Jesús María Aguirre s.j.
En memoria de Cecilia Briceño y Elvis Bernabé Rojas*
Cuando la política, lamentablemente polarizada y fundamentalista, invade las mentes y los corazones de los ciudadanos, solamente son exaltadas las víctimas de supuestos atentados políticos. La definición ideológica del asesino permite definir mejor su aura martirial y el blanco de la revancha.
Gobierno y oposición tienen sus listas de asesinados para reclamar por la sangre de sus adeptos. Sus muertes pasan a las primeras páginas y reciben honores. Unos y otros contabilizan los dividendos políticos con la esperanza de que cual boomerang las balas se volverán contra sus enemigos.
Lamentablemente, hay otro inventario de muertos que no se despliegan en las primeras planas, pasan casi anónimamente por las morgues, y si acaso son mencionados en las páginas de sucesos o rojas y cuantificados en las estadísticas de los observatorios sociales. Los pobres no tienen con qué pagar esquelas. Para ellos no hay gobierno, ministerios, ni empresas que llenen los medios con sus obituarios adulantes. Sus muertes sirven de carne noticiosa, de basurero informativo, de cementerio marginal.
Entre esos asesinados, cuya balas no tienen ideología, y por eso se habla de “balas perdidas”, como si no hubiera responsables; o se insinúa la “imprudencia de horarios”, como si en la ciudad no hubiera asesinatos a pleno sol y en cualquier hora del día.
Oigamos la voz de los vecinos en los barrios: “los tiroteos son comunes en el sector, debido a la escasa presencia policial”.
Entre la vocinglería de tanto mártir político es bueno que abramos un martirologio popular, que vaya más allá de las ideologías, para resolver los enormes problemas del país como la inseguridad.
*Cecilia Briseño, catequista de la Capilla de Nuestra Señora de la Esperanza de Carapita, estudiante TSU, volvía al atardecer de sus clases, y fue traspasada por tres tiros en la parrilla de un mototaxista.
Elvis Bernabé Rojas, encargado de la Cuarta Comunidad del Camino Neocatecumenal en la Capilla Nuestra Señora del Carmen en Cumbres de Antímano.