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Milei es el nuevo presidente de Argentina

Reuters

Por Javier Contreras, s.j.

El economista y abanderado del partido político La Libertad avanza, se impuso en las elecciones del 29 de noviembre, derrotando electoralmente a Sergio Massa, ministro de Economía del Gobierno en ejercicio, encabezado por Alberto Fernández. En términos de las opciones que estaban en pugna, se puede decir que la propuesta de continuismo del llamado kirchnerismo hartó a un país que, agobiado por la inflación, la corrupción de funcionarios públicos y un determinado estilo de hacer política, apostó por un cambio, una salida que más allá del contenido de sus propuestas, representa una opción diferente.

Sirvan estas líneas para aproximarse a lo que sucedió en las elecciones y a lo que puede llegar a ocurrir en Argentina con la llegada de Milei a la presidencia. Se presentarán dos aspectos claves que inclinaron la balanza en las votaciones y, posteriormente, se plantean dos posibles escenarios del futuro a corto y mediano plazo en lo que será el accionar del nuevo gobierno. Luego de lo señalado, se expondrán una suerte de conclusiones de lo aquí elaborado.

¿Por qué ganó Milei?

Pactó

Un personaje que encarnó el antiestáblisment y construyó su imagen de campaña adversando a la casta, apelativo con el que se refirió y se refiere a los representantes de la política tradicional a quienes endosa la responsabilidad de la inestabilidad argentina, no pudo convertirse en presidente sin negociar con ellos. Cuando en la primera vuelta de las elecciones, llevadas a cabo el 22 de octubre, el ahora presidente electo fue superado por Sergio Massa, todo se configuró para que se diera el maridaje que se dio: La Libertad Avanza se unió con Juntos por el Cambio, agrupación política cuya candidata fue Patricia Bullrich.

 Al sellarse este acercamiento, Mauricio Macri, ex presidente de la nación y cara visible de Juntos por el Cambio, se convirtió (aunque muchos no lo vieron o no lo quisieron ver) en el gran jugador. Conocedor de la importancia de sus votos, del valor de contar con una estructura política con penetración nacional que cuenta con gobernadores, intendentes y miembros del Congreso ( aspectos de los que Milei y su movimiento no pueden hacer gala), la ecuación para Macri se mostró favorable: si Milei perdía, no le afectaba directamente a su organización; si Milei ganaba, como en efecto ocurrió, sería él un protagonista del ejercicio del poder, fortaleciendo su capacidad de decisión en asuntos públicos y garantizándose un rol que parecía haber perdido.

La campaña del miedo no fue suficiente

El segundo aspecto que se presenta como clave explicativa del triunfo de Milei está relacionado con la forma en la que Massa, representante de la tendencia que gobierna y haciendo uso de los recursos del Estado, dirigió la estrategia propagandística. Basándose en la estigmatización, todas las baterías comunicacionales oficiales se enfilaron a producir temor en las personas en torno a lo malo que traería un hipotético triunfo de Milei. Utilizando, fuera de contexto y a conveniencia, extractos de las aseveraciones (cuando menos polémicas y discutibles) del libertario, principalmente las vinculadas a la dolarización, privatizaciones y libre portación de armas.

El Gobierno, en su intención de mantener el poder, caricaturizó a Milei, y esa caricatura se construyó pensando en que los votantes lo asociaran con catástrofe, revancha y despojo de los supuestos logros alcanzados. Subiendo la apuesta, en el debate previo a las elecciones del 19 de noviembre, Massa se mostró agresivo, atacó directamente a la persona y su pasado, no tanto a las propuestas de Milei, y se consideró ganador del evento televisivo; los resultados de los comicios indicaron que esa percepción no era real, que el miedo no definió y que la jugada de parecerse a Milei en un debate, para vencerlo, tampoco fue acertada.

Y ahora, ¿qué se puede esperar?

Reducción significativa del aparato del Estado

Luego de ser electo presidente, Milei confirmó lo que fue una de sus promesas en campaña, los ministerios en su gestión serán ocho, concentrando y redistribuyendo las funciones de los diecinueve con los que cierra el Gobierno actual. El plan de reorganización de la burocracia de Estado supone que cada ministerio contará dentro de sí con una serie de secretarías, con lo que se aspira a optimizar el funcionamiento de las instituciones, entes fuertemente fustigados tanto por los ciudadanos como por el movimiento político del nuevo presidente.

Al momento de cerrar este escrito, algunas secretarías claves de los nuevos ministerios todavía no han sido otorgadas. Se intuye que la dilación en estos nombramientos está mediada, entre otros factores, por las conversaciones–negociaciones que Milei está teniendo con Mauricio Macri y sus aliados cercanos, grupo que, como se ha señalado anteriormente, conforma ahora el escenario decisorio y se sabe importante en los futuros acuerdos y consensos que la nueva administración requiere alcanzar para lograr viabilizar sus propuestas políticas.

Política exterior y relaciones internacionales, posible tensión

Reconociendo que la vieja frase aplicada a procesos políticos una cosa es ser candidato y otra cosa es ser presidente, tiene cierta validez, conviene pensar que las formas y el fondo de las relaciones diplomáticas de Argentina con otros países va a cambiar, abriendo puertas a posibles episodios de distanciamiento o enfrentamiento. Basta hacer memoria de los pronunciamientos de Milei en contra de China, El Vaticano, Colombia o Brasil por nombrar algunos Estados, para estar atentos a lo que pueda ocurrir en este ámbito.

Si las acaloradas, incluso irrespetuosas afirmaciones en contra de otros presidentes y líderes políticos van acompañadas de acciones en la misma línea, Argentina puede convertirse en un actor complicado en el campo internacional. Si tomando la dirección contraria, matiza el discurso y se centra en la lógica de las relaciones con el horizonte de ganar-ganar e, independientemente de las diferencias ideológicas-programáticas con sus pares, Milei recurre al pragmatismo que lo ha distinguido en ocasiones, Argentina podrá capitalizar sus potencialidades y, de esa manera, apalancar políticas internas sin el desgaste de un concierto internacional que se le muestre contrario en términos de inversiones, alianzas e intercambios.

A manera de cierre

  • Este escrito ha optado por algunas de las tantas aristas que ofrece el tema tratado. No se pretende agotar ni totalizar el análisis de un hecho que, por lo que representa y la complejidad que entraña, da para trabajos más extensos y detallados.
  • La victoria de Milei es un fenómeno al que no es pertinente acercarse, exclusivamente, desde la lectura de izquierdas y derechas. Resulta relevante tener presente que los modos de relacionarse con el poder político y el consecuente ejercicio de este, sumado al hecho de que están emergiendo cada vez más líderes de un perfil no tradicional, instalan nuevas variables para la comprensión de procesos electorales y propuesta de gobierno.
  • De la capacidad de interlocución que tenga Milei con políticos, con empresarios, con representantes religiosos, con los movimientos sindicalistas (con la importancia que tienen en Argentina y su influencia en la política y la economía) y con la comunidad internacional, dependerá que la aplicación de sus ideas sea posible en mayor o menor porcentaje. Si bien es cierto que ganó por un amplio margen (más de 11 puntos porcentuales), no cuenta con los anclajes en las instancias legislativas ni con los puentes con gremios tradicionales, así que le urge entrar en el juego político, no obstante, declare lo contrario.
  • No se llega a la presidencia sin negociación, cuando menos, no lo hace un outsider como Milei. Aventurarse a decir que su triunfo es sinónimo de la salida de circulación de los políticos tradicionales sería comprometerse con algo imposible de sostener. Macri, su partido y sus contactos, son tan ganadores como Milei, es decir, la casta garantizó su permanencia.
  • El presidente Javier Milei es, hasta este momento, una incógnita. Cuando asuma el cargo, y en función de las primeras decisiones de gobierno que tome, y de la forma que lo haga, se podrá comenzar a tener alguna certeza respecto a qué tan libre es realmente el libertario o qué tan domesticado es el león, apodo popular que se la ha dado a Milei.

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