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¡Largo aliento!

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Foto de Natasha Lashly.

Recientemente, desde esta publicación, nuestro llamado ha sido a avanzar con esperanza; así lo hemos expresado y así lo creemos, por más difícil y adverso que luzca todo. 

Pero para que haya esperanza es necesaria la claridad y la conciencia. 

Decía C.S. Lewis que “[…] hay esperanza, cuando nos enfrentamos sin prejuicios a un problema sin solucionar. Sin embargo, no hay esperanza si actuamos como si el problema no existiese”.

No se trata pues de pretender simplemente pensar que las cosas están bien o van a estarlo, porque queremos que estén bien. Las cosas están bien cuando están bien, no antes. Y hoy en día en Venezuela las cosas no están bien y lo sabemos.

La esperanza exige claridad y digámoslo con claridad: las cosas no están bien cuando hay hambre en la gente, cuando los servicios básicos fallan, cuando los sueldos no alcanzan, cuando el miedo inhibe las iniciativas.

Las cosas no están bien, aunque en algunas pequeñas y particulares burbujas aparezcan productos, se perciba movimiento y se intente cierta normalidad. Las cosas no están bien cuando la indiferencia nos enceguece ante el sufrimiento del otro. Lázaro y el rico Epulón nos lo hacen saber sin ambages. A aquel hombre no se le acusa de ningún crimen específico ni de haber obtenido sus riquezas injustamente. El problema no era su burbuja, sino haber ignorado que Lázaro estaba a la puerta. Sin Lázaro a la puerta, su riqueza no tendría nada de malo, podría ser inobjetable, pero una vez estando allí, lo que sí está mal es que sea causa de sufrimiento y no se atienda al que sufra.

En Venezuela los problemas están aquí a la puerta. Nos increpan a todos y nos llaman a actuar en concreto, a pensar e implementar soluciones que permitan superar las desigualdades que hacen indigna la vida de tantos.

Entre las disciplinas deportivas existen las carreras de larga distancia –o largo aliento–, entendidas estas como certámenes o competencias en las cuales los atletas participantes entrenados para recorrer distancias extensas ponen a prueba sus condiciones físicas y mentales, su resistencia, sus capacidades naturales y también sus sueños, anhelos, empeños y convicciones, para llegar a la meta. Es decir, en las carreras de largo aliento son necesarias tanto las aptitudes como las actitudes. El corredor debe saber de dónde parte, por dónde se encuentra y a dónde quiere llegar.

 La imagen aplica perfecto para el caso de nuestro país. 

La esperanza también demanda conciencia, y digámoslo entonces con toda conciencia. Desde SIC entendemos que el país se encuentra atravesando una crisis de largo aliento que nos afecta a todos y que no será superable de manera rápida ni sencilla. Es crucial asumirlo así para poder salir de esta compleja realidad en la que estamos inmersos. Requerimos comprender con honestidad en qué situación nos encontramos y por ello ofrecemos e insistimos en la importancia del análisis social, económico y político, en nuestro caso con una visión desde la fe cristiana. 

Proponemos un destino al cual queremos llegar: un modelo de sociedad basado en los planteamientos del pensamiento social de la Iglesia. Pero además necesitamos querer llegar a ese destino con ánimos, con ilusión, con alegría y sin dejar a nadie atrás en el intento.

¡Sí! Es un tema de largo aliento que requerirá de todas nuestras fuerzas y que, por supuesto, tomará tiempo. Quedarnos orillados no es opción. Regresarnos menos.

“Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible.”, aconsejaba San Francisco de Asís. 

Hagámosle caso.

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