque “la bola es redonda y da vuelta”.