Las personas que luchan en defensa de los derechos humanos sufren cada vez más ataques, al punto de llegar a una situación “de crisis” en todo el mundo, informa Tharanga Yakupitiyage[1] (IPS) desde Naciones Unidas.
Más de 150 activistas se reunieron para acordar una estrategia de lucha durante la segunda Cumbre Mundial de Defensores/as de Derechos Humanos, celebrada el 29, 30 y 31 de octubre en París.
Entre los participantes se destaca la participación de la alta comisionada de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet, quien subrayó el papel clave que estos juegan en las sociedades.
“Cuando ves a alguien con cadenas, a quien se le están negando los derechos, no te das la vuelta. Le haces frente a la injusticia y defiendes los derechos de los otros”, arengó.
“Cada avance en materia de equidad, dignidad y derechos logrados se alcanzó gracias a la lucha y al trabajo de defensores de derechos humanos”, destacó Bachelet.
La reunión marca el 20 aniversario de la Declaración de los Defensores de Derechos Humanos, adoptada en 1998 por la comunidad internacional durante la primera cumbre para garantizar que “seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten la libertad de palabra y de creencias”.
Pero los gobiernos no han cumplido con sus compromisos, pues los defensores de derechos humanos siguen perdiendo la vida en distintas partes del mundo con total impunidad.
El relator especial de la ONU sobre la situación de los defensores de derechos humanos, Michel Forst, se mostró alarmado por la tendencia actual, señalando: “La declaración se convirtió en un hito en el proyecto de derechos humanos; sin embargo, estoy más preocupado que nunca”.
“Estamos frente a un panorama alarmante para los defensores de derechos humanos. Su situación se deteriora en todo el mundo a pesar de las obligaciones de los Estados de garantizar su protección”, añadió.
El secretario general de Amnistía Internacional, Kumi Naidoo, coincidió: “el grado de peligro que afrontan los activistas alcanzó un ‘punto de crisis’. Todos los días, se amenaza, tortura, encarcela y asesina a la gente de a pie por su lucha o simplemente por quiénes son. Es hora de actuar y de hacer frente al aumento de la represión de los defensores de derechos humanos”.
En su último informe, Forst concluyó que por lo menos 3500 activistas fueron asesinados desde la adopción de la declaración en 1998.
En 2017, más de 300 activistas de veintisiete países fueron asesinados, el doble de 2015, concluyó la irlandesa Fundación Internacional para la Protección de los Defensores de los Derechos Humanos.
Casi 85 por ciento de los asesinatos registrados se concentraron en cinco países de América Latina: Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras y México.
Colombia, uno de los países más peligrosos para los activistas, registró un aumento del número de asesinatos tras el acuerdo de paz de 2016 entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En 2017, más de 120 líderes sociales y ambientales fueron asesinados por paramilitares o grupos armados no identificados en áreas que abandonaron las FARC, lo que favoreció las luchas de poder y por tierras.
En mayo, Luis Alberto Torres Montoya y Duvian Andres Correa Sánchez fueron asesinados, ambos formaban parte del movimiento Ríos Vivos, que se oponía a la construcción de la central hidroeléctrica de Hidroituango por su impacto ambiental y en los derechos humanos, incluido el desplazamiento de comunidades locales.
De hecho, la fundación concluyó que 67 por ciento de las personas asesinadas en 2017 defendían derechos indígenas a la tierra, el ambiente, y casi siempre frente a megaproyectos, a la industria extractiva y a grandes corporaciones.
La Fuerza de Mujeres Wayúu, una organización ambiental de indígenas, recibe amenazas por oponerse a una mina de carbón que opera en su territorio ancestral. El grupo paramilitar Águilas Negras, repartió folletos jurando “limpiar” la región de indígenas.
“Cada caso de ataque contra un defensor de derechos humanos constituye un ataque a los derechos humanos, que son derechos de todos”, subrayó Bachelet.
Pero la impunidad sigue reinando en muchos países, como en Colombia, donde organizaciones de derechos humanos dijeron que el gobierno no investiga los delitos ni procesa a los responsables, y urgieron a la Corte Penal Internacional a abrir una investigación formal.
Pero aun en los casos en que los responsables son llevados ante la justicia, esta sigue omisa.
En Guatemala, el responsable de seguridad de una mina, entonces propiedad de la canadiense Hudbay Minerals, resultó absuelto del asesinato en 2009 del indígena Adolfo Ich Chaman y del tiroteo contra el Club Alemán, a pesar de la existencia de testigos y de evidencia física.
El juicio de 2013 incluyó los casos de once mujeres violadas a punta de pistola por agentes de seguridad de la minera durante la expulsión forzada de 2007.
Tras el dictamen, el juez solicitó que los cargos se imputaran a los participantes del proceso, incluida la esposa del Chaman por “obstruir la justicia y falsificar información”.
“La impunidad generalizada y sistemática es una muy mala señal para las familias de las víctimas y para cualquiera que defienda los derechos humanos; más allá de esos ataques y asesinatos, son nuestros derechos y nuestras democracias las que están en grave peligro”, dijo Forst frente a la Asamblea General de la ONU.
Sí se lograron avances en el reconocimiento de la importancia y de los logros alcanzados por los defensores de derechos humanos en el mundo. De hecho, el último Premio Nobel de la Paz se otorgó a la activista Yazidí Nadia Murad y al ginecólogo congoleño Denis Mugweke, por su papel en la lucha contra la violencia sexual como arma de guerra.
Forst y Bachelet subrayaron la necesidad de tomar medidas y de que todos los actores aprovecharan esta oportunidad para avanzar, en particular tras el 20º aniversario de la Declaración sobre los Defensores de los Derechos humanos y el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada en el Palais de Chaillot, donde la cumbre celebró la ceremonia de clausura.
“La cumbre fue una oportunidad clave para los defensores y defensoras de derechos humanos en todo el mundo, quienes deben hacer frente al vilipendio y a los crecientes ataques, para reunirse y debatir los próximos pasos en sus propios términos”, destacó Forst.
“Lo que los defensores de derechos humanos nos enseñan es que todos podemos defender nuestros derechos y los de los otros, en nuestros barrios, en nuestros países y en todo el mundo. Podemos cambiar el mundo”, alentó Bachelet.
Este año, se celebraron muchos encuentros concentrados en los defensores de derechos humanos, incluidos los tres días de la cumbre y la próxima reunión de alto nivel que se realizará a mediados de diciembre en Nueva York para analizar buenas prácticas y nuevas oportunidades en la implementación de la declaración.
Fuente: periodistas-es.com
- Traducción: Verónica Firme
- Publicado inicialmente en IPS Noticias