La UCAB es un sueño que se cristalizó después de muchos años y en su ADN está inscrita la vocación humanista y social
A principios del siglo XX la iglesia se propone restaurar el proyecto de la «Nueva Cristiandad», para lo que la formación de profesionales e intelectuales con ética cristiana era vital.
Por ello, los obispos de Venezuela en la instrucción pastoral de 1904 – resultado del acuerdo en su primera sesión como conferencia episcopal (CEV)- se proponen unir esfuerzos para llegar a tener una universidad que garantice el continuo educativo desde la perspectiva católica, sueño que se le confía a la compañía de Jesús (jesuitas) y es un hecho que se concreta en 1953, en la sede del antiguo colegio San Ignacio, en la esquina de jesuitas, en el centro de Caracas.
Previo a su fundación, el debate interno en la iglesia se dio entre dos perspectivas: una que veía más adecuado incidir en las universidades públicas dominadas por académicos agnósticos, masones, liberales y marxista y, otra que consideraba importante tener una universidad propia que garantizara el continuo educativo desde el humanismo cristiano.
Por el impacto de la UCAB en la vida de muchas personas y en la historia de nuestro país, hoy, se constata, que tener una institución universitaria propia ha sido importante para la misión de la iglesia en Venezuela.
En cuanto a la vocación social, ya desde sus inicios, desde la sede en esquina de Jesuitas, el padre JM Veláz, con un grupo de estudiantes miembros de la Congregación Mariana, se Introduce en las profundidades de los barrios del oeste – lo que hoy es 23 de enero y Catia- para alfabetizar y catequizar. Esta inmersión en las zonas populares le lleva a entrar en contacto con Abraham Reyes y Patricia, una pareja cabeza de hogar que entrega su casa para la primera escuela, gesto generoso que dará inicio a Fe y Alegría, movimiento de educación popular, hoy, extendido en los cinco continentes.
Luego, al pasar a la sede de Montalban, la UCAB inicia una vinculación orgánica, desde las distintas escuelas académicas, con los barrios populares de Antímano, Carapita y la Vega, relación que pronto se institucionaliza en lo que hoy se conoce como Parque Social Manuel Aguirre, espacio ubicado al frente del campus, donde se encuentra, también, el Centro de Salud Santa Inés, que hace un servicio invaluable a las zonas populares, y, a la estrangulada clase media .
El parque Social Manuel Aguirre es un centro de acompañamiento integral a escuelas y comunidades adyacentes, actividad que imprime en los estudiantes que participan en este proceso de relacionamiento social una nueva perspectiva del país y una vocación solidaria.
Esta vinculación de la UCAB con la zonas populares, le lleva a plantearse seriamente, cómo contribuir desde la academia a la superación de la pobreza, y, es así, como nacen los estudios sobre pobreza y la encuesta de condición de vida ENCOVI, como un aporte cualificado al servicio del país. Hoy, también, contamos con «PSICODATA», entre otras investigaciones relevantes.
Es importante subrayar el gran aporte que la UCAB, desde la escuela de derecho, con la figura histórica y emblemática del padre Luis María Olaso, ha dado al país contribuyendo en la fundación y consolidación del movimiento de derechos humanos en Venezuela.
Hoy, ante el cambio de época y el advenimiento de la sociedad del saber, con la ciencia y la tecnología como punta de lanza, a la Universidad se le plantea el gran desafío ético de asumir este nuevo momento histórico desde la perspectiva del humanismo cristiano, que, por su esencia, pone el centro en la persona humana y la convivencia fraterna; un diálogo siempre abierto y, más aún, en un país que ha vivido un gran deterioro institucional, especialmente en el campo educativo.
Y, todo esto y mucho más, tal y como reza el lema fundacional « para que se conozca la multiforme sabiduría de Dios».