Piero Trepiccione
Brasil ha sido noticia estos últimos días. El cúmulo de denuncias presentadas a lo largo de varios años contra funcionarios de alto nivel adscritos a la administración del expresidente Lula Da Silva y a la actual mandataria Dilma Roussef, ha devenido en un intento de juicio político por parte del congreso federal. Diputados y senadores consideran que Roussef debe ser sustituida en su cargo. Y no es para menos. Brasil es la potencia sub-regional que ejerce una influencia determinante sobre los organismos multilaterales que manejan la diplomacia en todo el continente. La Organización de Estados Americanos con sede en Washington tiene un número importante de votos estatales que son influenciados regularmente por el llamado “gigante suramericano” que con sus más de ocho millones de kilómetros cuadrados y su enorme población, genera una actividad económica diversa sin parangón en la América del Sur que le da vector de fuerza. En suma, el proceso interno que se lleva en esa nación nos importa por ser nuestro vecino y su importancia geoestratégica y geopolítica.
Hemos visto el resultado de las elecciones generales en Argentina donde después del ciclo kirchnerista ha aparecido un presidente con signos políticos de nuevo cuño. Mauricio Macri ha trastocado totalmente la correlación de votos en otro organismo multilateral de gran importancia como lo es el Mercosur. Aunque este organismo tenga un enfoque más económico y comercial, sus políticas de alineamiento impactan la posición de sus países miembros en los foros diplomáticos regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Cuba es y ha sido la otra gran noticia que favorece la nueva visión geopolítica continental. El acercamiento diplomático impulsado por el propio presidente de los EEUU Barack Obama hacia la mayor de las Antillas, crea un precedente que hasta hace pocos meses hubiese resultado difícil de siquiera imaginar. Y aunque estos primeros pasos no hayan variado la posición cubana en los organismos hemisféricos, seguramente con el paso del tiempo y la creación de redes económicas y comerciales de mayor sostenibilidad se darán bemoles en la diplomacia cubana.
En Bolivia y Ecuador también se han movido rasgos de sus geopolíticas internas que impactarán las de la región. Los mandatarios Evo Morales y Rafael Correa que hasta hace poco tenían un respaldo amplio y cómodo en términos de mayorías electorales, han visto diluir su base partidaria en temas sobre los cuales, la población no los ha acompañado con la misma firmeza de los últimos años. Es decir, sus mandatos corren el riesgo de despedirse sin la posibilidad de nuevas reelecciones. También dependen sus posiciones diplomáticas de la influencia brasileña y argentina que ya sabemos se están deslizando hacia nuevos intereses geopolíticos.
Perú, por su sostenido crecimiento económico durante la última década ha entrelazado sus intereses económicos y comerciales con los bloques regionales y extra-continentales. Independientemente de quien resulte ganador en la contienda presidencial que se avecina en su segunda vuelta, su posición diplomática no variará mucho y mantendrá su alineamiento con la nueva visión geopolítica continental.
En Centroamérica la posición de Nicaragua ha venido aislándose en relación a sus pares. Costa Rica, Honduras, El Salvador y Panamá tienen su propia dinámica económica que apunta al fortalecimiento regional en alianza con México y los Estados Unidos. Nicaragua sin subsidios directos de Venezuela difícilmente podrá seguir alejándose de sus vecinos y esto repercutirá en el tono diplomático que asuma en los foros hemisféricos.
En el Caribe las incógnitas surgen abiertamente. Son países muy pequeños con intereses muy diversos. Algunos con una dependencia diplomática de la Commonwealth (Comunidad Británica de Naciones) y otros con severas limitaciones económicas que generan búsquedas incesantes de subsidios internacionales. En esta área geoestratégica el petróleo se convierte en una herramienta geopolítica de primer nivel cuando su precio es exorbitante. Pero cuando su precio disminuye considerablemente su impacto es mínimo. Esta región es importante para los foros multilaterales del hemisferio porque son muchos Estados pequeños que representan muchos votos.
Venezuela ante esa recomposición de fuerzas que se ha venido gestando en todo el hemisferio, de continuar con su signo ideológico pudiera ir reduciendo su influencia y aislándose de las alianzas económico-comerciales que se están gestando en la actualidad. Esta situación agravaría el difícil cuadro financiero que padecemos en la actualidad y le pondría ingredientes extras para que la geopolítica continental impacte con mayor peso la geopolítica interna de la nación suramericana.