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La ley del poder vs la ley del Espíritu

espiritu-santo

Lc 6,6-11

Alfredo Infante sj

La ley del shabat (sábado) tiene un sentido sacramental, es el memorial del descanso del Dios creador. Guardando el sábado el pueblo judío mantiene la memoria de generación en generación de que Dios es el Señor de la vida y de la historia; es pues, un tiempo sagrado que al cuidar y guardar conecta al creyente con el descanso del Dios creador y con la experiencia de su liberación.

En tiempos de Jesús el Shabat, más que un memorial del Dios creador y liberador, se había convertido en una carga para la gente; las autoridades judías habían aumentado las prescripciones y sanciones, haciendo del día del Señor un día de angustia y temor, una carga para el judío de a pie.

En el evangelio aparece Jesús actuando en sábado. Jesús no es un provocador de oficio, ni un rebelde sin causa. El Nazareno es judío, y como buen judío respeta y guarda el sábado. Pero ¿por qué actúa privilegiadamente en sábado?  Lo hace para devolver al sábado su sentido sacramental, es decir, Dios pasa dando y recreando la vida, devolviendo a los excluidos su valor, su fe, su dignidad.

El Shabat no tiene valor en sí mismo, su valor está en no olvidar que Dios es el Dios de la vida, y que pasa dando vida, y que su descanso es gozo y señorío de vida. También, que la persona humana es lo más importante para Dios, y, por tanto, el Shabat es el día en que ha de relucir el amor de Dios al servicio de la humanidad.

El evangelio de hoy nos cuenta que: «Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo». Como vemos, el poder religioso (escribas y fariseos) está más preocupado en las formas y rituales, que en la vida misma de la gente. Jesús, aun sabiendo que quieren acusarlo, se dirige al paralítico, sin miedo, y le dice: «Levántate y ponte ahí en medio.» y nos narra Lucas, que aquel hombre se levantó y se quedó en pie; y una vez que lo tuvo delante, el Nazareno hizo una pregunta a todos para evidenciar a sus perseguidores: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?»

Así los puso en evidencia, no contestaron, hicieron silencio. Y concluye el evangelio así: “Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»

Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús”. Su propósito de acusar a Jesús de irreverencia al sábado quedó frustrado. A los poderosos no les interesa que las leyes estén al servicio de la vida, sino a favor de sus intereses de poder para proteger sus privilegios. Para Jesús, la ley sólo es legítima si está al servicio de la dignidad humana.

Oremos Señor Jesús, danos sabiduría para no divorciar la ley de la justicia ni de la dignidad humana. Y desobedecer, por amor y respeto a nuestra conciencia y a Dios, cualquier “legalidad” que ampare intereses oscuros y atente contra la dignidad humana.

Sagrado corazón de Jesús, en vos confío

Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.

Caracas-Venezuela.

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