Jesucristo se lo dijo a Pedro cuando lo hizo jefe de la Iglesia (Mt 16,18), y llevamos 20 siglos comprobando que ha sido así. La Iglesia ha tenido muchos enemigos de fuera de ella, pero los peores han surgido dentro. Las herejías de los primeros siglos y luego la de Lutero lograron dividirla y disminuir su eficacia, pero no la aniquilaron. Muchos papas dieron un pésimo ejemplo: se comportaban como príncipes seculares, ansiando placeres corporales y exigiendo obediencia total. Muchos obispos fueron nombrados por conveniencia política, para asegurar sumisión. El celibato de los sacerdotes y religiosos no era guardado por muchos.
Un caso muy curioso no resuelto pone a la papisa Juana en esos años de mitad del siglo IX. ¿Hubo un papa del género femenino? Realmente no se sabe, pero Donna W. Cross, autora de la novela “La papisa”, pasó siete años de su vida investigando y leyendo cuanto documento cayó en su ávida mirada. Ella se inclina por admitir el hecho, aunque oficialmente no se haya aceptado.
Estos años oscuros de la baja Edad Media y del Renacimiento contrastan con los años que vive la Iglesia sobre todo desde León XIII (1878- 1903). Este pontífice entendió que los trabajadores deben ser apoyados en sus derechos y no explotados, como se venía haciendo. La encíclica Rerum novarum dio un giro de 180 grados a la cuestión social en la Iglesia. “Durante su papado, reforzó los lazos con la Iglesia norteamericana, fomentando la expansión del catolicismo en Estados Unidos y contribuyó a dotar a la Iglesia de un nuevo protagonismo diplomático a escala mundial. Impulsó la acción misionera de la Iglesia especialmente en África y llegó a nombrar un total de 147 cardenales en 27 consistorios. Murió en 1903 a los 93 años.” (Wikipedia)
Desde comienzos del siglo XX hemos tenido cuatro santos, un beato y cuatro grandes papas, que son: san Pío X (1903-1914), Benedicto XV (1914-1922), Pío XI (1922-1939), Pío XII (1939-1958), san Juan XXIII (1958-1963), san Paulo VI (1963-1978), beato Juan Pablo I (1978), san Juan Pablo II (1978-2005), Benedicto XVI (2005-2013), Francisco (2013-2025).
El Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, es el acontecimiento más importante para la Iglesia actual, que la sitúa, no como potencia militar y económica medieval, sino como parte noble del mundo y orientadora de su futuro. El actual pontífice recién elegido, León XIV, está demostrando que la Iglesia tiene un papel trascendental en la consecución de la paz entre las naciones y en la conservación de la vida sobre la Tierra. Apenas está comenzando su pontificado, pero ya Trump, Zelenski y Putin piden sus servicios para acabar la guerra de Rusia contra Ucrania. El hecho de ser norteamericano y peruano le da un status especial para ese oficio, además de su carácter humilde, inteligente, lleno de fe y de esperanza en Dios. El vaticanista Sandro Magister lo dice muy bien: “El de León se presenta como un pontificado totalmente al servicio del anuncio de la fe en Cristo a un mundo donde ésta amenaza con apagarse, con todos los dramas que ello conlleva; un mundo en el que la Iglesia debe saber ser faro de la salvación que viene de Dios.” Y aporta unas palabras de la homilía del papa en la Misa de inicio del pontificado, 18 mayo 2025:
“En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión, de fraternidad. Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡mirad a Cristo! ¡Acercaos a Él! ¡Acoged su Palabra que ilumina y consuela! Escuchad su propuesta de amor para formar su única familia: “en el único Cristo somos uno”. Y este es el camino que hemos de recorrer juntos, unidos entre nosotros, pero también con las Iglesias cristianas hermanas, con quienes transitan otros caminos religiosos, con quien cultiva la inquietud de la búsqueda de Dios, con todas las mujeres y los hombres de buena voluntad, para construir un mundo nuevo en el que reine la paz.”
Ya se ve por dónde va a ir este nuevo pontificado para bien del mundo. Apoyemos con nuestras oraciones este camino tan santo y tan necesario.
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